Hay algunas señales de un giro circunstancial en la consideración del Gobierno Nacional respecto a la política económica que empiezan a ser visibles. La más elocuente, una reacción del establishment ante lo que cree es un viraje heterodoxo, con más controles del Estado sobre variables y el ojo puesto en amortiguar los impactos negativos en sectores medios y bajos, más que en cuidar la caja. Si para el Gobierno de Alberto Fernández el 2020 permitió centrarse en la normalización de algunos costos y ordenar el escenario macro, esta primera parte del 2021 lo tendrá ocupado en una economía real dañada por la herencia y la pandemia, justo en un año electoral clave para que el oficialismo recupere el terreno parlamentario perdido y para que, según se explica en Casa Rosada, no queden truncas reformas de fondo que vendrían más adelante.

Naturalmente, en el frente interno también hubo cambios de visión. Cuentan en los ministerios económicos que aquel llamado de atención de la vicepresidenta Cristina Fernández sobre un proceso de crecimiento con puja distributiva que no debería dejar algunos pocos ganadores, pasó de ser un punto disruptivo a un sujeto aglutinador de una idea. Los movimientos en las carteras y algunas decisiones lo dejan de manifiesto. Y el ministro de Economía, Martín Guzmán, un heterodoxo fiscalista que cree en la política, parece ser uno de los mejores intérpretes de que la nueva etapa del país -con perspectivas de crecimiento, pero luces amarillas en el frente inflacionario, de los salarios y el empleo-, necesita intensificar las vinculaciones políticas y reforzar la mirada mercado internista, agregada a la ya presente idea de un modelo exportador.

Tarifas

Hace unos días, la Asociación de Distribuidores de Energía Eléctrica (Adeera), que nuclea a firmas como Edesur y Edenor, despertó de un largo letargo comunicacional con un texto que alerta sobre los efectos negativos que el congelamiento tarifario podría tener en la prestación del servicio. Desechando la posibilidad de que los ceos de la luz cuenten con poderes adivinatorios, ese lobby refleja que el sector pasó de pensar, en base a las señales que le dio el gobierno, que habría una recomposición tarifaria acorde a sus necesidades, para entender ahora que la nueva etapa tendrá una reducción de subsidios más moderada y una segmentación tarifaria quirúrgica. Las eléctricas, que ya llevan dos años sin subir pero que en la era Cambiemos aumentaron más de 2000 por ciento, serán parte de las presiones más fuertes.

El Foro de Convergencia Empresarial, que nació en 2014 cuando la interlocución empresaria con CFK se había complicado, salió también al cruce del congelamiento a las tarifas de medicina prepaga y los aumentos autorizados por el Gobierno a telefonía e Internet. Es uno de los polos del establishment que juega a la política partidaria, tras el ostracismo de cuatro años sin actividad más que protocolar en la era Macri. Esos dos servicios tendrán subas, pero sólo justificadas en esquemas de mayores costos, lo que altera los nervios de más de un ceo. 

La tercera señal de resistencia del establishment contra un viraje provino del campo. El caso de la intervención, desordenada y luego corregida, en el asunto de los precios del maíz terminó con un lock out patronal de los sectores ultra, que pujan por mercados liberados. En el Gobierno aseguran que la exportación, de diferentes rubros, es central para su modelo, pero que la idea es descalzar los precios locales de todos los derivados de los commodities de los valores internacionales. Por eso, luego de las negociaciones que se siguen dando en ese sentido con la Mesa del Maíz y el Consejo Agroindustrial, seguirá el Gobierno con los precios de la carne, producto que en un año tuvo un alza de 75 por ciento y de 20 por ciento sólo en diciembre, distorsionando el IPC del INDEC de cierre del año. En esa línea está, también, el no descongelamiento total de Precios Máximos, que debía vencer el 31 de enero pero que seguirá en una especie de fin paulatino con muchos productos pasando a la esfera de Precios Cuidados. 

