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Domingo, 20 de noviembre de 2011

SOCIEDAD › DESDE EL DíA DE LA PRIMAVERA, LA TENSIóN SE APODERó DE UN HUMILDE SECTOR DE LA TABLADA POR DOS ASESINATOS

"Aquí no se puede avanzar ni un poquito"

Testigos de distintas edades afirmaron que en Ayacucho y Centeno "no dejan en paz" a quienes quieren progresar, tras la muerte violenta de Claudio, Matías y Roque, jóvenes que vivían en un territorio donde manda el negocio narco y la violencia.

 Por Alicia Simeoni

"A Claudio Colli lo mataron porque había empezado a progresar. Aquí no se puede avanzar ni un poquito porque ya no te dejan en paz". Testigos de diversas edades coinciden en la afirmación y piden que no se los identifique. Son días muy tensos en la zona de Ayacucho y Centeno -﷓un sector humildísimo de La Tablada, en Rosario﷓-, tanto que hay quienes desde el Día de la Primavera no transcurren su vida con la habitualidad con que lo hacían. El 21 de septiembre un joven que ahora está prófugo subió al ómnibus al que momentos antes lo había hecho Claudio y le disparó para luego huir. Unos días después mataron a Matías Sosa, quien tenía a su familia en barrio Las Flores y a su novia en la zona de Necochea al 3900, por lo que hizo contacto con los chicos de Ayacucho y Centeno, participó de algunos paseos y del taller de cine que se había organizado con el equipo de profesionales que trabajan en el territorio y que dependen de la Municipalidad de Rosario. Unos meses atrás también asesinaron a Roque Fernández, de 22 años. Roque asistía al taller de armado de bicicletas que es responsabilidad de Seguridad Comunitaria de la provincia y que está destinada, sobre todo a jóvenes de la zona de Abanderado Grandoli, algunos de quienes tienen problemas con el consumo de sustancias o tuvieron episodios de conflicto con la ley y otros no. Para Any Sosa, una de las referentes de esta última zona de la extensa Tablada -﷓que comprende el universo que va desde calle San Martín al río y desde 27 de Febrero hasta Uriburu﷓-, todo allí es muy complejo. Los tres asesinatos son una muestra lacerante de la inseguridad que sí sufren todo el tiempo los vecinos de los barrios más humildes, atravesados por la acción del negocio narco que se instaló en el territorio y por relaciones violentas en las que opera una multiplicidad de causas que tienen que ver con la ausencia en el cumplimiento de derechos para esa comunidad.

Claudio tenía 19 años. Quienes hablan con Rosario/12 lo describen como un chico inteligente, lúcido y siempre dispuesto a organizar, desde una mirada positiva, lo que viniera bien a su grupo del barrio. "Caio, como le llamaban, tenía condiciones de líder y era un buen pibe", comentan quienes permanecen atemorizados porque en cualquier momento cruza una moto, y desde el vehículo, una ráfaga de disparos. A Claudio lo mataron en el Día de la Primavera cuando recién había subido a un ómnibus que lo llevaba rumbo a la playa, a la zona de La Florida e iba con sus amigos de siempre. Tomó el interno de la línea 143 muy cerca de Ayacucho y Centeno pero de inmediato frenó una moto detrás del micro. De allí se bajó otro joven, un tal N. que está prófugo y le disparó a Claudio. La ambulancia tardó mucho en llegar y los amigos lo trasladaron en una combi para que lo atendieran. Quien manejaba la moto era Brayan A. ahora detenido en el Instituto de Rehabilitación del Adolescente Rosario (IRAR). Ese día fue terrible para los chicos del grupo.

Claudio había conversado con esta cronista meses atrás cuando desde el equipo de profesionales que trabajan en el territorio y dependen de la Municipalidad se lo vinculó a él y a otros chicos para hacer un curso en el Hipódromo. En ese momento decía que tres veces por semana aprendía a atender a los caballos y luego le enseñarían a ser vareador. Estaba entusiasmado y tenía proyectos. Luego la experiencia no fue tan buena y Claudio la dejó porque consiguió otro trabajo. Unos días antes de que lo mataran ya estaba por arrancar con otro curso, relacionado a la construcción. El chico de 19 años vivía con su madre, una mujer trabajadora, hermanos y abuela. Había cursado hasta el tercer año del secundario y quería avanzar, según recoge este diario. No estaba ligado a un consumo problemático de sustancias ni a la comercialización. "De haber vivido en otro barrio hubiese estado menos condicionado y tal vez la vida de él y su familia hubiese sido distinta," comenta alguien que lo conoció bien. Algunas actividades intentaban vincular a ese grupo con algunas otras realidades que la que vivían todos los días, por eso se organizaban paseos y talleres diversos. Uno de ellos, el de cine, funcionó en un centro de salud, luego en una iglesia evangélica y por último se hicieron varias funciones en el patio de tierra de la vivienda de Caio y su familia, porque no había cabida suficiente en esas instituciones. La abuela barría el lugar y acomodaba las sillas que reunían para el encuentro.

