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Los amargos saldos de la pesada herencia de Lula

El presidente brasileño dijo ayer que la “gravísima” situación heredada requería “soluciones amargas”. Fue en respuesta a las críticas del ala izquierda de su partido, en el estreno del Consejo de Desarrollo Económico y Social.

Lula contestó ayer al ala izquierda de su partido. Y lo que dijo no parece tranquilizador para ese bloque. El presidente brasileño avisó ayer a los críticos de su gobierno que la “gravísima” situación económica heredada requería la adopción de soluciones “amargas” para controlar la inflación, disminuir el riesgo país y recuperar la confianza interna y externa en Brasil. “Recibimos una situación muy grave, yo diría gravísima”, dijo Lula en la ceremonia de instauración del Consejo de Desarrollo Económico y Social que reunió ayer a 500 representantes de los sectores productivo, intelectual y social del país. Previamente, el lunes, parlamentarios del ala izquierda del PT habían cuestionado en ácidos términos al ministro de Hacienda Antonio Palocci y al presidente del Banco Central, Henrique Meirelles.
Son medidas “amargas que no nos gustaría hacer”, pero son “imprescindibles para que la situación económica y financiera del país no salga de control”, dijo Lula, que criticó que las políticas públicas adoptadas en los últimos años “no dieran prioridad al crecimiento económico ni a la generación ni distribución de renta”, por lo que el mapa distributivo, “uno de los peores del planeta”, es similar al de hace 30 años. Algunas de las medidas “amargas” adoptadas por el equipo de Lula en menos de un mes y medio en el gobierno para “recuperar la confianza interna y externa” en Brasil son el reciente recorte de unos 3800 millones de dólares de los presupuestos del Estado para este año, que han afectado a todos los sectores, incluidos los ministerios del área social como el programa “Hambre Cero”, la salud o la educación, a pesar de ser la prioridad de su Ejecutivo. A ellas se suman el incremento de las tasas de interés en medio punto, al 25,5 por ciento, para contener la inflación, y de la meta de ahorro público para pagar la deuda, de 3,75 a 4,25 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI).
Lula recordó a los 82 miembros del Consejo, intelectuales, industriales, religiosos, artistas, sindicalistas y ministros, que esa instancia pretende ser un foro permanente de concertación social y que hay que tener voluntad de cambiar el país. Nacido en medio de críticas por la falta de definición de sus funciones, por la excesiva presencia de empresarios en el órgano –41 personas– y por la eventual duplicación de los trabajos del Legislativo, su estreno ayer coincidió con un mal día en los mercados, en el que los temores de una guerra en Irak desplomaron la Bolsa de San Pablo en un 3,83 por ciento y dispararon el valor del dólar a 3,60 por real, o un 1,66 por ciento, la suba más pronunciada desde que Lula asumió la presidencia el 1º de enero.

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Lula, Antonio Palocci (izq.) y José Dirceu.
 
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