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Domingo, 30 de agosto de 2009

EVENTOS > EL 14º FORO DE CHACO POR LA LECTURA

Chaco caliente

En medio de uno de sus momentos más álgidos en muchos años, con protestas sociales en casi todos los frentes, un sistema de salud al límite y el hambre como moneda corriente, se organizó el 14º Foro Internacional por el Fomento del Libro y la Lectura que todos los años organiza la Fundación Mempo Giardinelli. Pero lejos del contraste absurdo, el Foro, que convoca a más de dos mil escritores, docentes, estudiantes, lectores en general y una cantidad considerable de intelectuales invitados, funcionó una vez más como ejemplo del lugar fundamental que la lectura deberá tener en la reconstrucción de un país.

 Por Guillermo Saccomanno

Una sequía como no se ha visto antes provoca la quema de pastizales y amenaza varias localidades de la provincia. Inesperado el frío que hace, porque a esta altura del año, en esta segunda semana de agosto, en Resistencia, Chaco, debería hacer calor. Menos inesperado que el frío es el recalentamiento social: que la plaza 25 de Mayo, la principal de la ciudad, se llene de carpas de indígenas –los “originarios” como se los denomina eufemísticamente desde lo políticamente correcto–, integrantes de la multisectorial aborigen y campesina. Han caminado más de tres días para venir y establecerse acá con sus familias reclamando por las promesas gubernamentales incumplidas. En verdad, las carpas no son carpas sino unas tiendas temblorosas de polietileno negro, el mismo de las bolsas de basura, que se agita con la brisa fría. Parte el alma ver las mujeres lavando la ropa en las fuentes de aguas roñosas. Jóvenes con cara de espera reunidos alrededor de unas brasas donde se improvisa una comida en una cacerola abollada. En la mañana fría un mate pasa de mano en mano. Los chicos deambulan entre los carteles con reclamos y consignas. A la plaza también se sumaron desocupados con sus carteles de la Corriente Clasista y el Partido Obrero. En estos días los trabajadores de la salud están de paro. En tanto, en el hospital Perrando, el pediátrico local, aunque la gripe A pareciera haber aflojado, las salas se colmaron con casos de bronquiolitis y neumonía. Los empleados estatales marchan hacia la Legislatura. Hay otros gremios, además, en estado de alerta. Hace dos días que el Tribunal de Cuentas no tiene actividad. Unos judiciales hacen sentir su paro en toda la provincia, cortan la calle, tiran petardos. No menos caliente es la huelga de maquinistas. Casi una noticia menor que dos pibas salteñas, de trece y quince años, fueron rescatadas en un prostíbulo en Pampa del Infierno.

A unas quince cuadras del agitado centro de Resistencia, en el Domo del Centenario, una profesora, citando a Wittgenstein, se refiere a las limitaciones del lenguaje, su encuentro con el otro y lo otro. Daría la impresión de que esto no tiene que ver con el drama social. Sin embargo, tiene mucho que ver. El Domo es un espacio comparable al Luna Park. Alrededor de dos mil docentes –maestras y profesoras venidas desde lugares remotos como La Pampa o Chubut–, estudiantes, lectoras y lectores en general, además de la cantidad considerable de intelectuales invitados, escucha con atención a la joven escritora Eugenia Almeida, habitante de Unquillo, el pago de Spilimbergo y su discípulo Carlos Alonso. Tras citar a Wittgenstein, Almeida sigue con Kapucinski, Weil, Suzuki y un manual de neurología. A estas lecturas arribó por la enfermedad de su madre: “Cerrar el libro o apoyarlo contra el pecho. Detenernos un minuto y saber que eso que acabamos de experimentar era algo nuestro, algo que habíamos sabido y que, sin saber cómo ni por qué, habíamos olvidado”. En el mismo escenario, Angélica Gorodischer, dama de pelo rojo, anteojos verdes y elegantísimo traje blanco, arrolladora, defenderá su pasión de lectora omnívora estimulando su contagio: “Hay que leerlo todo”, dice. “Todo.” En la misma mesa, Vicente Battista evocará sus lecturas de infancia y contará cómo su padre, un carpintero socialista, le armó su primera biblioteca. Nada de melancolía en Battista: su exposición apunta el contraste que va desde una sociedad que se formaba haciendo lectores a una de sumisión ante el avance del embrutecimiento tinelliano.

