Empezaron siendo travesía de científicos, luego de aventureros; pero antes que los humanos, se lanzaron a los cuatro vientos un pato, un gallo y una oveja, amén de testear la invención. Creada por los hermanos Joseph y Jacques Montgolfier allá a lo lejos en el tiempo, en Francia, 1783, vale recordar. Hoy en día, dicen los especialistas en tema que los mejores vuelos en globo aerostático suceden en Capadocia (Turquía), el Valle de los Reyes (Egipto), Serengueti (Tanzania) o Bagan (Myanmar), pero el cónclave que ningún aficionado que se jacte de tal puede omitir es el Festival Internacional de Globos de Alburquerque, que acaece cada octubre desde 1972. En su primera edición, fueron 13 las aeronaves que sobrevolaron esta ciudad de Nueva México, Estados Unidos. Este año, más de 600 decoraron los cielos en la que es considerada la mayor exhibición de este tipo a nivel mundial. Empero, en este encuentro, una en particular ha capturado especialmente la atención: un globo con forma de cabeza de Vincent van Gogh. Las orejas incluidas, cabe mencionar. Aunque hubo variopintos diseños –un pirata, un emoji sonriente, un bulldog, una rata comiendo queso, entre otros–, ni siquiera el globo Darth Vader o el globo Cristo Redentor lograron quitarle el spotlight al extravagante pintor impresionista, capitaneado por un compatriota: el holandés Herman Kleinsmit. Que devino sonado héroe del evento Special Shapes Rodeo, el más popular del festival, donde levantan vuelo globos con formas curiosas. Lo que sí: ninguna noche estrellada; después del amanecer, cuando el viento es suave, corre a favor.