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Domingo, 25 de noviembre de 2007

CULTURA / ESPECTáCULOS › TEATRO. EL GRUPO TEATRO KATASTROFA Y LA ULTIMA FUNCION DE SU OBRA 1

Nadie sale vivo de ahí adentro

La trama se mueve en un espacio en ruinas que por momentos
deviene en campo de concentración, en cárcel dictatorial,
en psiquiátrico, sitios que comparten el tormento, la tortura.

 Por Julio Cejas

Hoy a las 20.30 en "La Peripecia", Mendoza 1066, podrá verse la última función de este año de la perturbadora "Obra 1 (construcción de silencio) creada por el Grupo Teatro Katastrofa. La puesta dirigida por Santiago Dejesús es la carta de presentación de este colectivo de actores, que inició sus actividades el año pasado en el desaparecido Invisible Galpón de avenida Francia 1750. El nombre de esta nueva agrupación teatral quizás tenga que ver con la situación catastrófica que significó la pérdida de ese lugar, un estudio de danza y teatro que fue arrasado por la última tormenta de noviembre del 2006. En ese espacio comenzaron las primeras aproximaciones a esta búsqueda de una poética que indaga en sitios desolados donde algunos hombres son depositados a la espera de una muerte anunciada.

El espectador deberá transitar por largos y oscuros pasillos que lo llevarán a un viejo patio por el que se mueven figuras fantasmales que abrirán las compuertas a una larga pesadilla. Los laberínticos pasillos internos de La Peripecia se prestan para este recorrido que nos lleva a un sórdido y precario hospital donde se alojan pacientes tuberculosos.

De esto se puede tener alguna referencia en el programa de mano en el que se explicita que el lugar en cuestión es "el Sanatorio de Santa Mónica que ha quedado abandonado después que el gobierno efectuara el último `recorte', dejándolo a la deriva". Los últimos sobrevivientes: tres hombres y una mujer son junto a la única enfermera del lugar, los protagonistas de una oscura historia que nos evoca en parte algunos climas de "Boquitas pintadas" de Puig o el cuento "Esther Primavera" de Roberto Arlt.

Si en algo puede emparentarse esta propuesta de Teatro Katastrofa con el clima arltiano es en ese cruce entre sobrevivientes de una sociedad que enferma y recluye a los que se resisten a entregarse sin dignidad.

Esos hombres como Gregorio Paya, el Siete y Roberto Argentino Sacco que parecieran estar siempre esperando ese "suceso extraordinario" del cual Arlt hiciera referencia en gran parte de su literatura dramática. De la misma manera que en las trincheras de la Segunda Guerra Mundial, los soldados alemanes aguardaban la presencia de la emblemática Lili Marlene, aquí Sacco, un boxeador en recuperación evoca y espera a Esther Primavera.

Es un edificio que se borronea a cada instante para dar lugar a diferentes espacios donde el aire es irrespirable y las fronteras con el exterior están delimitadas por los deseos frustrados de los internos. En este cuartel regenteado por una voluminosa sargenta que se disfraza de enfermera, de madre y de amante, sólo se puede salir en la piel de un cadáver o de un fantasma.

Por momentos ese lugar en ruinas creado en "Obra 1", deviene en campo de concentración, en cárcel dictatorial, en psiquiátrico, sitios que comparten el tormento, la tortura y los aparatos con los que se administra "la salud de los enfermos".

El espectador está atrapado en uno de esos pabellones como si su rol fuese el de la visita de los domingos, inerme y respirando el mismo clima de asfixia de estos pacientes que no terminan nunca de morir. El ritmo de la obra es desenfrenado y alcanza climas de verdadero paroxismo.

El sello inconfundible de Mauricio Caturelli en el diseño y la construcción de esos objetos fatídicos, junto al propio director Santiago Dejesús, resaltan el aspecto siniestro de la maquinaria del poder. Caturelli también es responsable del diseño de luces que genera un lenguaje propio y que provee a la obra de increíbles climas expresionistas y cercanos al cine de terror.

Las actuaciones de Paula Sadin, Yanina Orieta, Marcos Chiarito, Severo Callaci y Carlos Frenkel completan con una entrega por momentos poco dosificada, la estrategia que la dirección y el grupo necesitan para potenciar un material que destila su propia poética.

Un auspicioso debut de Teatro Katastrofa con un trabajo que apuesta al riesgo de sus integrantes y que más allá de algunos desfasajes en el dispositivo de la estructura dramática, logra generar un producto de genuina factura.

Obra con múltiples lecturas y que retornará el año que viene a la cartelera local, para posicionarse como una de las producciones con sello de autenticidad y con recorrido propio.

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Una poética que indaga en sitios desolados.
 
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