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Martes, 4 de noviembre de 2008

CULTURA / ESPECTáCULOS › TRES PROPUESTAS ELEGANTES EN EL ESPACIO DE ARTE CULTURA PASAJERA

Inteligencia y belleza conjugadas

Obras de Leandro Comba, de gran perfección técnica, un diorama de Leila Tschoop que rinde tributo a la arquitectura rosarina y una instalación de Marcela Sinclair pueden visitarse en el pasaje Pam, cada vez más cerca del diseño.

 Por Beatriz Vignoli

En perfecta consonancia con la transformación que se está produciendo a medida que el diseño y los diseñadores invaden el más que centenario Pasaje Pam (Córdoba 954/ Santa Fe 955), el espacio Cultura Pasajera que coordina Román Rivoire ofrece tres propuestas elegantes. Desde la perfección técnica de las obras de Leandro Comba que adornan la sala Ribuar hasta un espléndido diorama de Leila Tschoop, pasando por la instalación de Marcela Sinclair en El Cubo Blanco, todo conjuga inteligencia y belleza.

Comba y Tschoop abordan y retoman la tradición del arte geométrico, anclándose especialmente en aquellas propuestas desarrolladas en los años 80 bajo el nombre de Neo Geo o Nueva Geometría. Lo propio hace Marcela Sinclair en sus calcos troquelados huecos de reglas y escuadras en materiales blandos de las que ella cuelga imágenes en su blog (marcelasinclair.blogspot.com), pero lo que aborda aquí es más conceptual: se trata de una instalación con objetos inspirada en la teoría ondulatoria del físico y matemático holandés Christiaan Huygens (1629-1695), interpretada poéticamente en términos de la huella luminosa que emite un objeto en el éter. En uno y en otro caso cumple una función importante la estocástica, o ciencia de las leyes que gobiernan los procesos del azar. Un banco de madera y lo que parece ser su rastro fantasmal testimonian el proceso por el cual Sinclair experimenta el espacio como tiempo, o viceversa. Se trata de un uso estético de la ciencia (o de teorías obsoletas de la ciencia), que recuerda a aquella boutade del filósofo inglés David Hume: "La filosofía es un deporte del espíritu".

Llama la atención por su economía formal y su calidad plástica la serie que presenta Leandro Comba, titulada "Obrador", de pinturas al acrílico sobre melamina montada en tableros de fibra de madera de media densidad (MDF, por su sigla en inglés). En el ámbito de la pintura, estas obras evocan el alto modernismo de mediados del siglo pasado: el pintor y crítico Daniel García las asocia a las Black Paintings o pinturas negras del minimalista norteamericano Frank Stella. En lo que al sentido concreto de las imágenes respecta, reenvían a arquitectura suburbana, ya que sus formas remiten a planos axonométricos de estadios y piletas de natación. La técnica no es un dato menor. A semejanza de aquellas de Stella y sus coetáneos, la de Comba es pintura de alta precisión que provoca un efecto "frío" o "cool" al pulir y hacer desaparecer todo rastro del pincel, toda huella de temperamento.

"Leandro Comba es un artista que piensa y cimienta obras que simulan superficies arquitectónicas en donde la disposición que las compone aparenta ser lo que las sustenta", escribe Marcela Römer en el texto de catálogo de la muestra de estas obras que se realizó en julio pasado en Signature Art Gallery, una galería de Miami, EE. UU. (El texto completo en www.leandrocomba.com.ar).

Por último, el diorama que la artista porteña Leila Tschoop ha instalado en la vitrina del Pasaje constituye un doble homenaje a la arquitectura rosarina. Como acertadamente lo expresa Daniel García en un texto escrito especialmente para esta triple exposición (ver texto completo en leilatschopp.blogspot.com): "Lo inestable y la arquitectura aparecen también en la obra de Leila Tschopp en varias formas. Su Proyecto Diorama, una instalación site specific y parte de un proceso de investigación sobre el tema, hace un magnífico uso de la vitrina del patio del Pasaje. En ella articula, en varios planos que se intersecan, diversas imágenes abstractas con la representación de un edificio rosarino, cuyo particular y audaz diseño presenta al equilibrio como tema. Su efigie aparece en la obra de Tschopp con colores brillantes y netos, que lo ubican en el espacio utópico y ficcional de un futuro que no fue, un futuro pasado. El diorama era un dispositivo, ideado por Daguerre e instalado primeramente en París en 1822, que consistía en una escenografía compuesta por varios planos pintados, semitransparentes, que mediante juegos de luces acentuaban la sensación de profundidad. El París de los tiempos del diorama es el mismo París de los pasajes y las galerías cubiertas, a cuya imitación se construye el pasaje Pam en el último año del siglo XIX en plena época de oro de la ciudad. Hoy, en un momento en el que el auge de la construcción y el boom inmobiliario parecen señalar un nuevo período dorado (en este caso, light, ya que esta hecho a base de soja), la obra de Leila, evocando aquellos espectáculos parisinos del positivista siglo XIX y los diseños utópicos arquitectónicos, también parece hablarnos de la fugacidad y fragilidad de los proyectos humanos".

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Diorama, de la porteña Leila Tschoop, puede disfrutarse en la vidriera del Pasaje Pam.
 
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