El gobierno de Héctor Cámpora, que solo gobernó 45 días entre mayo y junio de 1973, es sin embargo uno de los que más se recuerdan en la historia de la democracia. 

Uno de sus protagonistas fue Esteban Righi, el “Bebe”. Todos recordamos el notable discurso que, después de 12 días desde el retorno de la democracia y como ministro del Interior, dio a los comisarios de la Policía Federal Argentina <https://es.wikipedia.org/wiki/Polic%C3%ADa_Federal_Argentina> en el que les señaló las obligaciones que tendrían, entre las cuales estaban la de no reprimir los justos reclamos del pueblo; de respetar a todos sus conciudadanos, en cualquier ocasión y circunstancia; de considerar inocente a todo ciudadano mientras no se demuestre lo contrario, de comportarse con humanidad, inclusive frente al culpable.

Les señaló que era habitual llamar a los policías “guardianes del orden”, pero lo que había cambiado era el orden que guardaban y, en consecuencia, la forma de hacerlo. Así, un orden injusto, un poder arbitrario impuesto por la violencia, se guardaba con la misma violencia que lo originara, mientras que un orden justo, respaldado por la voluntad masiva de la ciudadanía, se guardaba con moderación y prudencia, con respeto y sensibilidad humana.

También les manifestó que nadie sería perseguido por razones políticas, que nadie sería sometido a castigos o humillaciones adicionales a la pena que la Justicia le impusiera.

En su democrática concepción de la tan mentada “seguridad” señaló que la sociedad debía protegerse del delito, pero sería ineficiente si no comenzaba por comprender que sus raíces no estaban en la maldad individual sino en la descomposición de un sistema que no había ofrecido garantías ni oportunidades.

Asimismo, expresó que las reglas del juego habían cambiado, que ningún atropello sería consentido, que ninguna vejación a un ser humano quedaría sin castigo.  Que el pueblo ya no era el enemigo, sino el gran protagonista.

A 45 años de ese discurso, sus palabras siguen teniendo vigencia y necesidad de realizarse plenamente para que podamos decir que vivimos en un verdadero Estado de Derecho, por el cual el Bebe luchó toda su vida y que le valió el exilio en 1974 cuando, luego de reiteradas amenazas por parte de la llamada Triple A, debió exiliarse en México. Regresó luego de nueve años para dedicarse a la docencia universitaria en la Facultad de Derecho de la UBA, como titular de Derecho Penal y luego de su jubilación fue designado Profesor Emérito de la Facultad. 

En 2004 Néstor Kirchner lo nombró Procurador General de la Nación, cargo que de- sempeñó hasta el año 2012, destacándose también en este cargo.

Todos quienes fuimos sus amigos, sus compañeros, como también quienes fueron sus discípulos –y porque no tenemos otro camino– lo despedimos físicamente, lo que no implica el olvido o la ausencia, porque un jurista y docente como el Bebe siempre está presente y tiene algo para enseñarnos.

* Profesora Consulta de Derecho Penal, amiga y admiradora del Bebe.