La doctora en Historia e investigadora del Centro de Estudios Avanzados de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) Ana Noguera acaba de publicar Revoltosas y revolucionarias. Mujeres y militancia en la Córdoba setentista, un libro que define como “un aporte con perspectiva de género al campo de la historia reciente”.

Entrevistada por el Suplemento Universidad, Noguera explicó que en la obra editada por el sello de la UNC y prologada por Dora Barrancos pone foco sobre “quiénes eran esas mujeres, qué hacían y cómo actuaron dentro de un colectivo que transformó sus vidas”, en el contexto de la Córdoba de los años sesenta y setenta del siglo pasado.

En tal sentido, destacó al Cordobazo (1969) como un hecho que “las convocó a la acción y las invitó a sumarse a la militancia”, y estableció diferencias y similitudes entre aquellas mujeres y el movimiento feminista actual.

–¿Cómo surgió la idea de investigar sobre mujeres y militancia en la Córdoba setentista?

–Debo reconocer que el deseo inicial surgió de preguntas enraizadas en mi propia biografía familiar, en un intento por comprender una parte de mi propia historia personal. Pero a medida que fue pasando el tiempo y fui adentrándome en estas intensas décadas me convencí de que hay un núcleo duro de preguntas y problemas que, de poder ser explicados en profundidad, nos ayudaría a comprender aún más nuestro presente. Hay algo de las transformaciones socio-culturales de la época, de los vínculos de las mujeres con la política, de su participación –más allá de los espacios específicos– y de la violenta reacción y represión a los cambios protagonizados por ellas que aún no han sido del todo dimensionados. Esto tuvo consecuencias que aún podemos ver en la actualidad y, por ello, debemos seguir preguntándonos qué dice ese pasado sobre el presente.

–¿Había investigaciones específicas sobre ese tema y ese período?

–En los últimos años se produjo una gran cantidad de trabajos que abordaron un abanico muy heterogéneo de temas sobre el período. Sin embargo, muchos de ellos están centrados en las experiencias de Buenos Aires u otras grandes ciudades, como Rosario. En el caso de Córdoba no había otros trabajos que se hubieran dedicado concretamente al tema, más allá de que alguno podía haber mencionado la temática de manera tangencial. En este sentido, creo que el libro resulta un aporte al campo de la historia reciente con perspectiva de género. Pero esta investigación sólo fue el puntapié inicial. Quedaron una gran cantidad de temas por abordar que espero empiecen a ser desandados, no sólo aquí, en Córdoba, sino también en otras partes del país.

–¿Cómo se insertaban las mujeres en las organizaciones armadas y no armadas?

Es importante decir que en el contexto de alta conflictividad social y de radicalización política de la época ellas se insertaron y participaron de una gran diversidad de espacios y organizaciones –políticas, sociales, sindicales, religiosas, armadas, barriales–, donde actuaron muchas veces como responsables. Esta activa militancia les permitió pensarse con mayor autonomía respecto de su rol social, posicionándolas de una manera diferente. Esto, sin dudas, generó tensiones y contradicciones, las cuales eran lógicas dentro de una generación influida por procesos de sociabilidad de género que podríamos denominar “tradicionales”. Sin embargo, es importante mencionar que, más allá de la diversidad de experiencias, muchas sostienen haber participado en pie de igualdad junto a los varones, es decir, que nunca se sintieron discriminadas. Todas fueron y se identificaron como compañeras, denominación que daba cuenta de que ellas ya no eran –y no se sentían– solamente esposas, novias, amigas, sino que eran pares en la lucha con los varones. El libro se pregunta, entonces, quiénes eran estas mujeres, qué hacían y cómo actuaron dentro de un colectivo que transformó sus vidas, pero que también se modificó producto de esa participación.

"Todas fueron y se identificaron como compañeras, denominación que daba cuenta de que ellas ya no eran –y no se sentían– solamente esposas, novias, amigas, sino que eran pares en la lucha con los varones."

–En el libro hay testimonios de la vida cotidiana de esas mujeres que las investigaciones suelen dejar de lado. ¿Qué valor les das a esas voces?

–La reconstrucción histórica basada en testimonios es, desde mi punto de vista, una de las cosas más enriquecedoras del trabajo de investigación. Los intercambios, los encuentros, poder escuchar sus vivencias y experiencias es altamente gratificante. En este sentido, la potencialidad de la historia oral radica no sólo en darle visibilidad a las voces de mujeres, sino también conocer acontecimientos no registrados en otro tipo de documentos o aspectos de la vida cotidiana, la identidad, la memoria colectiva que difícilmente se encuentren en ellos. No debemos olvidar que estas narrativas están construidas desde el propio género, lo que implica que la forma de recordar y las interpretaciones del pasado son particulares, por lo cual es central volver siempre a la pregunta por la estrecha vinculación entre memoria y género.

–¿La actuación política de Eva Perón y la posterior proscripción del peronismo fueron motivos para que muchas mujeres se incorporaran a la militancia?

–La figura de Evita y la proscripción fueron centrales, sobre todo para quienes se acercaron al peronismo revolucionario –en sus distintas organizaciones, armadas y no armadas–. En aquellas que se vincularon con partidos u organizaciones del amplio abanico de las izquierdas las motivaciones fueron quizás otras. Existió una acumulación de experiencias previas –locales, nacionales y trasnacionales– que las motivó a participar. El contexto de la época ejerció una enorme influencia en una gran cantidad de mujeres, jóvenes en su mayoría, que se imaginaron y se pensaron en otro lugar al que quizás habían tenido sus madres y abuelas. Hechos como el Cordobazo, por ejemplo, fue para muchas una interpelación concreta que las convocó a la acción y las invitó a sumarse a la militancia.

–¿Qué diferencias políticas o de otra índole se pueden hacer entre aquellas mujeres y el actual movimiento feminista?

–Las diferencias son muchas, básicamente porque los contextos han cambiado enormemente. Pero me parece que lo interesante es pensar que, más allá de las distancias, hay cosas que las unen, hilos rojos que las atraviesan. Por ejemplo, los reclamos actuales de las trabajadoras también estaban presentes en esa época: brecha salarial, guarderías en los lugares de trabajo, acoso laboral y muchos más. Este es sólo un aspecto. Pero hay muchos otros, sociales y culturales, y todos están entrelazados. Entonces, es necesario rescatar y poner en diálogo lo que aquellas mujeres hicieron en el pasado con las luchas presentes. Estoy convencida de que la historia siempre puede aportar a la construcción de una agenda pública donde el horizonte sea la eliminación de las desigualdades de todo tipo.