Recital olímpico, de Camila Fabbri y Eugenia Pérez Tomas, se iba a estrenar el 28 de marzo de 2020. Se hizo un ensayo general para unas 30 personas. Pero luego, la pandemia y el confinamiento impidieron las funciones. O habría que decir que sólo las pospusieron. O que pusieron pausa. El afiche del espectáculo quedó todo este tiempo colgado en el Teatro Sarmiento. La escenografía, intacta en la sala. El vestuario esperando quien lo luzca. "Es como una obra de fantasmas", bromean las autoras y directoras, quienes se reencuentran en escena después de En lo alto para siempre (2018).

"Cuando supimos que íbamos a volver empezamos a memorizar inconscientemente la obra. No habíamos generado un video; estaba todo en la cabeza. Apelamos a la memoria colectiva, entre todas. Somos todas mujeres", cuenta Fabbri a Página/12. "Todo este año extraño pasó pero hay momentos en que pareciera que se actualizó rápidamente, que nada hubiera sucedido y hubiéramos vuelto automáticamente a marzo, a punto de estrenar. La obra se reactualizó un año después, en el mismo mes, la misma sala, con el mismo vestuario, con la escenografía que no se tocó."

Ellas --las dos escritoras, aparte de directoras-- se conocieron estudiando en la EMAD y solían ir a ver los trabajos que la otra hacía. Fabbri escribió y dirigió Brick, Mi primer hiroshima y Condición de buenos nadadores. También escribió el libro de cuentos Los accidentes (Notanpuan, Emecé), reeditado en México, España y Chile, y la novela de no ficción El día que apagaron la luz (Seix Barral). Pérez Tomas estrenó Un futurista ciego, Las casas íntimas, Rodolfo, Beatriz y Fantasma Unicornio y Disparo de aire. Es autora de la novela Frutas tardías (Paisanita Editora) y acaba de publicar su primer libro de poemas, Los buenos deseos (Elefante-Chile). 

Dieron clases juntas hasta que en un momento decidieron convivir en la escena. El primer trabajo de la dupla fue En lo alto para siempre, creado a partir de recortes de ficciones y documentos testimoniales de David Foster Wallace, estrenado en el Teatro Cervantes. En Recital olímpico las autoras continúan en la indagación de biografías como punto de partida para edificar la ficción.

En este caso eligieron dos figuras femeninas: Nika Turbina, poeta ucraniana, y Nadia Comaneci, atleta rumana, y generaron un cruce entre cartas, canciones y saltos olímpicos. Una historia de amor, también, aparecida al calor de un encuentro inventado. El estreno es este sábado a las 20 en el marco del FIBA. También se la puede ver el domingo, siempre con reserva previa. A partir del 11 habrá funciones de jueves a domingos en el Teatro Sarmiento (Avenida Sarmiento 2715). El elenco está integrado por Laura Paredes, Anabella Bacigalupo, Nadia Sandrone, Nina Suárez, Luna Etchegaray, Agustina Estarli, Oriana Lopresti y Micaela Suárez. El diseño y puesta de sonido es de Diosque; el de iluminación, de Agnese Lozupone; vestuario, Nadia Sandrone; escenografía, Julieta Potenze; coreografía, Luciana Acuña.

Laura Paredes y Anabella Bacigalupo, dos de las actrices de Recital Olímpico. Foto: Carlos Furman.

