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Domingo, 4 de enero de 2004

MúSICA

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Los tres, por separado, son considerados prodigiosos por los grandes nombres de la música brasileña. Y los tres juntos son el núcleo de uno de los proyectos musicales más originales de los últimos tiempos: forman una banda sin nombre en la que, disco a disco, rotan las posiciones y el liderazgo. El primer disco, Music Typewriter, es de Moreno +2; el segundo, Sincerely Hot, de Domenico +2; el tercero será de Kassin +2. En un estudio de Río, Radar conversó con Moreno, Domenico y Kassin, los tres mosqueteros de la nueva escena carioca.

Por Violeta Weinschelbaum

Una banda sin nombre o, mejor, una banda con tres nombres. Moreno (Veloso), Domenico (Lancelotti) y Kassin son tres jóvenes que rondan los treinta años, hacen música juntos y rotan, como en el vóley, de posiciones. El primer disco, Music Typewriter, es de Moreno +2; el segundo, Sincerely Hot, de Domenico +2, el tercero será de Kassin +2. Todo depende de quién capitanee la nave. Estos muchachos, núcleo de la nueva escena musical carioca, considerados prodigios por los grandes consagrados de la música brasileña (Kassin produjo el disco de Caetano Veloso y Jorge Mautner; los tres fueron convocados por Adriana Calcanhotto para sus dos últimos trabajos con declarada devoción y tocan y graban constantemente, juntos o separados, como invitados), son en realidad cuatro: Pedro Sá, el que falta en el “+2”, es el que, en el origen, generó el encuentro y un referente cotidiano e íntimo. En Buenos Aires lo conocemos, lo hemos visto tocar guitarra y bajo con Caetano en el show de Noites do Norte y, a su derecha, en el “Cucurrucucú Paloma” que filmó Almodóvar.
Una tarde de noviembre en el estudio de Kassin, en Río de Janeiro, nos sentamos a conversar, sin Pedro. Era difícil participar de esa charla de amigos. Por momentos, tres músicos concentrados en un discurso orgánico y coherente; de a ratos, algún monólogo predominante sobre la base de risas y complicidades; todo el tiempo, tres chicos jugando, bromeando e intentando divertirse con cada minucia. Así, como esa charla, es la música que hacen: a veces se oye la voz de uno, a veces predomina la batería de otro. Siempre están las risas. De esa tarde, un botón. No muestra más que el clima y el entusiasmo de los +2.
Me gustaría que me contaran cuál es la historia musical de cada uno de ustedes.
Kassin: Mi hermano era disc-jockey, desde que yo tenía cuatro años se la pasaba comprando discos y escuchando música todo el día y de noche se iba a trabajar. También me enseñó a tocar la guitarra, y después pasé por unos cuantos grupos de rock. Pero bastante temprano conocí a Moreno y Domenico, ya teníamos una banda de rock experimental cuando yo tenía 18 años. Yo iba al mismo colegio que Pedro Sá y era guitarrista de un grupo que se llamaba “Acabou la tequila”. Pedro, que formaba parte de un grupo con Domenico, “Mulheres que dizem sim”, me los presentó y formamos una banda que se llamaba “Gold Night Varsovia”, que estaba compuesta por Leo Massacre y yo (de “Acabou...”), una parte de “Mulheres” y Moreno.
Domenico: Yo soy hijo de un compositor de MPB, que en determinado momento se relacionó sobre todo con gente del samba (Alcione, Joao Nogueira, Clara Nunes) y crecí en un ambiente en el que veía a los monstruos sagrados del samba tocando muy cerca: Baden Powell, Paulinho da Viola, Rafael Rabello. Después, cuando los conocí a ellos, en el colegio, formamos “Mulheres...”. Ése fue mi primer contacto con un grupo de rock. Al principio fue difícil, a mi papá no le gustaba, se quejaba; mi casa era como el cuartel general de la MPB, una cosa espantosa. Nunca me gustó estudiar y me mandaron al colegio de los chicos porque era una escuela más alternativa, por consejo del psicoanalista de mi madre, y fue mi salvación porque mi profesión y todos mis amigos salieron de allí. Después, a los quince años, empecé a tocar profesionalmente con mi papá. Fue una gran escuela porque tocaba samba con escobilla, rápido y bajito a la vez, hacía cosas bien difíciles. ¡Y tenía que leer! Me ponía un blazer y giraba las páginas de las partituras fingiendo que leía. Lo más gracioso es que cuando no lo hacía, me equivocaba. En esa época también conocí a Daniel Jobim y empecé a hacer cosas con él. Teníamos una banda juntos y empezamos a tocar con Danilo Caymmi y con otra gente, con Pedro Sá también.
