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Viernes, 3 de octubre de 2008

SON

Tú me quieres blanco

Clay Aiken, estrella de American Idol, salió del closet empujado por su reciente paternidad, después de negarlo hasta el ridículo. ¿Será una manera blanca de asumirse gay ésta de presentar al mismo tiempo a la familia?

En Estados Unidos, Clay Aiken es un ídolo popular, el ganador de la segunda temporada de American Idol (en 2003); fuera de su país, no es una estrella tan enorme, cosa que tiene que ver con que cada país tiene su versión local del concurso, y así sus propios ídolos, que suelen ser efímeros. Pero Clay no: Clay supo mantenerse, grabar cuatro discos, ser embajador de la Unicef y hasta contar con un enorme grupo de fans que se hacen llamar “Claymates”, por lo general gente de todas las edades, de extracción clase media conservadora. Ganó la encuesta de TV Guide como la estrella de reality “más querida” y en People, la del American Idol favorito. Una rara popularidad para un personaje raro: aniñado, algo excéntrico, pelirrojo, con un look de niño de Dickens, más cerca de Liberace que de un sex symbol convencional, de voz plena y baladas melosas, definido por ciertos medios como “asexual”.

Ahora, bien: hace un mes, Clay Aiken dio a conocer que había sido padre, y que la madre era Jaymes Forster, la productora de sus últimos dos discos, y su “compañera”. Lo de “compañera” fue desmentido enseguida por él mismo en la revista People, donde posó con el niño en la tapa y salió del closet. “Decir públicamente que soy gay fue la primera decisión que tomé como padre. No voy a criar a un hijo mintiendo u ocultando.” Agregó que “va a ser difícil para mis fans, tanto porque es un hijo fuera del matrimonio como por mi homosexualidad. Espero que no me odien”.

Glaad —Alianza de Gays y Lesbianas contra la Difamación, según la traducción de la sigla— emitió un comunicado de felicitación a Aiken, y lo mismo hicieron algunos compañeros del mundo del espectáculo recién salidos del closet, como Lance Bass (ex N’Sync). Pero también hubo quien frunció el ceño. Aiken asegura que es cristiano new born, durante mucho tiempo tuvo sus canciones en las listas de ventas de los artistas evangélicos, y jamás movió un dedo para cuestionar la prédica antihomosexual —y sumamente violenta— de las iglesias norteamericanas. ¿Se quedó en el closet cínicamente, el suficiente tiempo como para amasar unos dineros y cimentar su base de fans? Por otro lado, el rumor sobre su sexualidad ya era un alarido. Y sin embargo, como publicó esta semana Newsweek, “lo negó hasta el ridículo, y lo hizo de una manera que bordeaba la homofobia”. Otros también se preocupan por una tendencia que, al menos, permite pensar en cuán profundo es el deseo de “normalizarse”, de ser aceptados, y lo poco que está preparada la sociedad para aceptar la diferencia como tal, y punto: Clay Aiken salió del closet con un hijo, como lo hizo Jodie Foster, como quizá lo haga Ricky Martin. Como si, al formar una familia, la sexualidad resultara menos desafiante, más domesticada, o pasara a un segundo plano.

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