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La recuperación del empleo también se tomó vacaciones. Así lo revela la evolución de la desocupación que dio a conocer ayer el Indec, mostrando que en el primer trimestre de este año la porción de la población económicamente activa que sigue sin trabajo es prácticamente igual a la verificada en el último trimestre de 2003. Para desgracia del oficialismo, este dato coincidió en su divulgación con los buenos –sorprendentes, en algún punto– resultados del crecimiento del producto, que para el mismo período reflejan un crecimiento anual del 11,2 por ciento. La conclusión inmediata, “la recuperación del empleo ya no acompaña al crecimiento económico”, resulta relativizada por la distinta forma de medición de uno y otro indicador. Más significativo, en cambio, resulta que durante el primer trimestre del año el desempleo haya bajado en tan sólo tres de los principales aglomerados urbanos –con más de 500 mil habitantes– y que haya aumentado en los cinco restantes, quebrando la tendencia a la mejora que en prácticamente todos ellos se verificara a lo largo de todo 2003. Según las cifras del Indec, más de 2,3 millones de personas (14,4 por ciento) siguen desocupadas en el país y permanecen en condición de subocupados casi 2,6 millones (15,7 por ciento). En total, más del 30 por ciento de la población económicamente activa.
La recuperación del empleo perdió el dinamismo durante los primeros meses del año, más allá de a qué se atribuya el fenómeno. Carlos Tomada, todavía en misión en la OIT, hizo su interpretación sobre el asunto a través de un comunicado, en el que explicó que “esta medición, por primera vez, mide el promedio de los tres primeros meses del año, los que abarcan enero y febrero, donde la búsqueda de trabajo decrece”, en referencia a la oferta de puestos por parte de los empleadores. Por eso, el ministro de Trabajo prefirió hablar de “tendencias” antes que de datos puntuales. Y al respecto, señaló que “las tendencias indican que el crecimiento de la actividad económica se mantiene en alza y continúa bajando la tasa de desocupación”, aunque en no más que una décima de punto contra el trimestre anterior.
Mejor parada sale la evolución del empleo si se compara la tasa de desocupación del primer trimestre de este año contra su similar de un año atrás. Por aquel entonces, se había alcanzado el pico máximo de desempleo –según la nueva metodología de medición trimestral– con un 20,4 por ciento, tasa que se elevaba al 26,6 por ciento si se consideraba como desocupados a aquellos beneficiarios de un Plan Jefas y Jefes de Hogar que simplemente cumplían algún tipo de tarea como contraprestación por los 150 pesos mensuales que recibían, siendo aquélla su ocupación principal. En un año, la desocupación se redujo en seis puntos según la medición tradicional (de 20,4 a 14,4) y más de siete puntos en la recalculada por los planes (26,6 a 19,5).
Considerando la desocupación por región y conglomerado urbano, se observan asimetrías notables. Dividiendo el país en seis regiones, como hace el Indec, se observa que la desocupación en el primer trimestre del año se redujo en sólo una de ellas, Región Gran Buenos Aires, con respecto al trimestre anterior en un punto. Pero mientras que en los partidos del conurbano la tasa de desempleo cayó en 1,6 punto (del 17,1 al 15,5 por ciento), en la Ciudad de Buenos Aires aumentó (del 11,3 al 12,1).
En la Región Cuyo el desempleo se mantuvo prácticamente estable entre ambos períodos (de 11,2 pasó a 11 por ciento). Pero en las restantes cuatro regiones se verificaron subas en la desocupación (Noreste, Noroeste, Pampeana y Patagónica). Es decir, que son más las regiones en las que el empleo cayó que en las que siguió recuperándose, y sin embargo los indicadores aparecen compensados por la importancia del conurbano bonaerense, única región del país (junto al Gran Mendoza) en la que la desocupación bajó en forma significativa en el último trimestre computado.
Un caso particular representa el área Gran La Plata. Entre el último trimestre de 2003 y el primero del corriente, la tasa de desempleo creció del 13,7 al 18,2 por ciento, en el máximo nivel entre todos los conglomerados del país. Curiosamente, al mismo tiempo, la subocupación bajó entre los mismos períodos del 17,2 al 9,5 por ciento.
Según la apreciación de los analistas, la desocupación se mantendrá varios años más por encima de los dos dígitos. “Es difícil que el empleo siga creciendo a la misma tasa que el año pasado, porque la del año pasado fue absurdamente alta y ninguna economía del mundo aumenta su empleo al 10 por ciento anual”, opinó el ex director del Indec e investigador de la Universidad de General Sarmiento, Luis Beccaria. Para el especialista, “lo que pasó en la década pasada fue tan grave que vamos a tener cifras similares a éstas por un tiempo más”. La desaceleración de la caída de la desocupación se debe a que “el año pasado creció mucho la construcción y eso empleó mucha gente”, añadió Beccaria. “A principios de 2003 el empleo que se creaba no era de buena calidad, pero ahora pareciera reaccionar también el empleo en blanco, según lo que releva el Ministerio de Trabajo”, agregó, aunque aclaró que “los sueldos siguen siendo bajos y la precariedad, alta”.
Más crítico se mostró el asesor legal de la CGT moyanista, Héctor Recalde, para quien “lo alarmante es que el Ministerio de Trabajo había dicho que el desempleo bajaba y no bajó”. “Era esperable que habiendo caído tan bajo el empleo se recuperara bastante, pero si no se toman medidas redistributivas de fondo eso no se mantiene, y no parece que vaya a recuperarse más en el futuro”, añadió. A su juicio, “con la soja no se emplea mano de obra y en las ramas trabajo-intensivas como la textil, el 90 por ciento del empleo que se crea es en negro”. “No se puede entender que un trabajador desocupado que recibe un subsidio se compute como ocupado, ésa es la política del avestruz. En realidad el desempleo es del 19 por ciento y son tres millones los afectados”, concluyó.