Todos y todas nos hemos sorprendido de estas épocas donde se restringe la movilidad por razones de “estado excepción” sanitaria como por la manera en que nuestros celulares se quedan sin memoria en pocas semanas. Todavía no hemos tenido el pico (y esperemos que nunca llegue) de infecciones de covid pero ya hemos hace varias semanas tenido un alud de memes, videos, emoyis, sticker, gif, selfies, emoticones y nuevas formas de material que nos llegan a nuestra mirada, a nuestros oídos y a la memoria expandible pero limitada de nuestros celulares.

Pocos han reflexionado acerca del bombardeo de esta brevedad e instantaneidad icónico-audiovisual, cuyo aporte a la cultura queremos resaltar pues sus manifestaciones han cambiado los puntos cardinales de nuestra relación con los otros y con nosotros mismos. Desde sus comienzos la comunicación en tiempo real ha tenido la enorme posibilidad de intentar sortear el gran escollo de la significación lingüística de los idiomas por la construcción de una lengua universal. Sostenida en el poder de la viralización que es cien mil veces más potente que el coronavirus, la lengua icónica ha colonizado la tierra, primero de la mano de los emoticones, como siempre punta de lanza inocente pero sumamente eficaz, y planteó la necesidad de una lengua novedosa, diferente del lenguaje de la equivocidad de las palabras. Luego, los emoyis lograron expresar emociones y se volvieron cada vez más sutiles en su manifestación, para casi todas las emociones había una carita que podía en su diferencia expresar, si conocías su código, advertir el mensaje cifrado, un beso en la mejilla, cien mil besos en la boca, la vergüenza de tenerte ganas y el llanto de no estar a tu lado. Las sutilezas también podían expresarse con sólo unos emoyis. Luego llegaron los verdaderos colonizadores, los que llevaban la batuta, los memes, quienes representan la máxima realización de este movimiento de viralización cultural que abrió la puerta a todo lo que vendría: los sticker, los gift, los videos cortos, los videos largos y, por fin, las redes sociales centrados en ellos.

Hoy compramos celulares por la cantidad y sensibilidad de las cámaras (delantera y trasera) y por el espacio que nos permite resistir a estos embates que llegan siempre como olas cada vez más gigantes. Los dos grandes aportes de la comunicación en tiempo real se podrían sintetizar en las selfies y los memes. Ya he hablado de las selfies. Muchos empiezan a preguntarse acerca de la calidad estética de los memes aunque ya hace más de una década despiertan la admiración por su ingenio, la velocidad en despertar una sonrisa, la carcajada franca, la ira y la convocatoria a una acción: compartirla. Su condición es el relámpago y la viralización. Algunos se quedan en la memoria colectiva porque expresan un sentimiento generalizado a partir de un acontecimiento vivido por una parte de la sociedad pero la mayoría tienen como condición la fugacidad, la construcción veloz y muchas veces no terminada. No es una publicidad o una estrategia de marketing, tiene una mirada particular, no politizada (ése sería el trabajo de los trolls) y está hecha para que algunos se sientan agraviados, sobre todo los o las que están representados pero tiene una intención de guiño, inclusiva, apela a la descarga de algo parecido a una sonrisa y un comentario exclamativo: ¡Qué hijosdeputa!

Richard Dawkins acuñó el término meme en su libro de 1976, “El gen egoísta”: nació su nominación en la semejanza fonética y analogía conceptual entre genes y mimesis. Su nombre, aunque parezca descabellado, apela a la teoría de Aristóteles sobre la mímesis y a las contemporáneas teorías de la teoría genética. Vías genéticas y vías culturales. El cerebro (como topos de la capacidad del aprendizaje representacional) es comparado con el sistema genético. La idea más importante de Dawkins es que los rasgos culturales (o memes) se replican de manera análoga a los genes. El cerebro procesa la información por medio de la enseñanza (mímesis), la asimilación, el raciocinio, la técnica, la habilidad o la costumbre y sobre todo por la replicación. La viralización es el principal instrumento de aprendizaje actual, implica el incremento exponencial de las nuevas adquisiciones culturales. Los memes son información que constituye nuestras dimensiones culturales. Y tienen características específicas que se miden, en la fecundidad, longevidad, fidelidad, pero sobre todo en la cuantificación de la replicación que producen. Los memes se replican por diferentes mecanismos de imitación, y dan un amplio abanico de copias. Este autor compara a los memes como estructuras vivientes.