Frente interno

“Estamos ordenando la economía real más que con heterodoxia, con pragmatismo”, contó una fuente oficial a Página I12. Es que en el Gobierno entienden que la anormalidad de la pandemia obliga a zigzaguear en soluciones dinámicas, no absolutas. Así, el crecimiento con la menor inflación posible y, a la vez, estabilidad cambiaria, es la meta uno. Viendo la interna oficial, hay en los equipos de Guzmán movimientos en este sentido. El más fuerte, la salida de Haroldo Montagu de la Secretaría de Política Económica, reemplazado por Fernando Morra. Compañero de Guzmán en la Universidad de La Plata, es experto en procesos de desinflación y los que lo trataron aseguran que fue horneado en el mismo molde que el ministro: pocas palabras, cautela, ejecución y escasos gestos a la prensa. Asume en el lugar más incómodo, el frente indomable de los precios, que vienen de dos recesiones en alza: una sin pandemia epidemiológica y otra con la COVID 19. 

También cree Morra que la política es central para la supervivencia. En ese terreno se asienta Guzmán para edificar poder de fuego en la interna y hacia afuera. Los ministros de las áreas económicas, en charlas que han tenido en los últimos días, comparten que el crecimiento se logrará en base a consensos, pero que hay sectores como los antes mencionados, que lo que quieren es disputar poder, pesar en las decisiones. Lo graficó en un comunicado posterior al paro Jorge Chemes, titular de Confederaciones Rurales (CRA), reclamando que antes de que el Estado decida, debe consultar a los privados. Meses atrás, lo admitió el propio ceo de Clarín, Héctor Magnetto, ante un Guzmán que debió ponerle freno.

En este escenario el jefe de Economía salió y saldrá a la ruta con diferentes padrinos políticos, llevando al interior un evangelio con algunas ideas fuerza. El capítulo más reciente, la visita a Entre Ríos con el ministro del Interior, Eduardo “Wado” De Pedro. Allí, les dijo a los empresarios que el BCRA está en un proceso de recuperación de reservas, que habrá crecimiento pero que se necesita el apoyo de todos para salir de la volatilidad cambiaria. También señaló algo clave: bancó la reestructuración de deuda de la provincia que comanda Gustavo Bordet y alineó esas negociaciones a la nacional deslizando que los dólares están todos en una sola caja. Hará lo propio la semana próxima en Chilecito y días más tarde en el Chaco.

El Fondo a la derecha

Días después de que Ford anunciara que dejó de producir vehículos en Brasil, el mercado más grande la región, el titular de la compañía para Argentina se reunió en Casa Rosada con el Presidente Fernández. Le garantizó la inversión y le dijo que quieren que el país sea un polo de relevancia. El secretario de Industria, Ariel Schale, y el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, le acercaron al mandatario números impactantes de producción de vehículos, que reflejan alzas superiores al 100 por ciento. 

Todos los papeles que estos funcionarios tienen sobre su escritorio reflejan, como los datos de la UIA, que la industria parece caminar en terreno firme no sólo en actividad sino en empleo. El crecimiento de la capacidad instalada fabril del 60,7 a 63,3 interanual en noviembre, es leído por el Estado y los privados como el inicio de la incorporación de personal.

Si bien hay otros rubros en alza, como la construcción, en el Gobierno toman como indicador principal el de la recaudación de la AFIP, que ya tiene 5 alzas al hilo, cuando el Estado tuvo meses de caída, producto de menores tributo por pandemia. En esta línea, el Gobierno también marcará la cancha, en cada partido, respecto a las presiones de bajas de impuestos.

Ante los empresarios de Entre Ríos, Guzmán contó una anécdota vinculada al tema. Se enteró de que en cada reunión que la misión del FMI tuvo con empresarios, les dijeron que había que bajar impuestos, pero mantener las políticas de salvataje a empresas en pandemia. “Así no cierra, ¿se dan cuenta?”, expresó.

De este modo, la pregunta que queda en el aire ante este giro menos conservador del Gobierno es cómo repercutirá eso en la negociación por la deuda con el Fondo Monetario. Cuando se les pregunta a los funcionarios locales y operadores internacionales sobre el asunto, advierten que, quizás, esto no afecte directamente pero sí juegue en los plazos. Ese acuerdo que se pensaban más para marzo o abri,l podría extenderse hacia adelante, aun cuando deba empezar la negociación con el Club de París.