En el Domo leen y son escuchados con una atención reverencial poetas y narradores infantiles como el veterano Gustavo Roldán. Verónica Sukáczer, compañera de género, hipoacúsica desde sus seis años, desarrolla una conferencia sobre la problemática de la lectura cuando se padece esta discapacidad. Es notable el interés que Sukáczer despierta en el público, que le formula con una curiosidad conmovedora una andanada de preguntas acerca de la enseñanza y práctica de la lectura para esta discapacidad. También como lugar de poesía, en el Domo está Ana Guillot, leyendo su obra íntima y desgarrada que evoca sus abuelos catalanes y republicanos. Al día siguiente Gullot, mencionando a Paul Celan, leerá su ponencia sobre la creación poética y el lenguaje como conflicto. A su vez la editora, traductora y poeta Rosario Pedreira, portuguesa, leyendo sus versos amorosos traducidos a nuestra lengua con un acento envolvente, cautivará al Domo entero sumiéndolo en un silencio reconcentrado.

Se hace difícil nombrar a todas y todos los intervinientes, desde la prolífica y ya consagrada Liliana Bodoc, dueña con su saga de uno de los mundos personales de la última literatura nacional, hasta Elsa Osorio, con una narrativa que incursiona de frente en la temática de los Derechos Humanos y las criaturas apropiadas. Siempre, al hablar del Foro, se corre el riesgo de pasar nombres por alto. Es interminable la lista de narradores, poetas, ensayistas, periodistas, investigadores y teóricos preocupados por la lectura que han desfilado en estos catorce años. Elijan un nombre, busquen en Internet el site www.fundamgiardinelli.org.ar y confirmen lo que digo. Ahora mismo, por ejemplo, no debo olvidar al cineasta Pablo Díaz interviniendo en un concurso de cortos realizados por pibes: “Monstruos versus Superhéroes”. Hay que acordarse también del documental Todos a leer, dirigido por Karin Kiska, sobre las experiencias de lectura en voz alta. Al respecto, ausente con parte de enfermo, Leopoldo Brizuela, despachó su ponencia desde La Plata: “La lectura en voz alta es el modo en que un alumno pueda leer y leerse solo, después, en la intimidad: ese diálogo con uno mismo que, según Hannah Arendt, es la gran conquista del espíritu humano. Eso sabían nuestros más humildes ancestros, por eso, cuando ya de su mundo parecía no quedar piedra sobre piedra, la lectura seguía siendo el sitio en que los reencontrábamos”.

Y no pueden dejar de mencionarse al sagaz novelista y narrador de cuentos cortos Orlando Van Breddan, al hard boiled Miguel Molfino o a Eduardo Sacheri, cultor de Benedetti y Soriano, escritor futbolero y no sólo porque en este tiempo se ha popularizado por la adaptación cinematográfica de El secreto de sus ojos, thriller romántico que filmó Juan José Campanella.

En este marco también tienen su espacio las memorias y los balances de los programas educativos. Carlos Noguera, novelista y directivo de la legendaria editorial venezolana Monte Avila, diserta sobre el programa bolivariano de educación y los proyectos y programas ya cumplidos de difusión de la lectura a través de tiradas masivas. No se queda atrás Margarita Eggers Lan del Ministerio de Educación cuando le toca enumerar las acciones de su área. Una lista de los libros publicados por el ministerio incluye tanto a Vargas Llosa y a Saramago como una antología de escritoras argentinas. No menos impresionante fue el plan de lectura que divulgó a más de treinta autores argentinos publicándoles sus cuentos y distribuyéndolos en colegios donde luego se encontrarían con sus lectores. Este encuentro entre escritores y alumnos, cabe anotar, ha sido tal vez más importante para los primeros en la medida que, plantados ante la realidad del aula, toman conciencia de por qué escribir, qué escribir, a quién y cómo pararse en la literatura en un país devastado que no es, ni más ni menos, que el que se encuentra quien visita Chaco en estos días: la pobreza, la enfermedad y el hambre.

