16:45 › GRAN BRETAñA GIRó A LA DERECHA

El nuevo primer ministro británico prometió un "liderazgo fuerte"

El líder del Partido Conservador, David Cameron, manifestó hoy que quiere un "liderazgo fuerte, estable y decidido", al presentar el programa de gobierno de su "coalición histórica" con los liberal demócratas de Nick Clegg, que estará centrado en la economía. "Hasta ahora éramos rivales, ahora somos colegas", afirmó Clegg.

"Estamos anunciando una nueva política, una nueva política en la que el interés nacional es más importante que el interés de los partidos", declaró Cameron en su primera rueda de prensa conjunta con con Clegg, viceprimer primer ministro, en los soleados jardines de Downing Street.

Tras cinco días de arduas e intensas negociaciones, los dos partidos alcanzaron el martes este acuerdo de coalición que puso fin a la incertidumbre provocada por unas elecciones generales ganadas por los conservadores pero sin la mayoría suficiente para gobernar.

Este gobierno de coalición, el primero que tiene Gran Bretaña desde la Segunda Guerra Mundial, estará "unido detrás de un propósito esencial que es dar a nuestro país el liderazgo fuerte, estable y decidido que necesitamos para el largo plazo", declaró el primer ministro.

Clegg, que compartió protagonismo con Cameron en esta rueda de prensa celebrada en un ambiente distendido, también se mostró convencido del futuro de esta unión que muchos consideran contra natura, incluso dentro de los propios partidos, y cuya longevidad divide a los analistas. "Somos diferentes partidos, con muchas ideas diferentes" pero "este gobierno durará", dijo sin descartar "golpes y peleas en el camino".

"Hasta ahora éramos rivales, ahora somos colegas", afirmó Clegg, que como Cameron derrochó jovialidad, tal vez para marcar diferencias con el desgastado gobierno del hasta el martes primer ministro laborista de Gordon Brown.

Cameron dedicó su primera jornada como primer ministro británico más joven en casi dos siglos a ultimar la composición de su gobierno, que tendrá cinco ministros laboristas, incluyendo a Clegg.

Los grandes ministerios, Finanzas, Relaciones Exteriores y Defensa, estarán en manos de los conservadores George Osborne, William Hague y Liam Fox, que ya ocupaban respectivamente esas carteras en el gabinete de oposición.

La relativa inexperiencia de Osborne, un brillante y astuto político de 38 años, suscita dudas en los círculos financieros cuando Gran Bretaña sale a duras penas de una larga y profunda crisis.

"Ha llegado la hora de remangarse y poner a Gran Bretaña en funcionamiento", declaró sin embargo el miércoles por la mañana al tomar posesión de su oficina.

El gobierno anunció que el "problema más urgente" era la reducción del déficit público, que aumentó a 163.000 millones de libras (190.000 millones de euros, 250.000 millones de dólares) o casi 12% del PIB en el último ejercicio, así como la consolidación de la recuperación económica.

Conservadores y liberal demócratas acordaron recortar el gasto público por valor de 6.000 millones de libras en 2010-2011, y detallarán su plan en un presupuesto de emergencia en un plazo de 50 días.

Para consumar esta alianza, ambos partidos tuvieron que hacer concesiones. Los progresistas y pro europeos liberal demócratas tuvieron que comprometerse con los mayoritariamente euroescépticos "Tories" a no adoptar el euro ni iniciar preparativos en ese sentido durante toda la legislatura, y a aceptar un referéndum en caso de nuevo traspaso de soberanía de Londres a Bruselas.

Aceptaron también establecer cupos para los inmigrantes extraeuropeos y renunciaron a oponerse a la modernización del sistema de disuasión nuclear Trident, según las grandes líneas del acuerdo divulgadas este miércoles.

En cambio, además de las carteras ministeriales, obtuvieron que se fijen las legislaturas a cinco años para impedir la convocatoria de elecciones intempestivas y sobre todo la organización de un referéndum para cambiar el sistema electoral vigente, que ha sido su gran caballo de batalla, aunque la propuesta no introduce la proporcionalidad que deseaba Clegg.

En un mensaje tranquilizador dirigido esta madrugada a sus "siete millones" de votantes, muchos de los cuales ven con malos ojos esta alianza, Clegg dijo que "que no habría aceptado el acuerdo si no estuviera genuinamente convencido de que ofrece una oportunidad única para hacer los cambios en los que creo".

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Cameron y el viceprimer ministro Clegg entran en la residencia oficial en el número 10 de Downing Street en Londres.
 
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