Hay distintas conjeturas que intentan explicar la muerte de Claudio: una de ellas dice que los chicos de Centeno estaban progresando y que algunos, en el barrio lo veían de manera negativa; otra hace referencia a una marcación de territorio con el grupo de Ayacucho y Ameghino; una tercera habla de una liberación de la zona por parte de la policía, esto tiempo antes y durante el día del asesinato de Claudio.

Unos días después, Matías Sosa, cuya familia vivía en Las Flores y según explican tenía a su novia en la zona conocida como 'la u' ﷓-Necochea al 3900-﷓, y de la que dicen que es un lugar 'caliente', también fue asesinado.

En la zona

de Grandoli

Any vive en la zona de precarias viviendas que se extienden por Convención y por Chacabuco a la altura de bulevar Seguí, 24 de Septiembre y otras arterias de la zona. Es una referente importantísima para este pedazo de Tablada y responsable, como presidenta, del Centro Comunitario El Progreso ubicado en Abanderado Grandoli al 3700.

En El Progreso funciona el taller de armado de bicicletas que está a cargo de la Secretaría de Seguridad Comunitaria que dirige Enrique Font los lunes y miércoles en dos turnos: de 14 a 15.30 y de 15.30 a 17.

Any es clara, muy clara en sus conceptos: "Lo que ocurre en este barrio, como en tantos otros, es que no existen políticas públicas que vayan al fondo de la situación, que tomen el problema de cuajo. En nuestra zona la gente está entendiendo que si no estamos unidos las cosas van a seguir como están. Hay políticos que dicen mentiras y nosotros vivimos otra realidad, porque sostienen que la seguridad es política de Estado y no estamos de acuerdo". Esta mujer señala que "es común ver a algunos que andan a los tiros y con 9 milímetros" --el calibre del arma reglamentaria que usa la fuerza policial﷓-, pero marca un hecho que sucedió en el 2009 "cuando mataron a Joel, porque no permitía que vendieran drogas en el barrio. El no quería que los chicos fueran por mal camino. De ahí en más todo empeoró y empezamos a vivir el peligro, tanto que hirieron a un chico de 12 años y ese día salimos todos en protesta contra el tipo que andaba siempre armado con una 9 milímetros", pero según explica, después hirieron la pierna a otro chico de 14 años y a un joven un poco mayor.

Este año mataron a Roque Fernández, un joven de 22 años que ya tenía dos hijas y que concurría al taller de bicicletas. "Estaba bastante recuperado del problema de su adicción y quería mejorar su vida por su madre, su mujer y sus hijas. Toda la gente del sector de Convención y Seguí tiene miedo", cuenta.

Any valora a la gente del equipo de Seguridad Comunitaria y espera de la intendenta Mónica Fein "que tenga relación con la gente, que venga a los barrios y vea ella misma lo que sucede". Con orgullo señala que el centro comunitario "es sacrificio nuestro" y que allí cuentan con consultorio médico, fonoaudiológico, con servicio odontológico, atención psicológica y otras especialidades. Además se realizan otros talleres y cursos, como el de capacitación de mozos y meseras que cuenta con el auspicio de la Universidad Nacional de Rosario: "Los primeros 16 capacitados ya ingresaron a trabajar. Aquí en el centro comunitario los chicos aprenden a cuidar las cosas, a no robar, a ser solidarios y también a adquirir nuevos recursos para poder trabajar, porque hay quienes estudian pero otros muchos no y carecen de otras ocupaciones, por eso están en las esquinas".

Sosa reclama recursos para ampliar la casa donde funciona y de ser posible para comprarla. "Tendríamos que construir arriba, hay que poder hacer más para los chicos del barrio", dice.

Además, si en la consideración política es una zona que debe priorizarse, corresponde hacerlo con equipos que puedan resultar suficientes en el trabajo en el territorio.

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Muchos jóvenes viven atemorizados porque en cualquier momento cruza una moto desde la que llega una ráfaga de disparos.
Imagen: Andrés Macera
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