“Nosotros no teníamos nada que dijera lo que los diarios en general y el Gobierno decían. No teníamos nada parecido a un empate. Las encuestas telefónicas que nosotros hacíamos nos daban entre 5 y 7 puntos de ventaja, las presenciales –históricamente las más exactas– entre 9 y 11. Siempre pensé que íbamos a estar más cerca de las presenciales, calculaba entre 8 y 9 puntos y terminaron siendo 15, muy grande la diferencia. Estaba convencido que íbamos a ganar. Cuándo vi las bocas de urnas que nos daban entre 8 y 9 puntos, dije: ‘Ya está’.

–¿Y qué hizo?

–Lo recibí tranquilo, estaba dentro de lo calculado por nosotros. Debería preguntarse el resto del mundo cómo fue que dijeron las cosas que dijeron. Cristina estaba en el sur y hablamos cuando tuvimos el primer dato de nuestro centro de cómputos que dio exacto. Máximo (Kirchner) me pasó el teléfono para que yo le leyera los datos. 

–¿Y qué le dijo?

–Parece que fue mejor de lo que esperaba. Al día siguiente cuando volvió, fui a verla al Patria y celebramos comiendo un poco de pizza con gaseosas. Estamos muy contentos y tenemos la obligación de empezar a revertir la historia de este país.

–En muy pocas semanas, a partir de la decisión de Cristina Kirchner de proponerlo como candidato a presidente y ella como vice consiguieron un triunfo amplio en las PASO.

–Ella entendió que había que hacer un espacio más amplio, más grande, más abarcativo. En un mundo tan egoísta y tan narcisista, que ella dé un paso al costado y me acompañe como acompañó,la verdad yo sólo tengo gratitud y reconocimiento. Fue una idea de ella, de la que yo mismo dudé y estuve tres días pidiéndole que recapacite. Parece que ella lo vio mejor que nadie.

–¿Por qué le pidió que recapacite?

–Sin duda porque Cristina podía ser la candidata. Sentía que Cristina estaba en mejores condiciones por toda la fuerza política que tiene detrás de ella que yo no tenía, simplemente por eso. Ella me dijo que estaba en la fórmula para garantizar sus votos y que mi tarea era conseguir los votos que hacían falta. En ese momento no lo sentí fácil y le dije: “Yo no tengo ningún problema en acompañarte como vice”. Y ella me dijo: “No, tenés que encabezar vos porque lo que hace falta es conseguir más votos”. Ella fue generosa e hizo la lectura correcta que yo no hacía. En un momento le dije:  “Cristina, hace un año que vengo trabajando para que seas candidata” y me contestó: “Pero si vos no hubieras hecho lo que hiciste tampoco yo podría ser esta”.

–¿Y qué sintió al aceptar? 

–Hago política desde que tengo 14 años y siento que la política un día me dijo: “pibe tenés que ser jefe de Gabinete” y fui, y ahora me dice: ‘te toca ser presidente’. No concibo la política como un hecho individual – nunca me gustó esa lógica política–. La concibo como un hecho colectivo por eso cuando me dicen: “¿Pero cómo vas a hacer con Cristina?”. Digo: Voy a ser feliz. Voy a ser el primer presidente que tenga de vicepresidenta una amiga, alguien que fue dos veces presidente. ¡Qué alegría! Además voy a ser el primer presidente que va a tener un vicepresidente con fuerza política ¡qué alegría! Es mi amiga, qué más le puede pedir a todos.

–¡Qué seguridad!

–Y sí, el resto es inseguridad de los otros no mía.

–¿Va a tener un despacho en la Casa Rosada?

