En el mundo arrecian las discusiones vinculadas a las medidas sanitarias y, ahora, a la efectividad de las vacunas, las mismas parecen destinadas a calmar las apetencias de noticias de la mayoría silenciosa.

Parece, sin embargo, que varios de los temas centrales, es decir, los nuevos paradigmas que se vislumbran y que nos arroja la pandemia, ya sean del trabajo, de la cultura y de las relaciones humanas, no son suficientemente recorridos por las noticias. En el campo de la cultura y el ocio se encuentra el deporte.

En este último sólo vemos una inacción casi universal como receta. Apenas se aprecia que el poderoso músculo del dinero se movió, y ha facilitado algunas pocas actividades profesionales y/o de gran espectáculo e inversión, eso ha sido todo.

Un silencio casi mundial tapa e ignora a esa gigantesca masa de gente, que hace deporte no profesional o simplemente por salud o placer, casi nada.

Las autoridades políticas del deporte, en casi todos los países, han mantenido un perfil bajísimo, a veces lindante con la resignación o el desinterés.

No se pretende de nadie interpretaciones o discursos medulares de filosofía deportiva, a lo Platón, (Johan) Huizinga o (José María) Cagigal. Pero al menos, y entendiendo las debilidades políticas de lo amateur ante el poder, la posible ignorancia o las incompetencias varias de los personajes eventualmente a cargo, un mensaje de como se intentará recuperar lo ya perdido.

Por cierto, esto será muy bienvenido por los varios cientos de millones de personas que echan de menos a ese formidable motor social, el deporte.

* Ex Director Nacional de Deportes.