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Martes, 12 de abril de 2016

CULTURA / ESPECTáCULOS › PLASTICA. DE MADONNA A MADONNA, EN EL MUSEO DE BELLAS ARTES.

El curador como DJ del arte

La planta baja del Castagnino reúne obras realizadas en los últimos 500 años en distintos formatos, nucleadas bajo un concepto de Paco Barragán. Su trabajo curatorial invita a reflexionar sobre el rol de las mujeres en las sociedades.

 Por Beatriz Vignoli

Inaugurada el 8 de abril, puede visitarse hasta el 15 de octubre una exposición colectiva que reúne obras de arte de los últimos 500 años y ocupa toda la planta baja del Museo Municipal de Bellas Artes "Juan B. Castagnino" (Oroño y Avenida Pellegrini). Con esculturas, fotos, pinturas y videos de diversos autores, latitudes y épocas, De madonna a Madonna es una nueva versión de otra exposición del mismo título realizada por el mismo curador, Paco Barragán, en el espacio de artes visuales de Matucana 100 (Santiago de Chile). En esta ocasión se exponen valiosas obras de la Colección Castagnino+Macro, varias de las cuales se vieron hace tres años en Entresiglos.

Dos piezas (una de Aurelio García y otra de Rubén Baldemar) estuvieron en la reapertura de 1999; el Pissarro y una anónima Magdalena penitente integraron París en el horizonte. Prestó nueve obras, en su mayoría videos, el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (MUSAC): Diana, The Rose Conspiracy (2005) de Martín Sastre; El artista de la vida moderna (2003-2004) de Ruth Gómez; Rosa (1999) de Christian Jankowski; Quicksilver (2002) de Zilla Leutenegger; Melons (1998) de Patty Chang; Ten in Love (2006) de Markus Schinwald; Barbed Hula (2000) de Sigalit Landau; El eje del mal (2003) de Cristina Lucas, y Last Word (2003) de Shirin Neshat.

Rescates del siglo veinte como Francisco Vidal, Naum Knopp, José Sedlacek o Carlos de la Mota coexisten con el barroco tardío de Fantin Latour. Una madonna anónima italiana del siglo diecisiete, dos tablas al óleo por Mabuse (seudónimo del pintor flamenco Jan Gossaert), una Virgen con el Niño pintada por Gerard David en 1523 y un inmenso óleo de dos metros y medio de alto donde Luca Giordano, entre 1660 y 1665, representa a su santo San Lucas pintando a la Virgen: tales son sólo algunos old masters de la colección municipal local que se exponen, compartiendo el espacio con obras contemporáneas como las fotografías de Ananké Asseff o Alberto Goldenstein, con modernos como el pintor Leopoldo Presas o el escultor Osvaldo Lauersdorf o con pioneras del arte fotográfico en Argentina como Annemarie Heinrich o Grete Stern. Están Emilia Bertolé, Laura Schiavoni según su hermano Augusto, y un expresivo autorretrato de Marcia Schwartz; falta Nicola Costantino.

Un género recurrente es el registro de performance. Allí se destacan los videos del MUSAC, dos fotos de Mónica Van Asperen y una de Marta Minujin cuyo título cobra inesperada actualidad: Pago de la deuda externa argentina a Andy Warhol. El criterio de diseño es el contraste; el montaje es dialéctico. Una imagen de Santa Bárbara por un pintor sevillano del siglo XVII, Juan de Valdés Leal, coexiste con La niña H, del argentino contemporáneo Andrés Waissman. Si el músico de rock del siglo XXI es el disc jockey o dee jay, el artista de este tiempo es el curador: un bartender global capaz de combinar colores y sabores, mostrando desnudos femeninos contemporáneos por Yamandú Rodríguez junto a los modernos Fernando Fader, Eduardo Schiaffino, Manuel Musto, Rubén de la Colina y el cotizado escultor Lucio Fontana.

La muestra se divide en tres secciones señalizadas por tres colores diferentes: azul para maternidad y religión, rojo para trabajo e identidad y violeta para belleza e historia del arte son las decisiones cromáticas del curador. La primera sección, donde se destacan obras del contemporáneo Diego Gravinese y de los modernos Luis Seoane, Leónidas Gambartes y Eduardo Barnes, cierra con trágicas representaciones de la maternidad por pintores europeos finiseculares: La cuna vacía, del verista napolitano Vincenzo Irolli, y La madre agonizante, o De la muerte a la vida, del simbolista alemán Leo Putz.

Las secciones son presididas cada una por un video de la cantante Madonna (Madonna Louise Veronica Ciccone): Like a Virgin, Material Girl y Erotica. Icono central de la muestra y de la época, Madonna es retratada en una pintura de Miguel Angel Aguirre Vega y en el dibujo del artista angeleno Nicola Verlato que se reproduce en la entrada. Los tres videos elegidos presuponen un público capaz de decodificar guiños como el león que alude al santo patrono de Venecia, donde se filmó Like a Virgin, o la vuelta de tuerca paródica que hace Material Girl sobre Diamonds are a best girl's friends, con Marilyn Monroe, cuyo texto además cita Madonna en las líneas de diálogo.

Paco Barragán posó sonriente en la red social Facebook junto al retrato de la escritora Rosa Wernicke por su compañero Julio Vanzo, que lo tituló El saco rojo: una pieza premiada muy al tono, tanto con el color de fondo como con una propuesta curatorial que invita a reflexionar sobre el rol de la(s) mujer(es) en la sociedad(es).

El plural viene al caso si se acepta la invitación. Aquellas chicas argentinas que combinaban encaje y jeans para ser Madonna (libre, independiente, emancipada, estrella, bella por siempre jamás) terminaron pareciéndose más a la poeta que en el video de la iraní Shirin Neshat le contesta así a su censor: "Cuando mi fe pendía del débil hilo de la justicia y en toda la ciudad los corazones de mis lámparas se rompían en pedazos, cuando los ojos infantiles de mi amor estaban siendo vendados por el negro pañuelo de la ley y fuentes de sangre manaban, cuando mi vida ya no era nada, nada más que el tictac del reloj de pared, descubrí que debía, debía, debía amar locamente".

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Una escultura de Lucio Fontana forma parte de la sección violeta, para belleza e historia.
 
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