--¿Por qué decidieron volver a trabajar en conjunto?
Camila Fabbri:-- Quisimos seguir indagando en esta idea de tomar biografías de figuras que nos interesan y por algún motivo nos obsesionan. A grandes rasgos, teníamos ganas de escribir una historia de amor, algo que fuera la contracara de En lo alto..., un poco más luminoso. Un salto hacia otro lugar. En lo alto... tenía más que ver con una carga mental, con las ideas. Con el hecho de aprender a pensar. Y lo que aparece en Recital olímpico es el cuerpo. Hay una poeta que escucha voces, pero también se le refleja una atleta. En un viaje, Euge vio un grafiti que siempre nos gustó mucho: "La poesía es un deporte extremo". Tomamos esa frase como hipótesis y nos reencontramos con estas biografías.  Las dos tenemos ese gusto por la biografía del artista más que por su obra. 
Eugenia Pérez Tomas:-- Cuando inauguramos con Foster Wallace había quedado abierta la idea de una especie de serie de autores suicidas. Ahí conocimos a Nika Turbina. Recital... es una continuidad de En lo alto. No tenemos una división de roles, las dos escribimos y dirigimos. Tratamos de trabajar yendo hacia lo mismo, cada una desde su mirada. Hay un momento en que las obras se despegan de la referencia biográfica o real, y se empiezan a generar asociaciones que no corresponden a una referencia real. Ese pasaje es lo más significativo para mí. 

--¿Qué les interesaba de estas vidas?
C.F.:-- Hace muchos años empecé a ver documentales de Nadia en canales de cable, más de chica. Me preguntaba quién era esa niña prodigio. Siempre me pareció atractiva y terrible su historia, la de la niña atleta, el primer 10 de la historia. Toda la tensión y la demanda que puede implicar eso en una niña tan chiquita. Veía una y otra vez el momento en que se saca el 10; su cuerpo, su gesto, tan frágil y raquítico. Esos elementos hacen contacto con la biografía de Nika, también una niña prodigio, en Rusia, que decía que escuchaba una voz que le dictaba poemas. Muy chiquita, desde los cuatro, cinco años. Escuchaba voces pero, al menos, en ellas podía encontrar cierta lírica que hacía que pudiera transformar ese malestar en algo más creativo. Se transformó en una escritora muy famosa, una niña escritora que ganó un premio muy importante a los diez años. Creo que yo traje la biografía de Nadia y Euge la de Nika. Y dijimos: ¿qué pasa si intentamos que ellas se conozcan? Estas niñas llaman la atención del mundo pero también tienen el peso que puede traer eso. Se vuelven amigas, hay un cierto romance. Nika se suicidó muy joven, a los 27 años, pero en nuestra obra está viva (de adulta). Lo nuestro se trató de encontrar un ecosistema donde pudieran convivir estas dos prodigio, tanto en ese pasado de éxitos como en este presente en que son dos mujeres adultas y se reencuentran después de muchos años.
E.P.T.:-- Encontrábamos en los relatos y el archivo cierta soledad de estas niñas al vivir momentos tan contradictorios con la edad que tenían. En la obra comienzan una amistad bastante intensa y amplia, amorosa, platónica; se empieza a levantar mucho vuelo en relación a lo que aparece vincularmente. Están en esa edad de flashear con la otra las cosas que les gustan y un poco la otra funciona como plataforma para disparar deseos y experiencias. Se ven dos veces nada más, la potencia del vínculo está en el intercambio epistolar. La obra trabaja el tópico del encuentro en la distancia. También el ir en busca de la propia voz, el propio deseo. 

--¿Cómo es la puesta?
E.P.T.:-- La obra se llama Recital olímpico por la fusión, el contraste, el imán, la yuxtaposición de dos realidades, dos universos poéticos: el del recital poético y el de la disciplina, la gimnasia deportiva. En el espacio hay una tamblinera, un elemento específico del universo de la gimnasia, especie de pasarela-trampolín, donde hacen sus secuencias tres atletas. También está el sector de las cartas, como una especie de evocación del género epistolar. Hay sueños, pesadillas. Al principio todos estos elementos están compartimentados: tiempo presente, tiempo pasado, momento de cartas, de sueños... todo eso, a lo largo del andar de la obra, se empieza a superponer de una manera intensa, dejando los límites muy borrosos. Está el arriba, el abajo, trabajamos el espacio en dos niveles, y la profundidad. Pero la composición finalmente no está tan dividida.
C. F.:--El primer encuentro que tienen presencial -palabra que ahora usamos mucho- es en la casa de Nika. Tienen su primer encuentro y escuchan una canción, bailan, hay un momento musical, atravesado por lo soviético como toda la obra. La Nika jovencita sueña con Nadia, todo el tiempo. Hay una obsesión con esta atleta. En esos sueños se reflejan las tres actrices-atletas que trabajan en la obra.

