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“No está claro cuál es la causa de las muertes y mutilaciones”

El decano de Veterinaria de la UCEN dirigió el mayor estudio científico del misterio de las vacas. Descartó que hubiera radiación en los cadáveres y que hayan sido aves carroñeras.

 Por Raúl Kollmann

“Internacionalmente hablando, las mutilaciones y muertes de vacas como las que hemos visto en las últimas semanas en la Argentina, son casos no resueltos. Estamos en contacto con patólogos de Estados Unidos y nosotros, al frente de un equipo multidisciplinario de la Universidad del Centro estudiamos siete vacas en cuatro establecimientos y no encontramos evidencia científica de la razón de las muertes, ni cómo se hicieron los cortes que tienen los animales. Ahora esperamos los resultados toxicológicos y de histopatología para ver si aparecen elementos que expliquen lo que por ahora no podemos explicar. Hay dos datos que llaman la atención: no hemos encontrado vacas con menos de 72 horas de muertas y está claro que no agonizaron, fue una muerte quieta”. Desde Tandil, el decano de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UCEN, doctor Alejandro Soraci, resumía ante Página/12 los primeros elementos de la investigación adoptada como oficial por el Senasa, sobre los casos de animales mutilados que están apareciendo en el país.
Pese a que en los últimos días hubo intentos de englobar los hechos “como una psicosis sin fundamento”, el gobierno reconoció oficialmente y sobre la base del estudio de la UCEN, que se observaron anormalidades en las muertes de los animales y en los increíbles cortes que tienen en los ojos y órganos sexuales. El doctor Soraci estuvo al frente del equipo que se trasladó a los campos y que investigó siete casos concretos.
—¿Cómo se hizo exactamente la investigación?
—Lo primero que hicimos fue una recopilación de toda la bibliografía que existe. Incluso hay un libro en francés, “Los cirujanos furtivos”, en el que se analizan casos como los que aparecieron aquí. Vimos la bibliografía en Estados Unidos donde hubo gran número de casos, los últimos de 1999, con el mismo patrón y con grados iguales de mutilación que los que hemos visto en las últimas semanas. Hubo un dato al que le dimos importancia: ni en Estados Unidos ni aquí se encontraron casos en los que los animales hayan muerto dentro de las 72 horas anteriores al hallazgo del cadáver.
—¿Aquí tampoco?
—No, los animales examinados tenían más de 72 horas de muertos.
—¿Cómo se explica?
—No tengo explicación.
—¿Cómo empezaron entonces ustedes la investigación de campo?
—Nosotros armamos un equipo interdisciplinario. Fuimos dos toxicólogos, la doctora Ofelia Tapia y yo, un patólogo, el doctor Ernesto Odriozola, varios integrantes del servicio de diagnóstico del INTA y profesionales de física de la Universidad, que fueron a establecer si había o no radiactividad en los animales o los alrededores. Además fueron tutores externos de la UCEN, residentes de la Facultad y del INTA.
—¿Qué pasó con la cuestión de la radiactividad?
—Nosotros quisimos hacer todo de una forma más que prolija. De manera que ellos llevaron contadores Geiger y el resultado fue que no había radiactividad en ninguno de los siete animales ni en los alrededores de los lugares donde se encontraron.
—¿Qué observaron respecto de los animales?
—En los siete cadáveres faltaban los músculos faciales y masticadores, toda o parte de la lengua, el ojo y la oreja, pero en esos casos se trataba de cortes unilaterales, es decir que sólo el ojo y la oreja que estaban en la cara que se encontraba al aire, no contra el suelo, faltó el recto (ano) en todos los animales, también estaban cortados los genitales y hubo sección de las glándulas mamarias o los pezones en los siete casos. El patrón de los cortes es exactamente el mismo, pese a que unos animales estaban más destruidos que otros. Le aclaro lo siguiente: ni esos cortesni mucho menos la muerte de las vacas ni las lesiones que observamos son producto de animales de rapiña.
—¿Entonces cómo murieron esos animales?
—No está claro. Es evidente por lo que vimos en los campos que no hubo forcejeo ni agonía de los animales. Cuando eso ocurre se nota en la tierra acumulada en todo lo que rodea el animal. Ahí no hay huellas de nada, está todo normal. De manera que el animal fue sacrificado o narcotizado seguramente con un elemento químico. Le agrego otro elemento que ahora apareció en la mitología sobre el caso: que no hay proceso de putrefacción y que las aves carroñeras o el resto de los animales no se les acercan. Eso es falso. En los animales que vimos, observamos un estado de putrefacción normal y los animales rapiñeros se acercaban al cuerpo.
—¿Qué análisis hizo el equipo multidisciplinario de los lugares donde se encontraron los animales?
—Son lugares muy aislados, no hay gente, el acceso no es fácil. O bien para llegar a esos sitios hay que pasar delante del casco del campo o bien andar mucho dentro del campo. Todas esas observaciones las hicieron los veterinarios. Me gustaría destacar aquí que en los últimos días se pretendió minimizar el papel de los veterinarios de campo, diciendo que son sugestionables. Yo tengo el máximo respeto por los veterinarios de campo, son los que tienen la mayor experiencia. En concreto, los que fueron con nosotros tenían 20 años de experiencia.
—Le repito: ¿cuál es la causa de muerte de las vacas que analizaron?
—Le repito la respuesta. No está claro. Remitimos las muestras de cerebros y líquidos para hacer los análisis químicos a ver si encontramos elementos que nos aclaren la situación. Internacionalmente estamos hablando de casos no resueltos. En Estados Unidos hubo 1500 casos en 28 estados y todavía están tratando de esclarecerlos. Estamos en contacto diario con patólogos de allá. Le insisto, para nosotros los casos tienen máxima importancia: percibimos que está creciendo el miedo en los campos y que empieza a haber una psicosis de envergadura. Estamos preocupados.

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El doctor Soraci remarcó que el misterio es internacional y nadie pudo resolverlo todavía.
 
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