Wenceslao Pedernera era un campesino y catequista que había llegado a La Rioja atraído por el trabajo de monseñor Enrique Angelelli y su Movimiento Rural Cristiano. Vivió en el oeste de la provincia los últimos años de su vida, junto a su esposa y sus tres hijas. Y murió allí también, a pocos meses de iniciada la última dictadura cívico eclesiástica militar, luego de que una patota lo acribillara de madrugada, en el umbral de su casa. Un vecino lo llevó al Hospital de Chilecito, pero no sobrevivió: mientras tanto su familia era detenida e incomunicada.
El lugar, 45 años después, fue señalizado el domingo como sitio de memoria en el marco de la Ruta de los Mártires, circuito de mojones que recuerdan los crímenes de lesa humanidad que sufrieron Pedernera, Angelelli y los curas Gabriel Longeville y Carlos de Dios Murias durante el terrorismo de Estado. Por el hecho fue procesado hace algunas semanas Eduardo Britos, uno de los coordinadores del terrorismo de Estado en la provincia.
La señalización, a cargo de la Secretaría de Derechos Humanos riojana, fue la última parada en una jornada de recuerdo para Pedernera que contó con una visita a la casa donde tuvo lugar el atentado --y que aún habita Martha “Coca” Cornejo, la viuda del laico asesinado-- y una misa en la parroquia local donde descansan sus restos desde su beatificación, en 2019.
“Wenceslao siempre peleó por la tierra y el agua para quienes trabajan y viven de ellas; apostó por la organización del pueblo para encontrar caminos de mayor igualdad y su lucha ahora está resignificada en los más jóvenes”, definió Délfor Brizuela, a cargo del área provincial.
Parados al lado del cartel violeta que desde su fachada indica que a ese hospital, Eleazar Herrera Motta, la madrugada del domingo 25 de julio de 1976 llegó Pedernera agonizando, el secretario de DD.HH riojano y Coca Cornejo, de más de 70 años, relataron la última noche de vida del laico y las horas difíciles que ella y sus hijas pasaron entonces y luego.
Nació en San Luis, fue trabajador rural viñatero en Mendoza, a fines de los 60 conoció la labor de Angelelli en La Rioja, se convirtió en un hombre cercano a curas y laicos de su diócesis, a peones rurales y familias campesinas explotadas y empobrecidas. Se sumó al Movimiento Rural Cristiano y se mudó junto a su esposa y sus tres hijas a La Rioja en 1973. Buscaban tierras ociosas e intentaban organizar a peones rurales en cooperativas que trabajaran la siembra y la cría de animales. El poder terrateniente local no se los permitió.
“En las primeras horas del domingo 25 de julio de 1976 llegó desde Sañogasta agonizando Wenceslao Pedernera, quien pocas horas antes había sufrido un atentado en su casa familiar donde recibió impactos de bala”, dice el cartel que recuerda su muerte en el Hospital de Chilecito. Sigue: “En este lugar, su esposa Coca, sus tres hijas -María Rosa, Susana y Estela, y el vecino Toti Ortiz que puso a disposición su vehículo para auxiliar a Wenceslao y trasladarlo a este hospital fueron privados, por algunas horas, de su libertad”.
Una patota lo despertó aquella madrugada llamando a su puerta. Cuando Pedernera fue a atender, le dispararon y huyeron. En Chilecito, lo depositaron en una camilla donde murió horas después. El 18 de ese mes, aquel mismo año, los curas de la localidad riojana de Chamical Gabriel Longueville y Carlos de Dios Murias fueron secuestrados. Sus cuerpos aparecieron días después, fusilados. Integraban, como Wenceslao, la pastoral de Angelelli, quien falleció el 4 de agosto siguiente en un accidente de tránsito que, luego se supo, fue provocado. Los cuatro, reconocidos como los Mártires de La Rioja, fueron beatificados en 2009.
El asesinato de Pedernera es el único de esos hechos que, hasta ahora, no fue juzgado. Recién en septiembre pasado y gracias al impulso que el involucramiento de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación como querellante en la causa, el ex gendarme Eduardo Britos fue indagado por el asesinato de Wenceslao y otra veintena casos de secuestros, torturas y tentativas de violación --estaba condenado desde hacìa casi una década por crímenes de lesa humanidad--. Hay testigos que lo señalan como quien organizó la patota para ir a “apretar” a Pedernera y quien luego se vanaglorió de su muerte: muchos de ellos fallecieron, pero fuentes cercanas a la causa aseguran que sus dichos fueron probados por fuera de los relatos.
Hace algunas semanas, finalmente, fue procesado. En su dictamen, el juez federal de primera instancia de La Rioja, Daniel Herrera Piedrabuena, indica que “actuó directamente en detenciones e interrogatorios en violación a los Derechos Humanos y en las tareas propias de inteligencia que tenía como fin determinar como ‘blancos’, las personas que el sistema represivo debía eliminar” en al provincia. Se espera que los requerimientos de elevación a juicio estén listos para fines de agosto y el debate tenga lugar en octubre.