--¿Cómo fue introducir en el teatro a las atletas, quienes vienen de un mundo ajeno?
C.F.:-- Empezamos haciéndolo en En lo alto... con Pablo "Kun" Castro. El es actor pero también hace parkour y trabaja cierto atletismo. Para nosotras fue algo nuevo incluir cierta destreza física. Evidentemente algo de eso nos llama mucho la atención. Lo desconocemos un poco, pero nos genera mucha admiración. En esta obra quisimos redoblar esa apuesta y convertirla en tres figuras en vez de en una. Que hagan flic flac, saltos en el aire, una destreza que se pueda ver. Tienen una presencia muy grande esas Nadias. En los ensayos del año pasado fueron apareciendo cada vez más. Al principio aparecían sólo en los sueños, pero ahora hay mucho más atletismo en la obra del que habiamos escrito en el texto. Fuimos a gimnasios, clubes de barrio, a un montón de lugares así hasta que encontramos a las atletas. No tenían experiencia en actuación pero todo indicaba que sí, porque fue muy natural el proceso. Dos ya se conocían. Armaron una fraternidad instantánea. En la obra ellas no hablan, lo que habla son sus movimientos. Trabajamos mucho en esto con Luciana Acuña.

Foto: Carlos Furman.

--La obra tiene una presencia femenina fuerte: dos autoras y directoras, biografías de dos mujeres, el elenco está íntegramente compuesto por mujeres... ¿Es una obra feminista? ¿Su construcción también?
C.F.:--
No deliberadamente. No es algo que buscamos. Hacemos la broma de que es una obra de dobles: Nika y Nadia, de jovencitas y de adultas, nosotras somos dos directoras, las atletas son tres. El equipo técnico también está compuesto por mujeres. El único hombre del elenco, Cristian Jensen, fue reemplazado por Nadia Sandrone. Diosque, en sonido, sería el único hombre. Todo va para ese lado, nos vamos encontrando aunque no nos lo planteemos: nos imantamos solas. Pero me daría cierta duda decir que es una obra feminista, porque no sé si hay un planteo desde ese lugar en lo que se narra. Sí hay una presencia femenina total.
E.P.T.:-- Una obra hecha por mujeres o disidencias a la luz de la revolución feminista, pensamos, también lo es. Hay actrices que vienen de compañías de mujeres, como es el caso de Laura (Paredes, Piel de Lava).

--¿Tiene algún sentido que la obra esté atravesada por el área de influencia soviética?
C.F.:-- No hay un sentido en la lectura que se pueda hacer de la obra. No hay un lugar al que llegar en relación a la historia soviética, pero sin querer me parece que estamos partiendo de dos biografías de niñas del mundo soviético. El otro día charlamos de que hay una lectura para hacer después de este año de pandemia: la vacuna rusa y nuestra obra "soviética", totalmente a favor. Auspicia la Sputnik (risas). Eso hace un año no estaba. La obra arranca con un recitado en ruso, se oye el ruso en la obra. Tiene una presencia fuerte.
E.P.T.:-- Es única la experiencia de montar una obra que no llegó a estrenar antes, aparecen nuevas lecturas. Por ejemplo, la obra abre con el recital de Nika y hay unos audios que evocan a una multitud en un estadio. Eso claramente tiene una resonancia distinta a la que tenía en su momento: ahora no existe en ningún lugar una multitud en un estadio gritando. Se reforzó el carácter del artificio, de lo teatral. El afuera rebota de manera inesperada.

