1) ¿Cómo fue posible que el día más triste y siniestro de la historia argentina, un ataque mortal al corazón de la Nación, se haya convertido en una conmemoración gloriosa de la Memoria, la Verdad y la Justicia?

2) Ningún genocidio en el mundo ha sido transformado performativamente en su sentido más radical, por lo que siempre habrá que indagar las condiciones de semejante transformación.

3) Sin duda Madres, Abuelas e Hijos anudaron de tal forma el legado, la memoria y el deseo, que provocaron la emergencia de un nuevo actor político que incluso llegó a exceder el ámbito tradicional de los derechos humanos.

4) Mientras los derechos humanos en otros países del mundo constituyen un subsistema de la realidad, en Argentina se cumplió la ley de todo proceso transformador: las Madres irrumpieron en la Comunidad, luego su acontecimiento disruptivo paso a la Sociedad de los organismos de derechos humanos y movimientos sociales, y por último el anudamiento se cumplió cuando la política de Estado tradujo políticamente esas luchas

5) Por lo mismo, ya no se trata de Antígona desafiando las leyes del Amo para evitar que el hermano "no sea matado por segunda vez". A partir de Madres, Abuelas, Hijos, la narrativa de los sobrevivientes, la construcción de testimonios que no se clausuraban solo en el dolor de las víctimas dieron forma a un porvenir de militancia y un examen ético de la sociedad y sus políticos. El 24 de marzo devino en deseo, un nuevo tipo de Deber que convoca a la dignidad, esa que, a pesar de todo, no puede ser vencida.

Cuando se cumplió el 30 aniversario del infausto día, tuve la oportunidad de escuchar aquella noche en el teatro Colón la Resurrección de Mahler. Allí supe que en el núcleo de todo proyecto de Emancipación existe e insiste aquello que no puede ser matado del todo, lo que nunca termina de morir porque de un momento a otro resucita.

Esa es la experiencia del 24 M, el deseo de estar con los 30.000 resucitando con ellos y con ellas…