rosario

Sábado, 17 de septiembre de 2011

CORREO

Conceptos de Lino Barañao

El Ministro de Ciencia y Tecnología de la Nación, Lino Barañao, reivindicó "la necesidad de intervención del Estado para articular los sistemas científico y productivo en beneficio del conjunto de la sociedad". Este planteo lo realizó durante un acto de la Semana de la Ciencia en Rosario. Sin parecer críticos de Perogrullo podemos decir "chocolate por la noticia". Es un viejo anhelo de un sector importante de la comunidad universitaria producir un cambio en el sentido de abrir las puertas de la universidad a la sociedad. Comparar a las universidades con cementerios no es una imagen feliz. No es cierto que la universidad no colabora para el cambio. Lo real es que instituciones altamente burocratizadas y con prácticas muy arraigadas tienen dificultades para pensarse a sí mismas en relación con la sociedad. Lo cierto es que las universidades resisten activamente, eso es parte de la dinámica de las relaciones de poder. Lo nefasto es que esta dinámica no pueda inscribirse en una política educativa más amplia con una apuesta clara y consensuada respecto a qué país queremos, y seguramente de este debate saldrá la universidad que anhelamos y la que efectivamente esté acompañando procesos de transformación con inclusión. Barañao opinó que "la mayor parte de los científicos se vuelca a la tarea de divulgación y publicación por conveniencia académica, en vez de optar por la labor de transferencia hacia objetivos sociales y productivos". ¿Es que desconoce Barañao que todos los estándares académicos van en ese sentido? Es absolutamente posible que él crea que el "linismo" puede aportar a superar la situación. Parecería que si hay voluntad de transformación habría que empezar por no profundizar la brecha entre ciencias duras y blandas. Es absolutamente real que la universidad y, particularmente, el conocimiento que se produce en la misma, deben estar en función social. No puede pensarse un espacio de formación sólo individual. Pero esto debe ser parte de la política que se defina en educación, ciencia y tecnología. La misma debe contemplar todos los conocimientos y saberes que se ponen en juego en la dinámica social. También debe captar todo lo que se pone en juego en la relación ciencia y sociedad en contextos periféricos. Todavía retumba en mis oídos la poco feliz expresión de Barañao respecto a las ciencias sociales: "Son teología". Si se pudiera modificar esta apreciación descalificadora e injusta, quizá pueda ser posible una nueva reforma universitaria, como propone el ministro, o una mayor integración de perspectivas de análisis y de conocimientos diferentes que confluyan en posibles respuestas a las necesidades de nuestro país, que es un modo de pensar en una salida colectiva sin falsos antagonismos.

Cristia Inés Wheeler

Docente e investigadora UNR

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