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Miércoles, 4 de agosto de 2010

CULTURA / ESPECTáCULOS › ROSARIO, ESTA CIUDAD, EDITADO POR EMR, SE PRESENTA EL MARTES EN EL CEC.

Los ojos nada inocentes de la cámara

El libro creado a partir de un concurso reúne 101 imágenes actuales. Su título retoma, cambiando una letra y el sentido, el de aquel que publicó en 1970 la Biblioteca Vigil. Se propone como "un capítulo de un relato en construcción".

Se presenta el martes 10 de agosto a las 18.30, en el Centro de Expresiones Contemporáneas, un libro creado a partir de un concurso ad hoc y que reúne ciento y una imágenes actuales de Rosario. Su título retoma, cambiando una letra y el sentido, el de aquel que publicó en 1970 la editorial de la Biblioteca Popular Constancio C. Vigil: Rosario, esa ciudad. La idea que propone en el prólogo Oscar Taborda, director de la Editorial Municipal, que editó este flamante libro titulado Rosario, esta ciudad, es que se lo pueda concebir como a "un nuevo capítulo de un relato en continua construcción".

Los dos son bien distintos, y cada cual refleja su época. El cambio de adjetivo equivale al zoom in: un acercamiento respecto de la panorámica. Si "esa" ciudad de 1970 podía ser leída como studium, es decir (tomando la terminología ya clásica de Roland Barthes en La cámara lúcida), como una construcción pensada de antemano que abarca y desarrolla categorías generales, cuarenta años después la propuesta es abierta y son los rosarinos mismos, ya usuarios habituales de cámaras fotográficas, quienes envían registros centrados en el punctum: el detalle particular que conmovió a un sujeto singular. Las fotos del nuevo libro de lo que hablan, desde una amplia diversidad de estéticas, es de el recorrido de unas miradas, y de la belleza surrealista de sus encuentros casuales. Andar por "esta" ciudad es una deriva, abierta a lo que aparece. Las mejores de estas fotos, sin embargo, parecen estar muy pensadas, muy bien compuestas. Tal es el caso de la magnífica toma analógica por Paulina Scheitlin del ya extinto bar La Capilla que evoca (tanto por la luz como por la tensión de un brazo sobre una mesa de madera) al óleo Sin pan y sin trabajo de De la Cárcova. O la de Bartolomé Shanahan de Olmedo en el espejo retrovisor, tan perfecta conceptualmente que se diría una foto feliz.

El excelente diseño de Juan Manuel Alonso, que pone en caja entre dos lustrosas y cuadradas tapas verdes todo un proceso de recepción, selección, organización y puesta en página de las fotos elegidas, hace que el relato visual fluya página tras página. El jurado estuvo integrado por los fotógrafos y docentes Andrea Ostera, Julieta Escardó y Julio Pantoja, quienes además de elegir las fotos sugirieron ciertas afinidades electivas entre las mismas que sirvieron de base al trabajo de edición de los editores de la Editorial Municipal de Rosario. A través de ésta, la Secretaría de Cultura y Educación elaboró las bases de un concurso fotográfico sin restricciones de edad ni de otro tipo, con fotos en blanco y negro o color, cualquiera fuere el procedimiento digital o analógico con que las hubieran obtenido. Para comunicar lo inabarcable de la realidad urbana, se hizo una campaña de afiches callejeros con una enumeración caótica de casi 500 palabras sobre la vida cotidiana: bondis, bandadas de palomas, corralones, tránsito, chapas de zinc, malabares, centro, autos... La lista se reproduce en las solapas del libro.

La convocatoria del concurso abrió en septiembre de 2009 y a su término, tres meses después, el jurado seleccionó de entre las más de dos mil fotos presentadas bajo seudónimo los trabajos de 56 participantes: Juana Acosta, María Susana Arijón, Natalia Arónica, Exequiel Arrúa, Julio César Astorga, Natalí Bernal, Marcelo Bustamante, Mauro Caresani, Francisco Caresani, Maximiliano Conforti, Pablo Corte, Daniel Fernández Lamothe, Mónica Fessel, Federico Fontana, Leandro Forno, Iván Galiussi, Antonella Gentile, Analía Giorgetti, Antonela Grazzini, Leandro Ibarra, Sebastián Jarupkin, Marcelo Levit, Carolina López, María López Cesano, María Laura Manes, Giselle Marino, Salvador Márquez, Fernando Marquinez, Sebastián Martínez, Cristian Moriñigo, Hernán Moyano, Laura Moyano, Lisandro Murray, Fernando Pereyra, Esteban Pierce, Juan Pablo Puccinelli, Germán Rampo, Héctor Rio, Ariel Rodríguez, Eduardo Rondine, Luis Rostan, Esteban Sallovitz, Germán Sánchez Granel, Bárbara Sandoz, Maura Lidia Scavuzzo, Paulina Scheitlin, Bartolomé Shanahan, José Ariel Subirá, Maximiliano Tineo, Ariel Trevisan, Natalia Trujillo, María Laura Tubino, Cristian Van Poepelen, Leonardo Vincenti, Enrique Vulich y Sebastián Zurrián.

El más joven tiene 22 años; el mayor, 67. Muy pocos de ellos son fotógrafos profesionales. Algunos, como Mónica Fessel o Fernando Marquínez, poseen una trayectoria de exposiciones o ediciones. No todas las fotos son fáciles de situar en un lugar determinado. Se trata en todo los casos de miradas viajadas, aunque más no sea por la navegación de Google Imágenes. Están más globalizadas que aquellas del 70. Son posmodernas: se traen leído el mundo. Parecen resbalar como cámaras de turistas por la superficie del propio entorno que se habita. Algunas ponen en juego una cultura visual educada en el cine expresionista alemán o en la pintura moderna. Son muy impactantes en este sentido las fotos que transfiguran lugares cotidianos, excavando en sus posibles sentidos: lo monumental se vuelve fantasmal entre la bruma del río. Otras encuadran como una forma de descontextualizar, de llevarse un souvenir del lugar por donde pasan. Parecen decir "lo vi y flasheé", señalando un rincón virgen de diseño desde la inmediatez del asombro. "Instan táneas de la calle", dijera Fito, cortando la palabra como quien obtura una lente: trac, trac, trac. Y a otra cosa mariposa technicolor.

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Se trata de miradas viajadas, aunque sea por Google. Están más globalizadas que aquellas del 70.
 
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