Domingo, 4 de diciembre de 2005 | Hoy
OPINIóN › PANORAMA POLITICO
Por Pablo Feldman
Nadie en Santa Fe habló de la salida de Roberto Lavagna del gobierno. Nadie de la política, menos del gobierno y del PJ. Solo Hermes Binner lo hizo, pero antes de que despidieran al ministro de Economía que ya lo era desde antes que Néstor Kirchner asumiera la Presidencia de la República.
Las declaraciones de Binner --rogando casi que Lavaga no dejara el cargo-- parecían interpretar el sentir de la mayoría de los argentinos a los que les interesan estas cosas, lo cual no es equiparable a "la mayoría de los argentinos" --literalmente-- que tienen otro tipo de problemas que el ministro saliente no pudo solucionar y la ministra entrante difícilmente lo logre. Ni Jorge Obeid, ni Carlos Reutemann, y mucho menos la nueva estrella del PJ provincial Agustín Rossi, abrieron la boca. Hicieron bien, porque a la potestad sobre el silencio, en el caso del kirchneismo se suma la "ejecución" mas que la "esclavitud" por los dichos, y alguno de ellos --como muchos otros dentro del gobierno-- derramaron un lagrimón.
Pero a esta altura no tiene demasiada importancia descifrar si a Lavagna lo echaron o si se hizo echar. Tampoco sirve el lamento tardío de los empresarios enrolados en el "gataflorismo" que ha caracterizado al sector, ni las hurras de algunos gremialistas que se creen que tuvieron algo que ver en el despido.
Más importante será ver qué hará Felisa Miceli con la inflación y con los impuestos, la relación con los organismos financieros y otros aspecto de su gestión.
Para muchos --incluído este cronista-- hará lo que Kirchner quiera que haga, ni más ni menos. Su solvencia técnica y sus antecedentes en el Banco Nación --lo deja con un superávit de 900 millones en el 2004, y el incremento de la cartera de pymes que pasó del 11 al 42 %-- le permitirán instrumentar las políticas que el Presidente pretende llevar adelante.
Con Felisa parecería cumplirse aquel anuncio del jefe de Estado, a poco de asumir, cuando chanceó: "Voy a ser mi ministro de Economía". Ciertamente, si la Constitución se lo permitiera, Kirchner lo haría.
Miceli va a hablar durante la semana que se inicia con los gobernadores de provincias, a Jorge Obeid lo verá seguramente cuando éste regrese de Cuba, pero las conversaciones no pasarán del protocolo. Lo que también podrá verse es que Miceli jugará en tandem con Julio De Vido, como ya lo hizo en el acuerdo de precios anunciado la semana pasada.
En Santa Fe el tema más delicado sigue siendo la partida del grupo Suez de la concesión del servicio de agua potable y colacas para la mayoría de los santafesinos. Y no es descabellado suponer que la decisión final no se tomará en Santa Fe, sino en la Casa Rosada, porque han aparecido personajes --como Sergio Taselli-- terciando en la compra de acciones con otros grupos, y otras alternativas, como pueden ser las diferentes formas de re-estatización.
Simplificando un escenario cambiante y complicado, podría decirse que Taselli es el que más plata e infraestructura tiene, pero también los peores antecedentes. El grupo encabezado por Cerámica Alberdi --que integra el Banco Galicia-- tendría la prioridad, pero lo más razonable aparece entorno a la re-estatizacion a traves del area metropolitana de Rosario --que representa el 65 % de los usuarios-- y un subsidio explícito al resto de las ciudades de la actual concesión que no ingresen en ese bloque. Esto sería --a decir de estudiosos del tema, algunos dentro del gobierno-- lo más conducente, pero hay retaceos sobre "darle a Miguel Lifschitz el agua", como si se tratara de bolsones que se reparten la semana previa al comicio. En el gobierno de Obeid hay quienes prefieren entregársela a Taselli --con todo lo que ello representa-- que dejarla en manos de la Municipalidad de Rosario. "No sea cosa que lo hagan bien" debe ser la idea que anida en sus jibarizadas cabezas.
Al igual que de la salida de Lavagna, de ésto nadie habla, solo Binner o Lifschitz, pero no Reutemann --que firmó el primer contrato--, ni Obeid que es el gobernador y manda a hablar con Alberto Hammerly, ni Agustín Rossi, que si quiere "armar" políticamente deberá asumir riesgos y pelearse con algunos más que visitarlos en sus despachos. Porque además ese "armado" en Santa Fe si no se hace "con Reutemann" se hace "contra Reutemann" y eso ya lo debería saber. Sino que le pregunte a Obeid.
Es en este punto en el que se tocan los dos temas que ocuparon la atención de esta columna. La salida de Lavagna y su reemplazo por Miceli, y el conflicto de Aguas.
Mientras el Presidente asume el peso de las decisiones, coloca dirigentes hechos a su medida y toma riesgos --sin llegar a la temeridad-- en Santa Fe, ocurre lo contrario. Ni siqiera Agustin Rossi --que no asumió y ya viajó con Kirchner a Iguazú-- intenta reeditar el modelo del cual es beneficiario. Esta claro que no es el Gobernador, pero que le han dado un poder y una despliegue que si no se ejerce se debilita, y si se debilita termina desapareciendo.
¿Es lo mismo para el presidente de la bancada de diputados nacionales que Taselli se quede con Aguas que recuperar el control por parte del Estado de un servicio escencial? ¿No son temas que le atañen? ¿Va a persistir con el esquema --probadamente piantavotos-- de rechazar cualquier iniciativa que surja de Rosario?
Sería una pena, además de otra oportunidad desperdiciada.
Dicen en el PJ de Santa Fe que "el Presidente está enojado con Binner porque Hermes salió a bancar a Lavagna". Tal vez sea cierto, pero con que poco parecen conformarse quienes no tienen inciativa política.
Santa Fe cuenta con dirigentes --de las principales fuerzas políticas-- de un prestigio superior al de la media nacional. Cuentan no solo con el aval del electorado sino también con el reconocimiento del Presidente de la República. A la proyección nacional de Hermes Binner --después de su resonante triunfo del 23 de octubre-- se suman el reconocimiento a Rossi --por su decorosa derrota del mismo día-- y recientemente la adjudicación a Carlos Reutemann de la presidencia de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de la Nación.
No es posible saber ahora qué pasará en el 2007, pero antes está el 2006 y lo que queda del 2005, en cuyos últimos dias además de haberse ido Lavagna, se va a ir el grupo Suez.
Mientras tanto, sigue el baile en la cubierta del Titanic.
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