–Va a tener un lugar de privilegio en mi afecto, es mucho más que un despacho. No tengo problemas en que tenga un despacho. Yo sé quién va a ser  el presidente y la suerte que tendré con la vicepresidenta que voy a tener. Aprendimos lo que costó nuestra pelea. Somos gente que toda su vida se dedicó a la política, no somos improvisados. No estamos acá por un capricho. Estamos aquí por convicción. Por eso cuando Cristina me dice: “No digas que no te vas a pelear más conmigo”. Le digo: “No me voy a pelear más con vos, si algún día se plantea la pelea te voy a hacer recapacitar para que no nos peleemos”. Ella lo dice por el uso que pueden hacer de eso. Lo único que quiero darles a todos es la certeza de que vamos a trabajar juntos y vamos a hacer las cosas bien. 

–El día que presentó Sinceramente en La Rural cuando lo señaló varias veces, algunos dijeron que ya lo tenía definido.

–Sí, ella me contó que sí pero yo no tenía la menor idea. Lo tomé como un gesto de reconciliación pública, decirles a todos: estoy muy contenta de trabajar con Alberto. No pensé que había un metamensaje. No solamente fue generosa sino muy hábil, tuvo una capacidad de lectura que yo no tuve y que  casi nadie tuvo.

–Otra reconciliación que fue clave en este proceso de unidad fue con Sergio Massa, ¿lo imagina en Diputados o en un cargo en el Ejecutivo?

–Sergio era realmente el símbolo de la unidad. Pudimos haber estado todos juntos sin Sergio y nadie hubiera sentido que estábamos juntos. Por lo tanto yo valoro mucho su acercamiento y valoro mucho también a Cristina que ha tenido la apertura de recibirla. Las dos cosas: Sergio había sido muy muy severo con ella. Además es un hombre de una gran capacidad. Yo creo honestamente que de esa generación fue el que más se preparó para ser presidente y ojalá que alguna vez cumpla ese anhelo. Me alegra mucho que haya encabezado la lista de diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires.Todas las veces que le pedí que me acompañe, estuvo. Y yo le estoy muy agradecido. Creo que él tiene un rol importante que cumplir en la Cámara de Diputados que es lo que hemos hablado. 

–Otra relación difícil es con los medios dominantes ¿Cómo se la plantea?

–Yo tengo bastante menos conflicto con eso porque la verdad no convencen a nadie. Si fuera verdad lo que dicen no nos hubieran votado. El viernes publicaron ‘Los mercados ya votaron’y hasta el viernes seguían publicando encuestas diciendo que estábamos empatados, que la situación era delicada y que Macri podía ganar: y sacamos 15 puntos de ventaja. A esta altura deberíamos descubrir que es un bleff la historia de que ellos influyen, que con tres tapas cambian la historia. Eso no existe más. 

–Sí hacen mucho daño...

–Creo, y lo hablé con la gente de Clarín, que ellos simbolizan una parte de la grieta y que tienen que hacer su esfuerzo para terminar con eso. No se trata de hablar bien de mí sino de dejar de hacer las cosas que hicieron. Es terminar con la etapa de Daniel Santoro que dijo que Nilda Garré y Máximo tenían no sé cuántos millones de dólares en un banco. Esas cosas no están bien y esa agenda hay que terminarla. Lo cuento para sepultarlo en este acto. También tenemos que terminar con la locura de poner siluetas de periodistas para que la gente escupa, eso no puede existir más. Después de todo lo que le hicieron a Cristina, sacó el 54 por ciento. Después de todo lo que hicieron en este tiempo donde todos los días aparecía una causa nueva que le inventaban y no sé cuántos procesamientos – tuvo que responder hasta por el bastón de Cámpora– sacamos un 47 por ciento de los votos que seguramente en la primera vuelta van a ser más. La prensa se tiene que ocupar de informar y opinar honestamente sin operar. 

Es una tarea que tienen que aprender los que hacen los medios dominantes.

–Actualmente existe una concentración muy grande de los grandes medios con las telefónicas, ¿se va a revisar?

–Si defiendo el estado de derecho tengo que defender los derechos adquiridos. Lo que sí creo es que ellos tienen que respetar las leyes antimonopólicas: la ley de la Competencia, la ley de Defensa del Consumidor y y si no lo cumplen deberían adecuarse.