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Miércoles, 31 de agosto de 2011

CIUDAD › OTRA VEZ, EL TEMOR COLECTIVO EN ROSARIO

Sobre "la Trafic blanca"

 Por Luis Bastús

Reapareció en la escena pública la angustia colectiva acerca de personas que acechan a niños y adolescentes, en este caso en barrios de la zona sur, con el propósito de raptarlos. Ayer, unas treinta personas -en su mayoría, madres jóvenes- se convocaron para hacer visible su preocupación acerca de vehículos sospechosos que merodean escuelas, desconocidos que fotografían a los chicos, y hasta un par de intentos de secuestro sobre los que no hay una investigación penal abierta. Y a la par del pronunciamiento de estas mujeres, en Internet, las redes sociales se hicieron eco en las últimas horas de la misma inquietud, con testimonios que afirman las mismas situaciones sin mayores precisiones que la inercia del pánico que -a propósito o no- van consiguiendo.

El origen del temor es de vieja data y corresponde al estereotipo de "la Trafic blanca" que merodea los barrios en busca de menores con el fin de secuestrarlos. Las explicaciones nunca demostradas apuntan al tráfico de órganos y a la trata de personas. Esta vez, el regreso de este temor colectivo coincide con la difusión del caso Candela Rodríguez, la niña de 11 años que desapareció hace 9 días en Hurlingham.

El jefe de la Unidad Regional II, Cristian Sola, aseguró que no hay casos concretos de secuestros ni de intentos, a excepción de una chica que habría sido salvada por amigos y vecinos de que hombres desconocidos intentaran raptarla en Ovidio Lagos y Presidente Quintana para llevarla en un VW Polo de color negro. Mientras tanto, en Facebook proliferaron advertencias de vehículos sospechosos aquí y allá, y sobre secuestros que nadie denunció formalmente.

Los vecinos convocados ayer en bulevar Oroño y Lamadrid sostuvieron que la policía se niega a recibir sus denuncias. Mariana Bogado contó que el domingo a las 19.30, su hijo de 10 años volvía de hacer un mandado en barrio La Granada cuando "un pelado como de 35 años, vestido como enfermero" le mostró un juguete y quiso persuadirlo de que suba a a una Trafic blanca con vidrios polarizados estacionada en Caña de Ambar y Melián. El nene huyó a la carrera hasta llegar a su casa. Según la mujer, en la subcomisaría 19ª no quisieron oírla pese a estar en su jurisdicción; y sólo después de insistir con sus vecinos lograron asentar la denuncia en la seccional 21ª, del barrio Las Delicias.

Erika Bracamonte, otra de las madres autoconvocadas, narró un episodio truculento, del que ni la Justicia ni la Policía tienen registro. Aseguró que "hace un mes atrás" a una mujer le arrebataron su hijo de dos años y se lo llevaron en un auto color bordó. Bracamonte dijo haber sido testigo de la aparición del cuerpo del niño, dos días más tarde, en el Parque Regional Sur y asesinado en macabras circunstancias.

Otra mujer contó un episodio similar, hace dos semanas, al fondo de la avenida San Martín, lindante con Villa Gobernador Gálvez. Y luego se agolparon más y más anécdotas de escaramuzas semejantes, en barrio Tablada, en Uriburu y las vías del ferrocarril, y el más reciente, el viernes por la noche, contra un niño que habrían querido arrebatar de brazos de su padre en Regimiento 11 y Paraguay.

Los denunciantes suponen que hay un pacto de silencio para acallar estos hechos, cuando se les inquiere sobre la indiferencia que exhibe la Justicia y la Policía acerca del tema, incluso si hubieran ocurrido los homicidios referidos. Fuentes del Ministerio de Seguridad admitieron que están al tanto del pánico latente, pero lo atribuyeron a efectos de sucesos que ocurren en otro lugar y que impactan desde lo mediático.

"El miedo tiene amplia capacidad de comunicarse. Por eso es comprensible que un grupo de personas rápidamente comparta un discurso con situaciones como si las hubiesen vivido en carne propia", interpretó Máximo Sozzo, abogado experto en criminología. "Basta que una historia particular tenga ciertos visos de veracidad para que dispare el pánico colectivo. Los medios tienen un rol fundamental al amplificar casos que suceden en Buenos Aires, pero que el público asimila y lo traslada a sus escenarios. Como cuando en Buenos Aires se sucedían los secuestros extorsivos y aquí había una paranoia con eso pese a que nunca ocurrió ninguno", recordó.

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