A pesar de haber sido lanzada en 1982, la canción Africa, hit de la banda soft-rock Toto, ha tenido un sonado reverdecer este último tiempo, volviéndose suerte de meme internetiano: existen, por caso, webs especialmente creadas para pasarla en loop, hay páginas enteras de Reddit dedicadas a ella, bots dispensan sus lyrics a diario... Evidentemente el corazoncito nostálgico tiene razones que la razón no entiende; más aún cuando, según la revista Rolling Stone, se trata de una canción “ridícula por definición: una oda ochentosa de un grupo de tipos de Los Ángeles a un continente en el que jamás pusieron un pie”. En cierto modo, el artista alemán-namibiano Max Siedentopf concuerda: “Habré escuchado Africa más de 400 veces y todavía no puedo entender qué es lo que la hace tan resistente, tan exitosa a la fecha. Supongo que toca todos los nervios correctos”. Pues, intrigado por cuán presente está el tema en la cultura pop actual, decidió el muchacho dedicarle “el homenaje definitivo, final”, y se despachó con una instalación tan absurda como el hype alrededor del track. Para erigir Toto Forever, como bautizó a la pieza sardónicamente artística, viajó Siedentopf al desierto de Namib en –sí, sí– África y, en coordenadas no precisadas, montó una serie de bloques blancos sobre la arena: encima de ellos, seis altavoces conectados a un reproductor de MP3 que solo tiene una canción cargada en loop: Africa. Así, en teoría, el desierto más antiguo del mundo albergará el tema para toda la eternidad; finalmente, la instalación está alimentada por una batería solar, debería permanecer por siempre. “La mayoría de las partes fueron elegidas por su durabilidad”, asegura el muchacho, pero pronto se sincera: “Así y todo, es probable que el duro ambiente del desierto termine devorando esta instalación sonora con el tiempo”. Por cierto: los fans más acérrimos puede embarcarse en la cruzada de hallar la canción, solo tienen que recorrer los inhóspitos 81 mil km2 para encontrarla entre las dunas. Un oasis, en cierto modo.