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Domingo, 28 de noviembre de 2010

Click, click, ping, pong

¿Cuál fue el escritor más difícil de fotografiar?

–Lobo Antunes, que nunca quiso repetir (tenía muchas de viejos encuentros pero quería actualizarlas) y por fin me citó en un Festival Hay este verano. Me hizo esperar una hora y después me volvió a decir que no. Pero justicia poética- al rato lo vi subir a un taxi y, de la mano que lo saludaba, hice clic y me salió una foto que no está mal, mirá por dónde...

¿Quién quedaba disconforme y hubo que hacerlo una y otra vez?

–Sepúlveda. Me dijo la primera vez: “Oiga, compadre, esto no son fotos, son radiografías; no quiero pasar a la historia como un informe médico. Repitamos sin prisa”. Y así nos hicimos amigos.

¿Alguno sabía exactamente cómo quería que lo fotografiaras?

–Piglia. Su foto es ya un pequeño icono, creo. Inspirada en la de Borges, él lo tuvo claro desde el principio y acertamos. Sólo hizo falta su idea, un café, un urinario público.

¿La foto que imaginaste para uno pero no quiso sacársela?

–Casi al revés: le pedí a Pitol que se echase un pasito atrás. Y otro. Y... se cayó por una escalera y casi se mata. ¡Y lo peor es que eso nunca lo olvidó!

Adolfo Bioy Casares

¿La que nunca podrás hacer?

–A Cortázar viejo, libre de la enfermedad, disfrutando plácidamente de la primavera parisina.

¿Qué dijo Bioy cuando lo retrataste al lado de una cama?

–“La eternidad es una de las raras virtudes de la literatura.” He pensado mucho en esta frase y he hecho muchos retratos con cama después.

¿Qué dijo Borges, que ya era ciego?

–No recuerdo bien: veo sombras, oigo clics.. algo así dijo en San Telmo. Recuerdo que rimaba, eso sí.

¿Por qué a García Márquez en una cama?

–Porque era recién después de almorzar, acabábamos de comer con Mercedes, su esposa, y otros amigos y se iba a dormir una siesta y yo le propuse: charlemos un rato tranquilos. Y creo que se ve calma en la fotografía. Una gran serenidad.

¿Le propusiste a alguno una foto y te respondió: ‘Pero vos no me leíste’?

–Sí, hubo varios. Pero les prometí hacerlo después. Y con la mayoría valió la pena. Si leí incluso a Camilo José Cela.

¿Hay escritores a quienes no fotografiarías?

–¡No! Otra cosa es cómo salgan retratados.

¿Una foto buena es una que no se puede usar en la solapa?

–Ja, ja. Es cierto que hay algo de eso pero... ¡no! Tengo buenas solapas. Fajardo me queda siempre genial. Sería bueno que los editores arriesguen un poquito más; a veces se gastan un millón de euros en los derechos de un libro y luego publican esos sellitos que parecen de fotomatón.

¿Qué es lo que está prohibido en una foto de escritor?

–Traicionar al retratado. Utilizar una debilidad para hacer sangre o burla o lucrarse. Hay un código tácito de confianza que nunca traicionaré.

¿Qué foto de escritor que no hiciste vos envidiás?

–La de Philippe Halsman de Nabokov en pantalón corto cazando mariposas.

¿Nunca preferiste fotografiar a la mujer de un escritor?

–¿Habiendo tan grandes escritoras? Prefiero a Wendy Guerra, a Eugenia Almeida, a Olga Merino, a Alicia Giménez Bartlett, a Elsa Osorio. Lo tienen todo; a veces incluso marido.

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Jorge Luis Borges
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