Los memes están vivos, son una formación cultural cuya replicación en estas épocas produce un mecanismo constitutivo que es la viralización. La cultura hoy se transmite por contagio a través de las redes de la cybercomunicación en tiempo real. Lo que vale es lo que despierta viralización, lo que se escapa de las manos de quien lo produce. Los memes conllevan la replicación, y para esto se necesita la oportunidad, la agudeza, la realización, la novedad y el control de las supermegacorporaciones que manejan la circulación en el ciberespacio.

En una época donde prima la corrección política, donde hay que replantearse la manera que solíamos actuar, las prácticas sexuales, la enunciación del género, las pequeñas o grandes discriminaciones diarias, los memes expresan esa libertad que a nosotros, muchas veces, nos falta. Con esa impunidad que da lo anónimo y la presencia que da la sorpresa, se han convertido también en una expresión popular salvaje, franca y, por momentos, necesaria para expresar lo que de otra manera sería censurado. Tiene la construcción de un chiste gráfico, muchas veces con predominio de lo icónico sobre lo dialógico, apela a la compresión de lo que está aconteciendo en el presente, apela al contexto para su comprensión (y no al quiebre del sentido común, como suelen identificarse los chistes profesionales).

Se tomó muy en serio esa frase que decía que una imagen vale más que mil palabras, y un meme valdría más que un millón. Jugadores de fútbol temen más un meme que errar un penal en la final del mundial de fútbol, un meme les dejará no sólo marcada su carrera sino su vida para siempre en un gesto de reconocida impotencia. Los arqueros y los delanteros son los que más la sufren, son aquellos quienes atajan y atacan. Muchos sostienen que la tecnología ha empobrecido la puesta en escena de la expresividad artística. Ponen el ejemplo de la música y de las artes plásticas, quienes han perdido resolución frente a las exigencias del ciberespacio. Mayor visibilidad implica menor resolución. Todos escuchamos y vemos con baja resolución, lo que importa es la velocidad frente a la gran congestión de tránsito, en la circulación de datos e informaciones.

En estas épocas de mucho tránsito y baja resolución, los memes llaman la atención como una forma de expresión masiva y de resolución acorde a su finalidad. Una invención de la sociedad hiper comunicada de todos los días. Hoy los memes han replanteado todos las imágenes, tanto los emoticones como los emoyis, y hasta han elaborado una versión que se pega a tu celular, llamado sticker, según Guadalupe Treibel en Página/12, del día 24 de enero, parte de la familia, primos hermanos, cruza desnaturalizada entre emoji psicotrópico y meme ocurrente, un boom que esté en plena ebuliición.

Si los emoticones marcaban una codificación, el intento de ser comprendido sin que haya palabra entre uno y otro, sin el malentendido propio del lenguaje, los emoyis apelaban a una sensibilidad emocional para expresar sentimientos frente a lo que se habla, el intento de sortear la explicación de costosos sentimientos de ambivalencia afectiva y los sticker son accesorios de decoración relacionados con nuestra cara y creatividad. Como en el parabrisas de un auto, gran cantidad de ellos pegados sobre una superficie dificulta la visión pero bien hecho y puestos en el lugar adecuado, llaman la atención. Fáciles de realizar, esa selfie con tintes decorativos despierta a la repetición, a la viralización.

En estos momentos donde los jóvenes tienen serias dificultades de expresar sus emociones por medio de las palabras y lo hacen por medio de los celulares, y los adultos prefieren aggiornarse antes de parecer fuera de moda, la utilización de los memes implica un movimiento cultural que merece toda nuestra atención como una nueva forma de comunicación que tiene consecuencias en amplias esferas que comprenden lo social, lo económico, lo psicológico.