Si la inauguración de los cuatro días del encuentro estuvo a cargo de la sutil Laura Devetach, pionera de la literatura para chicos, del cierre, en la mañana del sábado, se ocupará Pablo de Santis, con una borgeana conferencia magistral concentrada en un imaginario museo de los instrumentos de escritura (lapiceras, tinteros, secantes, nictógrafos) que remite por momentos a una obsesión a lo Millhauser.

Este es el 14º Foro Internacional por el Fomento del Libro y la Lectura que organiza la Fundación Mempo Giardinelli, internacionalmente premiadísima Organización No Gubernamental sin fines de lucro. Uno de sus logros más divulgados es el Programa de Abuelas Cuentacuentos: más de doscientas abuelas y abuelos que, en todo el país leen cada semana para miles de chicos en escuelas, centros comunitarios, museos, parques y hospitales. El programa ha tenido transferencias internacionales y hoy opera en Monterrey, Ciudad Juárez, Medellín, Quito, Richmond (EE.UU.) y Derbyshire (UK). Además de lectopediatras voluntarios, diversos programas de amigos lectores y grupos de lectura acompañada, la Fundación tiene un programa de asistencia a comedores infantiles.

El trabajo fuerte de estos días no consiste sólo en la elaboración de ponencias que se debaten por las tardes y hasta bien entrada la noche. También está la candente serie de talleres matinales que abarcan diversos géneros a cargo de los escritores participantes. Desde la problemática de la lectura en el aula hasta la narrativa policial, en las aulas se escuchará hablar con igual entusiasmo de Rodolfo Walsh, Paulo Freire, Alejandra Pizarnik, Scott Fitzgerald, Diana Bellessi, Franz Kafka, Virginia Woolf, Raymond Chandler.

Y sí, mientras tanto, afuera, rodeando el Foro, está la realidad social que describí al comienzo de esta crónica, una realidad que podría hacerle a uno bajar los brazos. Sin embargo, su efecto hostil resulta alentador. Quizás porque de tan adverso se vuelve boomerang y consigue, cada año, redoblar la garra del Foro. Cero narcisismo, cero rivalidad autoral, sin prejuicios académicos ni rencores populistas, hombro con hombro, el Foro es un ejemplo de lo que puede la lectura cuando se la comprende como un derecho de todos. Y ésta será la impresión que uno habrá de llevarse.

También es cierto: aunque mucho se habla en determinados círculos ministeriales y escolares sobre la lectura, los medios no le conceden la mínima trascendencia que merece y, por su parte, no son todos los docentes, la gran mayoría, los que se lanzan en apoyo de estas movidas. Cabe pensar que la docencia que acude al Foro, aunque apabulle en número, son casos insulares en los colegios del país. Por dar sólo un ejemplo: si bien es cierto que el Ministerio de Educación de la Provincia de Buenos Aires convocó a Ricardo Piglia, Arturo Carrera, Angela Pradelli, Elisa Calabrese y Daniel Link para elegir clásicos nacionales a promover en los colegios, con la realización de esta iniciativa no alcanza si los docentes, además de luchar por sus salarios, no se inquietan por una mejor calidad educativa. Y entonces sobreviene una pregunta que tensa los ánimos: ¿De qué hablamos cuando hablamos de lectura?

Giardinelli lo puso en claro en la declaración de principios de su Fundación: “Somos lo que hemos leído. La ausencia o escasez de lectura es un camino seguro hacia la ignorancia, y aunque ésa puede ser una condena individual gravísima, lo es mucho más cuando deviene colectiva. Una sociedad que no lee, que no cuida sus libros y sus medios, que no cultiva su memoria y no alienta el desarrollo del conocimiento, es una sociedad culturalmente suicida”. Este año Giardinelli extremó sus argumentos en un discurso terminante en defensa de la educación pública y la difusión de la lectura. “Aspiramos a una sociedad en la que los alumnos no sean clientes y los lectores no sean consumidores”, dijo. En resumidas cuentas, no hay inocencia en el sentido de este Foro. Y si cuenta cada año con más respaldo y una audiencia torrencial, la razón es política. En el mismo país donde la derecha campera patotea al Congreso de la Nación en nombre de valores republicanos, los grandes trusts de información no ocultan su golpismo y el intendente niño bien pretende que el Teatro San Martín sea rentable como la Bombonera, en el mismo país, digo, y conviene subrayarlo, la continuidad de este Foro viene a probar que la lectura es una herramienta de liberación.

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