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Martes, 29 de septiembre de 2009

CULTURA / ESPECTáCULOS › LA MUESTRA "229 FERRARIS" SE EXPONE EN EL MACRO HASTA EL 12 DE OCTUBRE

Ferrari: las escrituras del poder

Además de la prestigiosa "El juicio final", que forma parte de la colección del museo rosarino, en la muestra pueden verse otras obras emblemáticas. Una pieza clave es su polémico montaje "La civilización occidental y cristiana".

 Por Beatriz Vignoli

"Compré frente al club de los pescadores en la Costanera Norte un paquete de lombrices grandes, gordas. Las lavé en un balde para sacarles la tierra y las puse en el medio de una tabla blanca de 100 x 70 centímetros. Ricardo [Pons] las filmaba mientras las lombrices se corrían hacia los costados cubriendo todo el rectángulo". El relato pertenece al prestigioso artista argentino León Ferrari (Buenos Aires, 1920). Se lo contó en una entrevista a Andrea Giunta. "Pensé terminar el video con una gallina hambrienta comiendo vorazmente el dibujo. Me gusta la idea del arte que dibujan las lombrices, que luego es comido por la gallina y que después, se puede terminar, es defecado sobre un infierno de Boticelli". En su obra titulada "Juicio final" (excrementos de aves sobre estampa del juicio final de El Bosco, Giotto y Fra Angélico, 2008) Ferrari desarrolla la segunda parte de este ciclo alimenticio (aunque se trate de canarios y no gallinas, de alpiste y no de lombrices), y es significativo que Giunta se refiera a esta pieza como un collage y no como una instalación, porque lo relevante allí no son los animalitos sino la degradación sufrida por estas imágenes tradicionales de lo que el artista llama "arte infernal" o "arte tortura". En suma, esta es una instancia de arte como crítica de arte, como cuestionamiento al patrimonio artístico, que se inscribe en toda una tradición conceptualista.

Dicha obra es una favorita de la colección Castagnino+Macro, y constituye una de las 229 piezas que componen la muestra "229 Ferraris", inaugurada el jueves pasado en el Museo de Arte Contemporáneo de Rosario (Bv. Oroño y el río). El MACRO expondrá la colección hasta el 12 de octubre. Allí pueden verse además otras obras emblemáticas. Una pieza clave de su presencia en el Macro es su polémico montaje de objetos "La civilización occidental y cristiana", el Cristo crucificado sobre un bombardero.

Ferrari viene trabajando en el último lustro con una serie de obras que exploran las relaciones entre el poder, la ideología y la violencia, ahondando planteos conceptuales de sus producciones realizadas a partir de los años sesenta. Entre las obras con significado, con intención cuestionadora, está haciendo una serie de tribunitas, de 50 x 50 x 50 centímetros con unas diez gradas. "Puse allí unos 100 santitos. Se llama Monoteísmo", relata el artista. "Estoy haciendo otra un poco más grande, llena de corderos blancos, muy lindos, y en el medio una vela roja con forma de pene. Se llama Cordero y pecado. Por otra parte, sigo trabajando con juguetes. Hice una serie de aviones de guerra que adorné algunos con plumas, otros con palomitas blancas de la paz, hay uno con un loro. También tanques de guerra conducidos por la estatua de la Libertad, por Jesús y María. Y algunas cocinitas de juguete con santos y vírgenes y un microondas que da vueltas cuando se toca un botón y muestra a un grupo de santos asándose. Se llama El Infierno. Continúo con los collages. Compuse varios con las noticias publicadas en la prensa sobre las torturas en Irak ilustrándolas con las torturas en los lindos infiernos del arte cristiano, y los asesinatos de palestinos por las fuerzas de Sharon con las ilustraciones que muestran a los cananeos exterminados en Jericó durante la primera invasión a Canaán".

León Ferrari inauguró su nueva exposición con una conferencia de prensa y una charla al público donde volvió sobre sus obsesiones. Volvió a recordar los vejámenes sufridos por su obra en su exposición antológica del Centro Cultual Recoleta en 2004, y volvió a fustigar a los grandes artistas del Renacimiento, que se hicieron cómplices de la propaganda ideológica de la Iglesia destinada a aterrorizar a los fieles con imágenes del infierno. Imágenes míticas públicas que refractaban una realidad oculta y atroz, las de las torturas infligidas a los herejes en nombre de la religión. Son opiniones centrales en el discurso de este artista, más aún considerando que su obra "Jaula con aves" es más que elocuente al respecto de qué opina Ferrari de este arte propagandístico occidental. En la obra gráfica de Ferrari se deja leer además una continuidad entre la Inquisición de la Contrarreforma y la represión por motivos políticos de la última dictadura en Agentina. Estas perturbadoras obras políticas, como "Homenaje a las víctimas de la tortura" (escritura, flores, cucarachas, 2001) y "Nunca más" (láser, 1995 2007) también integran la muestra. Como ya sucedió en su muestra retrospectiva del año pasado en el Museo Castagnino, lo que más asombra al público familiarizado con su trabajo son las obras a las que Ferrari se refiere como "sin contenido", cuando también pueden pensarse como de contenido oblicuo, ya que su tema son las variaciones sobre la escritura que dejan entrever algo así como una teoría intuitiva sobre el lenguaje. A través de diversos materiales, todas despliegan una suerte de escritura asemántica o ilegible que se despliega en grafismos. A esta vertiente pertenece una serie de "rulos", con alambres de distintos espesores y materiales enrollados en un palo de escoba, "rulos que coloco en un tubo de acrílico o sueldo formando una esfera" cuenta. Ferrari. "Hice una serie de sombras en cajas, con lacas transparentes sobre el vidrio. Esas manchas proyectan sus sombras sobre el fondo de la caja que se mezclan con el dibujo de la laca en el vidrio". En esta línea se ubica su "Carta a un general", de comienzos de los años 60, y la obra suya que tiene el Museo de Arte Moderno de Nueva York, donde en abril de este año expuso junto a Mira Schendel algunas de esas obras engañosamente "abstractas" en una muestra doble titulada Tangled alphabets, algo así como "alfabetos enredados". En resumen, una muestra que vale la pena recorrer, de un gran artista comprometido políticamente, que sigue renovándose y sorprendiendo.

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En la presentación, León Ferrari fustigó a los grandes artistas del Renacimiento.
 
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