Moreno: En realidad Pedro Sá es el tipo que nos juntó a nosotros tres. Kassin: Nosotros lo consideramos de la banda, toca siempre con nosotros.
Y vos Moreno, más allá de lo evidente, ¿cómo contarías tu historia?
Moreno: Nací y pasé toda mi infancia escuchando todo tipo de música porque, como en lo de Kassin, en mi casa escuchaban música todos los días y compraban todos los discos y los que no compraban se los regalaban y los que ni una cosa ni la otra los traía algún amigo y los ponía en la vitrola. Mi papá y sus amigos escuchaban música todo el día, todo tipo de música, cualquier cosa. Podía ser Joao Gilberto, o Stevie Wonder, o Milton Nascimento, o Chico Buarque, o Michael Jackson. Eso siempre me encantó. Además, a los nueve empecé a tocar la guitarra y, en la adolescencia, conocí a Carlinhos Brown y me enseñó a tocar un poco de percusión. Le tomé el gusto enseguida, me regalaron unos instrumentos (Brown me dio un pandero). Poco después salí de gira con mi papá Brown y yo tocábamos percusión en su show y fue increíble, porque eran tres shows por noche: Joao Bosco, Joao Gilberto y mi padre. Fue una convivencia de dos meses viajando por Europa, yo tenía sólo quince años y rodeado de genios. Después, empecé a estudiar cello, que era algo que siempre había querido y me resultaba difícil porque quedaba como por fuera de mi vida. Todos los músicos que yo conocía, que mi padre conocía, eran músicos populares. Tuve que correr detrás de los músicos clásicos, buscar, conocer, entrar en una escuela. Y empecé a estudiar cello. Se dio la casualidad de que en ese momento teníamos una banda experimental en la que cabía muy bien un cello. Yo tocaba cello, batería y trompeta.
Domenico: Te estás olvidando de algo importante, de Arto Lindsay.
Moreno: ¡Sí, claro! Cuando mi papá conoció a Arto en Nueva York, trajo unos discos rarísimos suyos. A mí me encantaron, por varios motivos: era un americano con cara de E.T. cantando con acento pernambucano, música hecha por una japonesa, con un alemán suizo tocando sintetizador. (Carcajadas.) Me simpatizó mucho esa extrañeza. Y, cuando finalmente lo conocimos, llegó directamente al centro de la escena, a tocar con nosotros. Y no sólo eso, cuando me vio tocar la batería, se volvió loco y me invitó a tocar en su banda. Hicimos dos giras internacionales, fue espectacular. Después, me dediqué a estudiar física hasta el momento de hacer mi disco, que fue un poco la combinación de todas esas experiencias.
Domenico: Un factor importante es la conjunción de muchos músicos y todos con ideas diferentes; es verdaderamente un trabajo de grupo.
Moreno: Cuando estaba haciendo mi disco quise realizar algunos sueños, como poner a Marco Suzano tocando tabla en una grabación, o tocar con Joao Donato o con Daniel Jobim, y lo conseguí. En Brasil es fácil para nosotros hacer eso porque conocemos a mucha gente. En el caso de Domenico, él también tenía algunas cosas en la cabeza y, en la práctica, sucedieron.
Domenico: Sí, sucedieron muchas cosas y muchas por casualidad, porque era un disco abierto a eso, no tenía nada predeterminado. Este estudio de Kassin fue esencial, porque es un estudio central, un lugar por el que pasan muchos músicos importantes.
Moreno: Ese tipo de cosas sólo puede suceder porque todos nosotros tenemos muchos contactos, eso es una característica fundamental de nuestra banda. Es el eje de la cuestión.
Ustedes son tres personas muy diferentes, ¿de qué modo se reflejan esas diferencias en el proyecto Moreno +2, Domenico +2, Kassin +2?
Kassin: En el proyecto, cada uno de nosotros es asesorado por los otros dos, de manera que queda en primer plano una persona y no la banda, aunque lo seamos. Por ejemplo, el disco de Moreno lo refleja mucho más a él que a nosotros. Nosotros lo asesoramos y eso funciona porque somos muy amigos.
Domenico: Mi disco fue un poco distinto porque la idea que yo tenía era muy vaga, era sólo una estética, un modo, un clima, e hicimos el disco los tres directamente en el estudio.
