La convocatoria al paro general no alteró el rumbo que se trazó el gobierno nacional. En Balcarce 50 daban por supuesto que la CGT iba a terminar poniéndole fecha al paro general. Se trata de una batalla que dieron por perdida, aunque en los últimos días hicieron intentos de desactivar la convocatoria. Ahora se proponen trabajar en reuniones sectoriales para restarle apoyos de distintos sindicatos y lograr que el paro general tenga una adhesión menor a la prevista. En el frente docente continúa la intransigencia que demostraron tanto a nivel nacional como en los distritos que gobiernan. Esa paritaria podría marcar el camino hacia el resto de las que vendrán, que en el Gobierno no quieren que pasen del 20 por ciento para cumplir así con las metas de inflación.

Como indicó este diario, la estrategia combina la zanahoria y el garrote. La mejor exponente de esa estrategia es María Eugenia Vidal: primero comenzó a descontar los días de paro –pese a que hay fallos judiciales que le obligan a devolver lo descontado el año pasado– y a amenazar con multas multimillonarias a los sindicatos que no acataran la conciliación obligatoria que dictó. A eso le sumó esta semana el adelanto de dinero a cuenta de la paritaria y el premio para quienes rompan la huelga. 

La gobernadora seguirá siendo inflexible con la propuesta salarial con la esperanza de que su estrategia consiga desgastar y partir a los gremios docentes. Cerca de Vidal indicaron a este diario que continuarán encarando el conflicto “de la misma manera: separando a los gremialistas de los docentes y hablándoles a las familias que sufren esto”. Con este discurso buscan minimizar el daño político que le produce a cualquier gobierno un paro docente que se extiende en el tiempo. Vidal tampoco accederá al planteo de una audiencia que le hicieron los seis gremios docentes. Si se van a reunir, dicen en la gobernación, tendrá que ser en los términos de ella. Con sus reglas: “Cuando pidieron verla, ella les dijo que los espera en las audiencias la conciliación obligatoria que no están acatando”, indicaron cerca de Vidal.

Quizás un seguidor menos entusiasta de la estrategia del Gobierno nacional es Horacio Rodríguez Larreta. El jefe de Gobierno se vio arrastrado a la pelea con los gremios porteños, cuando desde hacía seis años que el PRO cerraba una negociación tras otra sin mayores problemas (lo hizo, incluso, en 2016). No hace falta aclarar que la Ciudad cuenta con más recursos para esto que ningún otro distrito. Con un perfil más bajo que Vidal, Larreta parece haber quedado atado a la estrategia nacional. La semana que pasó volvió a recibir presiones por lo que algunos funcionarios nacionales consideran una posición blanda hacia las manifestaciones callejeras.

En tanto, en el frente nacional el Gobierno busca mantenerse prescindente, pese al reclamo de que convoque a la paritaria nacional docente. Desde el ministro de Educación, Esteban Bullrich, hasta el jefe de Gabinete, Marcos Peña, dejaron en claro que eso no sucederá. Allí también hay una apuesta al desgaste y a que las provincias terminen resolviendo sus paritarias.

Con la CGT lanzada a su primer paro general, la estrategia del Gobierno parece ser similar: dividir y desgastar. Por un lado, continuarán las reuniones con los gremios “más golpeados”, con la idea de restarle apoyos al paro del 6 de abril. En el Gobierno, señalan que ya lo consiguieron con los automotrices y con los petroleros y seguirán buscando acuerdos con otros sectores como el calzado, los ceramistas y los textiles, todos golpeados por la apertura de las importaciones. “No frenaremos el paro general, pero lo que puede llegar a pasar si trabajamos bien es que el paro no tenga la convocatoria que podría llegar a tener”, indicaban en uno de los despachos donde se cuece a fuego lento la negociación política del Gobierno.

Otra línea de negociación central es con los gremios del transporte, reunidos en la CATT: casualidad o no, la semana pasada los metrodelegados perdieron la personería gremial del subte, que volvió a la UTA, uno de los sindicatos claves para el paro. Si bien eso ocurrió a través de una decisión judicial, ahora la pelota vuelve convenientemente al Ministerio de Trabajo, conducido por Jorge Triaca.

Desde esa cartera y el Ministerio de Producción, que dirige Francisco Cabrera, vienen haciendo ofertas de paliativos para las empresas en crisis (desde el pago del REPRO hasta exenciones impositivas). Pero así como está la zanahoria, también está el garrote: según dejaron trascender, el Gobierno estudia darle curso a las impugnaciones a la conformación de la CGT que hizo el gremialista oficialista Gerónimo “Momo” Venegas. En el Gobierno advierten que el estatuto de la CGT indica que solo puede haber un secretario general, no un triunvirato. Hasta la política de género podría ser usada como ariete por el oficialismo, si deciden exigirle a los gremios que cumplan con un 30 por ciento de cupo femenino en sus conducciones. El palco de la CGT en la marcha del 7 de marzo mostró escasas mujeres en el escenario. Allí el macrismo tendría un punto para golpear.

Curiosamente, donde menos el Gobierno parece tener una estrategia delimitada es hacia el movimiento de mujeres que ya produjo dos paros desde el comienzo del mandato de Mauricio Macri. Hasta ahora, los reflejos del oficialismo apostaron a mimetizarse con los reclamos y eludir aquellos que iban dirigidos al Estado. No está claro cómo reaccionará ante futuras acciones de ese actor social, que cada vez cobra más fuerza.