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Jueves, 26 de noviembre de 2015

CIUDAD › MATARON A UN HOMBRE LUEGO DE ASALTAR UN MINIMARKET

Defendió a piedrazos el negocio de su mujer

El homicidio 201 de 2015 en Rosario fue el de Rubén Figueroa. Este empleado de Cablehogar, padre de dos hijos, corrió al ladrón que acababa de asaltar el minimarket de su esposa, en barrio Echesortu, y quedó a merced de una andanada de balazos como respuesta. El delincuente le acertó dos de esos disparos, y le provocó la muerte poco después en el Hospital Clemente Alvarez. Con la balacera también fue herido levemente un ciclista que justo pasaba por la escena con la que el vecindario de Castellanos y Montevideo amaneció ayer, directo a la indignación y al dolor por la pérdida de un vecino bien conocido.

Hacía minutos que Rubén y Mercedes habían abierto el almacén con el que ella aporta a la economía familiar. Tenían a mano unos 5.000 pesos con los que preveían pagarle a los repartidores que pasarían en la jornada. Pero entró un muchacho, alrededor de 20 años, que a punta de revólver amedrentó a Mercedes para que le suelte los billetes apartados de la recaudación de la víspera. Ni ella ni Rubén se resistieron. Según contó Mercedes más tarde, mientras recibía el pésame de varias vecinas, su esposo reaccionó cuando un hombre con una nena entraron desprevenidos a comprar. "El tipo estaba re sacado, y mi marido lo empujó hasta la vereda porque en ese momento había una nena con el padre que habían venido a comprar", narró. "Mi marido me había traído y después se iba a ir a rehabilitación porque estaba operado de una rodilla", agregó.

El relato lo completó Celeste, hija del matrimonio, quien recordó que entonces su padre siguió, furioso, la retirada del delincuente. "El siempre decía que no le iban a robar lo poco que había conseguido laburando", evocó la chica. Y en base a esa convicción, Figueroa le aventó un piedrazo al asaltante, cuando ya se subía a una moto en marcha en la que lo aguardaba un cómplice. El delincuente se volteó y enfrentó a quien acababa de robar. Lo hizo con el arma dispuesta, y le soltó -según Celeste- entre 7 y 10 disparos. Figueroa, de 56 años, quedó expuesto y sin chance de resguardo. Cayó malherido en la vereda, con un balazo en el pecho y otro en una pierna. Otra de las balas impactaron también en la pierna de un muchacho que justo pasó en bicicleta y no llegó a poner distancia con la escena.

Los ladrones en moto huyeron raudos. Figueroa fue trasladado en ambulancia hasta el Heca. Murió cuando lo sometían a una intervención quirúrgica.

El fiscal de Homicidios Florentino Malaponte arribó a la escena del crimen y, además de ratificar el relato de la hija y la esposa de la víctima, observó que el arma homicida pudo haber sido un revólver, ya que en la esquina desde donde disparó el delincuente no quedaron vainas servidas.

Celeste Figueroa dijo al final: "La policía tiene las manos atadas. Alguien tiene la culpa de que esta gente tenga armas y dispare como si nada. Se llevan una vida por 5 mil pesos de mierda. Somos una familia de laburantes".

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