“No estamos acá por la gracia de nadie sino por las luchas de todas”, señaló al comenzar su intervención Mara Brawer, diputada nacional (MC), quien recordó debates históricos para trazar una genealogía. “Se discutió en estas cámaras: ¿pueden las mujeres administrar sus bienes o lo deben hacer sus maridos? ¿Pueden votar o ser elegidas o llevará eso al escándalo de una mujer presidenta? ¿Pueden cuidar a sus hijos o tener poder de decisión sobre ellos o debe ser compartida la tenencia? ¿Es necesario que haya cupo o no hay suficientes mujeres con mérito necesario para ocupar tantas bancas? Se discute: que se viste de esta manera, que es fanática de boliches, que cierre las piernas. Nunca que cierren las braguetas. ¿Hasta cuándo vamos a seguir siendo habladas e interpretadas por otros?”, reclamó y añadió que habitualmente eso sucede “todo en nombre de la familia”. Recordando el argumento, reiterado, de que las mujeres con embarazos no deseados deberían seguir adelante con las gestaciones, parir, y entregar los niños en adopción, planteó: “A quienes van a votar en contra o dudan, les pido que  se pregunten qué hicieron a lo largo de su trayectoria política y su militancia para que haya Educación Sexual Integral en las escuelas argentinas. ¿Se enfrentaron alguna vez con gobernadores o sectores de la iglesia que la impedían? ¿Acompañaron a las docentes?”.

A su turno, el estudiante de 18 años Sebastián Rovira observó que “es una cuestión menor si estamos a favor o en contra, necesitamos respetar los principios del otro” y reconocer que “ninguna mujer se va a embarazar a propósito para practicarse un aborto”. La ley todavía vigente y que algunos legisladores se oponen a modificar, añadió, fue dictada por un Congreso poblado de “hombres que usaban bastón” y vestían levitas. Es un texto aprobado “hace cien años, antes de que las mismas mujeres puedan votar y elegir a sus representantes”, dijo, y despertó aplausos de las diputadas y de parte del sector de expositores que aún esperaba su turno.

En Argentina, hay “tres mil madres niñas de entre 10 y 14 años”, advirtió la concejal rosarina Norma López, que se preguntó “¿quién puede ser mamá a esa edad? ¿Quién puede querer serlo? Quisiera saber si alguna de las personas en esta sala podría decirle que sí a la maternidad de una niña de 10 años de nuestro entorno familiar, porque por ahí opinamos de lo que pasa a una mujer de sectores de mayor vulnerabilidad”. La legislación actual, además de permitir situaciones extremas e impedir el acceso al derecho, apaña un panorama en el que “gran parte de la justicia avala a los violadores de niñas y mujeres”.

Casi sobre el final, Paula Condrac, de la Multisectorial de Mujeres de Santa Fe, recordó el caso de Ana María Acevedo, la joven que murió porque, por cursar un embarazo, le negaron el tratamiento para el cáncer que terminó matándola. Condrac fue una de las mujeres que acompañó a Acevedo. “Acompañamos a la familia de Ana Maria desde semana santa hasta su muerte”, contó, y recordó que por esa agonía y el maltrato a la joven sus familiares quedaron en “estado de duelo patológico crónico”. Era, dijo, “una familia real en un cementerio real. Llevamos a pulso el féretro con el cuerpo y la carne muerta de una mujer real”, porque hubo “médicos que antepusieron su fe religiosa a los principios del Estado laico”. Luego, levantó un cartel con la foto de la joven y gritó “Ana María Acevedo” y las presentes, como la diputada Victoria Donda y la ex diputada Brawer respondieron “¡presente!”.