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Viernes, 18 de mayo de 2012

CULTURA / ESPECTáCULOS › TEATRO. MATEO, DE ARMANDO DISCéPOLO, SE PRESENTA EN LA COMEDIA

Grotesco del Shakespeare argentino

Roberto Carnaghi, protagonista de la obra, resaltó el talento dramático del autor y la vigencia del texto, escrito en 1923.

En cada representación, la obra de Armando Discépolo demuestra el carácter siempre vigente de textos que retrataron una época, pero que fundamentalmente ahondaron en la esencia misma del ser humano. En Mateo, su primer grotesco, el gran autor argentino logró darle matices a personajes antes estereotipados por su condición social (desde un punto de vista condenatorio o, por el contrario, como exaltación de sus bondades aun en la marginalidad). Como parte del programa federal del Teatro Nacional Cervantes, esta noche y mañana (a las 21) La Comedia recibirá a la versión que Guillermo Cacace realizó de esa obra, que aquí es protagonizada por Roberto Carnaghi, Silvia Baylé, Pablo Brichta, Horacio Acosta, Max Berliner, Paloma Contreras, David Masajnik, Agustín Rittano y Miguel Sorrentino.

Responsable de interpretar al personaje de Miguel, un padre de familia cuyo trabajo como cochero se ve afectado por un progreso que también excluye y margina, Roberto Carnaghi coincidió en la vigencia de una obra donde Discépolo no demuestra condescendencia alguna: "Sigue teniendo una actualidad sorprendente. Algunas cosas han cambiado, pero la obra habla de la condición humana, el hecho fundamental del hombre que se siente totalmente marginado hacia la sociedad cuando se queda sin su trabajo. Cuando se queda sin la posibilidad de alimentar a su familia, de tener que pasar hambre y pedir plata prestada para poder vivir, ese hombre llega a tal estado de desesperación que comete ciertos actos. Pero Discépolo no lo justifica, no lo perdona ni lo acusa, sino que está mostrando lo que le ocurre en su estado de desesperación".

Para el protagonista de la obra, la vigencia de los textos de Discépolo puede verificarse haciendo un análisis del mundo actual. "Hoy ocurre lo mismo, en una sociedad donde el progreso deja de lado a una cantidad de gente, cuando las fábricas cierran o se van a otro país por determinada causa. Pero la sociedad, y no sólo en nuestro país, se olvida de esta gente, no se preocupa por lo que tiene que hacer esa gente para poder vivir, a la que estigmatiza y pone por fuera de la sociedad", analizó Carnaghi, y remarcó: "Es el caso de los cartoneros, gente que ha trabajado en otra cosa, pero se han quedado sin trabajo y tienen que salir a trabajar a las nueve, diez de la noche, con lluvia, frío o calor, y la sociedad no sólo no se ocupa sino que tiene una mirada siempre terrible: son vagos, delincuentes. De alguna manera, la obra es un reflejo de éso, y habla de la condición humana".

Consciente de que la sociedad no toma en cuenta a sus marginados, de las secuelas implícitas en el progreso (aún hoy, cuando muchos oficios quedan sepultados por el consumo y los productos descartables), Carnaghi distinguió al autor de Mateo como uno de los grandes nombres de la dramaturgia argentina. "Considero, como Cacace y varios compañeros, que Discépolo es nuestro Shakespeare. Nosotros hacemos la obra exactamente igual a como la escribió Discépolo. Lo único que hicimos, pero basándonos en el texto, es una escenografía distinta, una escenografía marginal. Porque Miguel, cuando el funebrero no le presta más dinero, dice que lo deja a la intemperie. Lo que pasa en la obra es algo de éso, hay un afuera y un adentro, no se sabe si están a la intemperie o dentro de una casa", concluyó.

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Roberto Carnaghi en el centro de la escena, en la versión de Mateo dirigida por Cacace
 
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