El extendido conflicto docente entrerriano fue resuelto por Néstor Kirchner a tan sólo dos días de haber asumido la Presidencia de la Nación. Daniel Filmus cuenta que “el 26 de mayo a la noche lo voy a ver a Néstor, yo lo había conocido el viernes anterior, el domingo asumí y el lunes a la noche estaba sentado con él, diciéndole: ‘Mirá hace falta muchísima plata para resolver el problema docente’ , y él me dijo: ‘contá con esa plata’. Yo le planteó primero lo de Entre Ríos, me dice que sí, que vamos a ir juntos y le digo ‘pero te voy a decir la verdad, son siete provincias las que no pagan, así que si entramos a Entre Ríos, mañana nos va a pedir San Juan y 5 provincias más’. Me dijo: ‘bueno, está todo’”. El ex ministro de Educación cuenta que Kirchner le decía “a la izquierda nuestra, la pared. No puede haber nadie que tenga una posición más de izquierda que nosotros, nosotros somos los más progresistas”.

Las últimas maniobras del macrismo (la elección de Pichetto como compañero de fórmula, las fotos con Granata y Lopérfido, los “mensajes” a Gómez Centurión) insinuarían otra máxima: “a la derecha nuestra, la pared”. En esa línea, la jugada más importante fue tratar de sacar de la cancha a José Luis Espert. La captación de Alberto Asseff (titular del partido Unir, “sello” utilizado por el Frente Despertar) fue un engranaje central de esa estrategia. El mediático economista ultraliberal acusó al gobierno de querer proscribirlo apelando a la traición de Asseff. Sin embargo, Espert ratificó su precandidatura bajo el sello del Partido Unite por la Libertad y la Dignidad (Unite).

El macrismo está preocupado por los votos que pueda sacarle esa oferta electoral. La candidatura de Espert es respaldada por una franja juvenil minoritaria pero muy activa en redes sociales. Los autodenominados libertarios abrevan en el pensamiento económico de raíz austríaca o anarcoliberal.

En el artículo "El anarcoliberalismo como terraplanismo económico", el economista Nicolás Dvoskin sostiene que “el enorme crecimiento de la presencia en espacios públicos de discusión, ya sea en televisión como en redes sociales, de refe­rentes y seguidores del anarcoliberalismo, expresa las mismas raíces que el auge terraplanista o las cada vez más frecuentes expresiones de racismo, misoginia y xenofobia: sin basamento científico sólido, se reproducen porque proveen simultáneamente las explicaciones muy sencillas a los pesares que nos toca vivir y las satisfacciones de estar llevando a cabo una acción rebel­de, contrahegemónica, antisistema”.

Entre sus economistas preferidos (además de Espert) figuran Javier Milei, Diego Giacomini o Germán Fermo. Los ejes principales de su discurso giran en torno a reducción de impuestos y drástico ajuste del gasto público.

“La explicación es simple: si uno tiene problemas económicos, la culpa de todo es del Estado que lo ahoga con cargas tributarias excesivas que utiliza para pagar favores políticos que enriquecen a los funcionarios y empobre­cen a los ciudadanos. Así planteado, suena tentador. El Estado como mal­vado, como engañador permanente, vendría a ser abatido por la difusión de las ideas anarcoliberales, del mismo modo que el sistema científico que nos miente diciéndonos que la tierra es esférica o las multinacionales farmacéu­ticas que nos engañan para que les compremos vacunas también han de ser abatidas. En el acto de propagación de las ideas contestatarias es donde se ejerce esa satisfactoria rebeldía. ¿Rigurosidad? ¿Seriedad? ¿Tolerancia por la opinión disidente? Serían todas excusas pedidas por los conspiradores para evitar que se sepa la verdad: así como la Tierra es plana, el Estado es el prin­cipal obstáculo para el progreso”, explica Dvoskin. Libertarios eran los de antes, diría Osvaldo Bayer

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