Moreno: El mío fue más fácil porque ya teníamos una idea de lo que iba a ser, sólo faltaba grabar, porque ya habíamos hecho varios shows. De la grabación surgió este trío como consejo. Por eso logramos hacer un disco como el de Domenico, que no existía, porque con esa base fuerte, esa comunión, él podía tirar las ideas y el trabajo florecía. Primero se juntó con Kassin y compusieron varios temas y yo participé más como técnico de sonido.
Domenico: En cada momento, cada uno juega a ser algo diferente. Cuando llegó Moreno al estudio fue fundamental porque nosotros ya estábamos saturados. Llegó fresco, hizo la mezcla, editó, cambió el formato, le dio forma.
Ustedes suelen ser considerados modernos, la “nueva escena carioca”, ¿qué opinan de eso?
Domenico: Me resulta gracioso porque en mi casa escucho mucha música vieja que compro en negocios de usados, samba antiguo, cosas de varios géneros, mucho décadas del sesenta y setenta. Pero tenemos mucho en común con mucha gente que hace música hoy en día: gente que hace todo junto, que graba, que compone, que diseña la tapa, que lanza el disco, que no depende mucho de la discográfica, que también tiene conocimientos técnicos...
Moreno: En ese sentido nos consideramos modernos.
¿Y les interesa hacer algo nuevo?
Moreno: Desde cierto punto de vista, nadie está haciendo nada nuevo. Tocamos los mismos acordes...
Domenico: Hoy en día es más difícil la novedad, viene más del progreso tecnológico que de la música misma. Una característica de nuestra generación es esa sensación de que no hay más nada nuevo para hacer, para crear.
Moreno: Lo que hacemos nosotros es básicamente reafirmar las cosas viejas que nos gustan y buscar la manera de mostrar eso.
Domenico: Ese progreso de la tecnología de estudio fue haciendo que la música fuera para un lado y no para otro. En algún momento se perdió algo muy importante, que es que las personas verdaderamente toquen; habría que parar con la obsesión que surgió en la década del noventa de que todo tiene que ser muy preciso y maquinizado.
Eso es lo que vos buscaste hacer en tu disco, ¿verdad? Un sonido más cercano a la de los años setenta.
Kassin: Sí, su disco está todo tocado.
Domenico: Sí, más sucio, más verdadero, más humano.
Moreno: Gracias a Dios ese avance de la tecnología también da la posibilidad de usarla para grabar algo bien diferente, con una sensación casera.
Domenico: Uno puede permitirse cantar de una manera humana, equivocándose, desafinando, haciendo cosas que a veces pueden sonar bien, algo que sólo pasaba en otros tiempos. Hoy en día ponen enseguida un afinador electrónico que cambia completamente el timbre de la voz y editan la batería para que esté exactamente en el tempo... es una perfección inhumana, sin gracia, sin alma.
Kassin: Igual, a mí me gustan las novedades.
Moreno: A mí me parece que la novedad es lo siguiente: queremos homenajear un estilo o un sonido que nos gusta de los años setenta o un samba canción de los años cincuenta y lo hacemos, sólo que como es uno de nosotros quien lo hace, nuestra personalidad está mezclada con la tradición y el resultado es algo nuevo. La persona que más me impactó en ese sentido últimamente fue Björk. Yo venía pensando que nada nuevo podía suceder en la música y de repente apareció esta mujer gritando. La personalidad fuerte, rara, de esa islandesa se vuelve una novedad absolutamente radical. Y, al mismo tiempo, a medida que uno conoce más aBjörk, uno se da cuenta de que ella también está homenajeando la música que le gusta.
Moreno, ¿cómo componés?
Moreno: No compongo. (Risas.)
Kassin: Nunca nadie lo vio componer.
Moreno: ¡Mentira! Ya escribí una música con Domenico, una con vos... Normalmente alguien me pide que componga algo, y el 20 por ciento de las veces sucede. Pero, la primera vez que compuse,, mi papá llegó y me pidió que escribiera una letra y lo hice. Tengo muy pocas canciones. Mi disco tiene sólo siete mías y esas siete son casi todas las que tengo. Por eso no digo que soy un compositor. Algunas veces algo me interpela, como cuando escuché la canción “Eu sou melhor que você”, de Maurício Pacheco. Tiene la misma cadencia armónica que otra canción suya, “Nao sabe”, que yo ya adoraba. Me quedé pensando cómo hacía dos canciones con los mismos acordes, el mismo tempo, el mismo todo y las dos distintas y lindísimas. Entonces agarré la guitarra y terminó saliendo una nueva canción, “Assim”, que está en el disco y surgió del análisis de esa unión de acordes que podía dar varias melodías diferentes.