--¿Se sienten identificadas con lo que decía Nika, aquello de que el arte nace de voces que se escuchan?
C.F.:--
No tanto. O creo que no. Sin dudas hay algo que no podemos nombrar que tiene que ver con esas conexiones matemáticas que uno hace entre cosas que vio, leyó, pensó y soñó. De ahí caen las ideas o imágenes disparadoras para producir algo. En el caso de Nika me pareció interesante que haya podido transformar las voces que la atormentaban en otra cosa. Ya cuando fue más grande dejó de trabajar como poeta, eso se transformó en otra cosa. Le era más difícil el padecimiento. Había algo de eso en En lo alto.... Foster Wallace decía que aprender a pensar es lo más importante, más allá de aprender cosas.
E.P.T.:-- El arte trata de abrir la escucha, volverse permeable. Una nunca trabaja sola: siempre dialoga inevitablemente con lecturas, referencias, voces cercanas o más extrañas. No es lo mismo abordar un proceso creativo con ideas fijas, previas, establecidas.

Vidas reales

--Hace un tiempo todo parece indicar, al menos por lo que suben las plataformas de consumo masivo, que hay un interés del público por acercarse a biografías. ¿Coinciden?
C.F.:--
Por algún motivo me parece que la no ficción a veces puede generar un interés. Hay algo muy magnético en el hecho de saber que eso realmente sucedió, toca la individualidad de otra manera. Implica tener la sensación de que uno pudo ser testigo de eso, o la pregunta de qué tan cerca pudo estar de eso que pasó. Hay algo de la ficción que deliberadamente te aleja: uno se vuelve un espectador y es un lugar tal vez más paciente. Más inactivo desde la propia biografía de uno. Lo biográfico toca la vida de uno, aunque haya pasado en otro país, continente, época. Si se trata de algun crimen se genera cierto morbo por querer saber más, ver esas fotos, imágenes. Pasa con las plataformas. Nosotras lo que intentamos es tomar las biografías para producir una ficción. Nunca tomamos esas vidas tal cual fueron, pero nos tomamos el atrevimiento de tomar esos nombres propios. Euge y yo conversamos mucho de las vidas de ciertas figuras, tanto de deportistas como de escritores o poetas. No nos gusta el deporte pero nos gustan los deportistas. Hay una frase que dice Scola en una entrevista, que nos gusta mucho y la tomamos: "el éxito es darlo todo y después vaciarte".
E.P.T.:-- Hubo un auge de las biopics, en las series, miniseries. En la literatura hay un interés en encontrar la referencia en la biografía (del autor). A nosotras nos interesa  hacer un poco de DJs con los datos, modificarlos, separarnos totalmente. Quizás haya en el público una necesidad de escuchar voces y evocar imágenes que tienen que ver con lo que nos interpela desde el inconsciente colectivo, y encontrar resonancias ahí.

Teatro, aperturas y reestricciones

-Después de todo este tiempo de teatros cerrados, ¿cómo experimentan las reaperturas de algunas salas?
C.F.:-- Es curioso, todavía no sabemos cómo va a ser, nos estamos adaptando recién ahora. Estaba esa sensación de haber dicho adiós para siempre, y después está pasando otra vez. No podría decir que esto es algo lindo, disfrutable, porque estoy confundida. Hay cierto encanto en la sensación de barajar y dar de nuevo. En cuanto a la obra, ya era protocolar antes de la Covid. Tuvimos que hacer ciertas readaptaciones en momentos en que las actrices se acercan, pero muy breves.
E. P. T.:-- En este momento formo parte de Jardín Sonoro, una experiencia de teatro en el Jardín Botánico que había quedado en suspenso y de repente se activó. Son espacios de privilegio los que están activando. Si bien nosotras estamos estrenando en el teatro oficial es una situación excepcional: el independiente es el que peor la está pasando y preocupa cómo va a sostenerse.