La crisis sanitaria alteró el status quo del mundo y el debate de los países de occidente gira sobre el mismo punto. Reabrir demasiado lento las cuarentenas y frenar la economía por un tiempo mayor al necesario. Reabrir demasiado rápido y correr el riesgo de una nueva ola de contagios que requiera cuarentenas todavía más estrictas.

Los gobiernos deben tomar una decisión que no es simple: son millones de personas las que se encuentran atravesadas por este interrogante. Pero la intuición –e incluso algunas cuentas económicas- hacen pensar que es mejor ser moderado e ir despacio a equivocarse en el timming reabriendo imprudentemente las actividades no esenciales.

El paper “¿El distanciamiento social importa?” de la Universidad de Chicago da algunas pistas. Se busca medir en términos monetarios el impacto de la cuarentena. La conclusión de los investigadores es que la pérdida de PIB por haber parado actividades no esenciales se compensa con el beneficio económico de haber salvado vidas gracias al aislamiento.

La lógica de estos estudios es similar a la que se usa en las evaluaciones de costo beneficio para recomendar o no la puesta en marcha de un proyecto de inversión. En este caso los beneficios son equivalentes a los costos evitados de cada muerte por efecto de la pandemia.

Puesto en otras palabras: lo que la sociedad ahorra por salvar vidas supera en términos monetarios lo que pierde por cerrar industrias que no son prioritarias. La idea de ponerle precio a la vida humana resulta chocante. Pero es una forma de contrarrestar los argumentos económicos de los analistas apurados por abrir la cuarentena.

En su última columna de The New York Times el premio Nobel Paul Krugman analiza estos modelos e incluso cita otros casos de estudio para justificar las medidas de aislamiento. No se limita a estas investigaciones sino que plantea con palabras sencillas algo que ningún modelo económico puede expresar de forma tan clara: “¿De qué sirve aumentar el PIB si te mata?”.

La semana pasada hubo otros economistas de prestigio global que también plantearon ideas interesantes para intentar pensar los interrogantes de la pandemia. Se destacó la columna de los académicos Abhijit Banerjee y Esther Duflo en el semanario The Economist.

El primero es un investigador nacido en la India y la segunda una investigadora de Francia. El año pasado recibieron el premio Nobel por sus trabajos sobre pobreza. El objetivo de su artículo es potente: plantean que la prioridad debe ser la salud y muestran antecedentes para asegurar que la economía una vez que pase la crisis sanitaria se recuperará antes de lo pensado.

Una pandemia es algo similar a los bombardeos durante una guerra: el impacto en la economía es causado principalmente por fuerzas externas. Entonces podemos esperar que ocurra algo similar”, mencionaron. Agregaron que “la velocidad con la que Alemania, Japón, Gran Bretaña y Francia se recuperaron después de la Segunda Guerra Mundial permite observar la tendencia de las economías de mercado a volver a su rendimiento anterior”.

Los investigadores mencionaron que la lógica aplica a todos los países. “Este repunte no es solo una característica de las economías avanzadas. Durante la guerra de Vietnam, el país fue sometido a la campaña de bombardeos más intensa de la historia, a un costo humano y económico masivo. Y una vez más, para el año 2000, no había diferencia en pobreza, infraestructura o capital físico y humano entre las áreas que fueron bombardeadas y las que no."

Los economistas aclararon que existe cierto consenso en las medidas fundamentales que deben tomarse hasta la aparición de la vacuna o un retroviral:

1. Evitar un colapso del sistema de atención médica durante el pico de la epidemia.

2. Apoyar financieramente a los ciudadanos vulnerables a través de transferencias de efectivo incondicionales y casi universales, para que la cuarentena sea soportable (y factible).

3. Evaluar el virus de manera sistemática en suficientes personas para determinar cuándo y dónde es posible la reapertura.

Luego plantean que la recuperación principalmente en los países no desarrollados deberá potenciarse con la reedición de un nuevo Plan Marshall post Covid-19. Esto último parece clave en Latinoamérica. Los países de la región –sin importar si aplicaron aislamiento más o menos estricto- registrarán un derrumbe de sus economías este año.

El último informe del Instituto de Finanzas Internacionales recalculó sus proyecciones de Producto Interno Bruto para la región. En abril aseguraban que Brasil iba a caer en 2020 un 4,1 por ciento. Ahora plantean que retrocederá al 6,9 por ciento. En Colombia la recesión esperada pasó de 2,5 a 5,4 por ciento, en Chile de 3,8 a 4,4 y en México de 5,8 a 8,7 por ciento. “Esperamos una contracción extraordinariamente profunda en la región”.