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Domingo, 14 de febrero de 2010

La cálida lucidez

Hebe Uhart, la autora de los cuentos en que se basa Querida mamá o Guiando la hiedra.

Hebe Uhart recibe en su casa de Villa Crespo, a metros del Mercado de las Flores, sirve café, comenta el viento que se ha levantado como una bendición sobre Buenos Aires. El departamento está en un piso alto y tiene las ventanas abiertas, por lo que el aire mueve peligrosamente las cosas. Hebe Uhart se levanta a cerrar. “Se nos va a volar hasta el alma”, dice y se sienta a hablar de Querida mamá..., la obra teatral de Laura Yusem, que tiene a sus cuentos como protagonistas. Hay que decir que Uhart es una de las escritoras argentinas más prestigiosas de la actualidad y también de las más raras. Su obra está repartida en distintos libros de cuentos, entre otros Dios, San Pedro y las almas, El budín esponjoso, La luz de un nuevo día, Del cielo a casa y Turistas –estos dos últimos publicados por Adriana Hidalgo, son los únicos que aún se consiguen– y algunas novelas como Camilo asciende y Señorita. Uhart, a pesar de su claridad y su humor insólito y brillante, aún sigue siendo una escritora secreta.

“El juicio del autor no es confiable”, dice cuando se le pregunta sobre la obra. “Uno tiene una idea de cómo sería si la pusiera uno, cómo haría, y una obra una vez que se terminó ya no es más la escritura, son cosas que producen distintos efectos. Me parece que la puesta está bien. Yo dejé los cuentos y listo. Participar de la adaptación hubiera sido complicado, porque cada uno tiene un criterio particular de lo que es la obra y es muy difícil coincidir.” No se puede no darle la razón.

Pero no siendo Hebe uno puede ver en la obra teatral elementos de la poética Uhart, ver de algún modo su mundo representado, en las palabras de las actrices, pero también en la idea de una casa de familia donde las distintas generaciones se comunican –esto no quiere decir que se entiendan– desde un lenguaje propio.

Hay algo que cambia, sí, y que tiene que ver con la profundización en la puesta del punto de vista femenino. Las historias de Uhart pueden ser sobre una familia, una mujer o un pigmeo, de un modo indistinto. Pero en Querida mamá se condensa la historia en la relación entre una madre y una hija, en un mundo donde los hombres no cortan ni pinchan. De hecho, tanto la directora como las actrices y la autora son mujeres.

Para Uhart el tema del género no es un problema: “Yo no pienso mucho en el género. En ese sentido soy un poco limitada, un poco realista. Nací mujer y ya está. Me dijeron hace poco ‘Vos no tenés imaginación’ porque no puedo pensar si hubiera sido varón qué hubiera sido. No me dio por pensar eso. Pero en relación al género, no tengo muchas certezas, para decirte las mujeres son así, los hombres son asá. Lo que sí son las mujeres es más rencorosas. Y son más dependientes, porque todavía es muy importante la parte física; la mujer sigue valorando al hombre más que a ella misma”. No se puede no darle la razón.

A pesar de que ella dice no “ser muy teatrera”, Uhart había sido llevada al teatro en 2006 con Remedios para calmar el dolor, de Adrián Canale. Ambas obras lograron extraer de esta escritora una matriz de representación: como si hubiera estado ahí siempre, como si esa lucidez tan cálida hubiera esperado estar en un escenario, ser dicha por personas de carne y hueso, para brillar un poco más fuerte.

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