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Domingo, 10 de agosto de 2008

SOCIEDAD › MITOS, CREENCIAS Y REALIDADES EN TORNO A LA CONVENCIóN DEL DíA DEL NIñO

El pobre Pinocho malherido

"El Día del Niño es un acontecimiento comercial, no tiene ningún anclaje en ningún mito, como podría ser el día que viene Papá Noel", empieza diciendo Laura Arocena. Historias, televisión y símbolos para reflexionar este domingo.

 Por Paula Kearney

A primera vista parece que si para hoy usted no consiguió la última novedad en juguetes el mundo se derrumbará. ¿Qué es el Día del Niño? ¿Por qué hay que comprar lo que los chicos piden? ¿Qué quieren? ¿Qué pasa si no lo tienen?. En diálogo con Rosario/12, la docente e investigadora en Ciencias de la Educación de la UNR Laura Arocena propone algunas puntas para pensar sobre el Día del Niño: Desde el rol fundamental que tienen los padres, hasta la televisión y la capacidad simbólica. "De primera tenemos que saber que el Día del Niño es un acontecimiento comercial, no tiene ningún anclaje en ningún mito, como podría ser el día que viene Papá Noel", remarcó Arocena, y explicó que "el chico necesita hacer historias, pero para eso necesita que alguien se las haya contado. Por eso el Día del Niño sirve para pensar qué queremos hacer con nuestros chicos".

Al respecto, señaló que "los chicos de cualquier estrato social están empobrecidos de lenguaje porque la televisión no tiene un lenguaje que pueda ser reproducido tan fácilmente. Cuando vos les contás un cuento te piden que se los cuentes 850 veces, pero en la televisión, lo que pasó y nunca vuelve no puede ser reproducido. Lo que hay que darles es un texto que les sirva de pre-texto para rearmarlo".

En este sentido, aseguró que "la televisión nos tiene entrampados con el colonialismo cultural, porque sabemos que es la tercera industria mundial: viene primero la industria de las armas, después la de la cosmética, y después la industria del juguete. La cosmética y el juguete usan las matrices hechas para la guerra: por ejemplo los lápices de labio han cambiado de forma porque ahora son balas de misil, y los juguetes también van cambiando de forma porque están hechos con plástico sobre las matrices de lo que en época de guerra se hace con acero". Podría pensarse entonces que los juguetes que tienen su origen en personajes televisivos son malos, pero sería cambiar el eje: "aceptamos un juguete de la televisión, porque es el texto al cual ellos van, como en otro momento fue la escuela. A nuestros abuelos era la escuela la que les traía los soldaditos de San Martín cruzando los Andes y vos eras italiano y no te significaba nada, pero tenías que comprarlo y hacer una negociación entre esto. Nosotros ahora tenemos que hacer una negociación entre todos estos personajes que son una melange de las distintas mitologías, porque realmente el poder no tiene dioses propios, el único dios propio es el mercado. Entonces en esta negociación tenemos que hacer que los chicos puedan ir atrás de, no insistiéndoles todo el tiempo porque los chicos al juguete lo pueden usar como quieran, pero también la novedad de poder explicarle alguna cosa de lo que hay detrás de ese juguete. No esto que estoy diciendo, pero sí poder contar alguna historia diferente", explicó la docente.

De este modo, apuntó que cuando un chico se enoja porque no le trajeron el regalo que pidió "el poder del padre es poder dejar que se enoje y que el chico aprenda de ese enojo: 'no te compré el juguete porque me parece que es mejor esto que te compré, porque no tengo plata para comprarte eso, o porque no estoy de acuerdo'". Por supuesto que nunca comprarle un juguete de la televisión, si uno puede, va a hacer que el chico no pueda entender la diferencia".

"A lo que voy -continuó- es a que no queden entronizados en que es el único juguete, o que queden totemizados, que es lo que pasa con los chicos de clases más vulneradas, que nunca van a poder tener el juguete de la televisión".

En este sentido, comentó que durante un trabajo con chicos de estos barrios, sí les compraron los mejores juguetes de la televisión, "porque esos chicos tenían que dejar de totemizarlos. Pero ahí está la diferencia. A la semana estaban jugando con los mismos juguetes de siempre, o los incluían en ese juego".

Según Arocena, "los juguetes tienen que ser juguetes que uno los pague lo suficientemente poco como para que el chico los pueda romper sin problemas, porque si vale 140 pesos una muñeca y vos ves que la nena le sacó una pierna o le cortó el pelo, la querés matar. Entonces romperlo tiene que ver con el uso: jugando a la peluquería le cortó el pelo, y vos la querés matar porque ese pelo vale 70 pesos. Entonces tampoco uno puede comprar juguetes que estén fuera del presupuesto, como tampoco le compra zapatillas de 800 pesos. Entonces esto también tiene que ver con que el Día del Niño es para construir al pibe y explicarle en qué lugar está de la cadena social, cosa que el chico pueda salir de eso: "mirá, somos pobres y por eso no te voy a comprar eso", o "somos ricos pero no te lo voy a comprar porque no estoy de acuerdo".

Por otra parte, además de que los chicos tienen una notoria falta de lenguaje producida por la televisión, Arocena explicó que "la capacidad creativa de los chicos se empobrece igual cuando tienen todo que cuando no tienen nada. Los extremos se chocan", y subrayó que "en el medio está la posibilidad de trabajo. Lo que uno tiene que saber es que para el chico un juguete es la novedad, que para cada edad es diferente. Entonces, el juguete tiene que servir como herramienta para generar pensamiento. Pensamiento de nuestra cultura, tecnológico y también de fantasía, artístico, pensamiento mágico".

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"Los juguetes promocionados en TV no deben quedar entronizados como los únicos", dice Arocena.
 
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