Domenico: El único compositor verdaderamente constante de nosotros es Kassin, hace música siempre, tiene el hábito y la maña.
Moreno: Sí, es el único que puede decir que tiene 100 canciones compuestas. Domenico tiene quince, yo tengo diez...
¿En qué etapa está el disco de Kassin +2?
Moreno: En el lóbulo anterior izquierdo de Kassin...
Kassin: Estoy esperando un poco porque todavía no se lanzó en Estados Unidos y Europa el disco de Domenico, entonces me da pena hacerlo ahora y tener que esperar mucho tiempo para lanzarlo.
Si tuviesen que trazar una línea que uniera los hitos más importantes para la música popular brasileña, ¿qué momentos elegirían?
Domenico: La llegada de los portugueses, la llegada de los negros, la mezcla de todo eso; después vino la influencia de Estados Unidos, de la música latina; después la bossa nova, Vinicius de Moraes que hace un movimiento hacia la música popular, la Tropicália y hoy en día el baile-funk, y el mangue-beat. Porque la diferencia entre la Tropicália y el baile-funk o el mangue-beat es que éstos son orgánicos, no pasaron primero por la inteligencia para concebir un programa porque era estéticamente importante en esa época. Es una manifestación totalmente orgánica.
Kassin: Es una actitud menos mental.
Domenico: Es la diferencia que hubo en algún momento entre la música de Stockhausen y el solo de Jimi Hendrix. Los dos llegaron al mismo punto, sólo que uno es el mundo de la inteligencia y el otro el mundo de la música.
Kassin: Naçao Zumbi es la mejor banda del mundo. Por lo tanto, es difícil no considerarla un hito importante, por sí misma, independientemente del movimiento.
Moreno: Domenico habló de Vinicius de Moraes, creo que habría que completar, están también Tom Jobim y Joao Gilberto.
Domenico: A mí me parece que uno de los factores más importantes de la música brasileña son esos dos mundos que vivían separados (que Villa-Lobos ya intentó juntar cuando escuchaba Cartola y cuando con Manuel Bandeira quería escribir letras siguiendo la forma de los cantos populares del Nordeste) y en determinado momento aparece una generación de personas que ya unía esos mundos, eruditas y populares al mismo tiempo: la generación de Tom Jobim, Dorival Caymmi y Assis Valente. Y el hecho más representativo de eso es que Vinicius de Moraes sale del mundo erudito, frecuenta a la vez las rodas de samba y el candomblé y se va a vivir a Bahía. Ése es el símbolo mayor. Kassin: Jorge Benjor también constituye un hito aparte, porque fue determinante en varias épocas y de un modo distante.
Domenico: Y sin pertenecer a ninguna escuela.
Moreno: Claro, su escuela es el sambalanço, que él mismo fundó.
Domenico: Es básicamente un inventor, como lo era Luiz Gonzaga. Hay ritmos y estilos que no existirían sin ellos.
Moreno: Joao Gilberto, en ese sentido, es esencial también.
¿Y otras influencias importantes para su formación, aunque no lo sean estrictamente para la música brasileña?
Moreno: En mi formación son importantes los instrumentistas, tanto Carlinhos Brown como Gilberto Gil. El modo en que Carlinhos toca la guitarra, aunque no suceda muy a menudo, es muy influyente... me interesan los músicos que cambian de área, como este percusionista tocando la guitarra. Cuando eso sucede, tocan el instrumento de una manera muy especial, que me inspira enormemente. Jorge Ben es una persona crucial en mi formación, porque los primeros discos que yo ponía para escuchar en casa una y otra vez eran los suyos. Lo escuchaba más que mi papá, y ¡mirá que escuchar algo más que mi papá es muy difícil! (risas)
Kassin: Jorge Ben y Naçao Zumbi son los puntos en común entre nosotros tres. Yo también escuchaba mucho The Clash...
Domenico: Sí, para mí, de los de nuestra generación, de los que vimos surgir, Naçao fue sin duda lo que más me influyó, lo más emocionante.
Kassin: Tom Zé...
Moreno: Sí, la manera de hacer música y de pensar de Tom Zé es realmente una influencia directa para nosotros.

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