Los primeros años de su vida en nada anticiparon la vorágine en que caería la existencia de Carlos Enrique Guano a partir de un " golpe de suerte". Rosarino, había nacido en 1898, y era hijo de inmigrantes italianos. Después de la escuela elemental, había comenzado a trabajar en una fábrica de calzado, en la que aprendió el oficio de cortador. En 1932, se hallaba establecido como zapatero remendón en Buenos Aires, y frecuentaba un ateneo socialista en Palermo. Fue entonces cuando la fortuna pareció golpear a su puerta: su madre, Albina Brenta había recibido una herencia. La familia decidió que fuera Carlos, que era soltero y tenía un trabajo autónomo, quien viajara a Italia en representación de su madre. A veces, dice el tango, "la suerte es grela": el viaje en pos de un sueño, llevó a Guano a una pesadilla.

Era 1933, Italia llevaba 11 años de gobierno fascista, y para las leyes italianas, regía, (y aún rige), el derecho de sangre para determinar la ciudadanía. Carlos Guano fue arrestado por desertor y condenado por tribunal militar a 13 meses de prisión que cumplió en la temida cárcel de Gaeta, cárcel militar, que funcionó como tal hasta los años 80 del siglo XX. "Ti mando a Gaeta", fue una amenaza común en Italia durante casi un siglo. 

Tras cumplir su condena, Guano fue compelido a cumplir el servicio militar. Por entonces Mussolini alucinaba con la reconstrucción del "imperio romano" bombardeando Abisinia. Sin duda, está experiencia fue decisiva en los acontecimientos posteriores: al salir de Italia, Guano no regresó a la Argentina. Se dirigió a España, el escenario en el que por entonces se libraba la lucha contra el fascismo. Eran los días de la llamada Guerra Civil Española, entre 1936 y 1939. Desde todos los rincones del mundo llegaban voluntarios para plantarle cara al fascismo. Eran los integrantes de las míticas Brigadas Internacionales. 

Carlos Guano se incorporó a la XII, la "Garibaldi", formada en un principio por italianos antifascistas. Se destacó en la batalla de Guadalajara, en donde enfrentó a los italianos del Corpo di Truppe Volontarie, enviados por Mussolini para apoyar a Franco. En esa Brigada había también algunos argentinos. 

En julio de 1938, este rosarino fue uno de los " pontoneros" de la batalla del Ebro. Esos que permitieron que, como dice la canción, "el ejército (republicano) una noche cruzara el río".

El 9 de setiembre fue alcanzado por la metralla facciosa y trasladado al hospital de Vic. ¿Fue allí tal vez que conoció a Carmen Sainz de Baranda? ¿O sus vidas ya se habrían cruzado antes? Carmen era una de las pocas enfermeras diplomadas españolas. Pertenecía a una familia emparentada con la nobleza oriunda de Santander. La guerra la encontró en Madrid, y desde primer momento se puso al servicio de la causa republicana. Ya fuera antes, o en Vic, Carmen se convirtió entonces en la compañera de vida de Carlos. Con la caída de Catalunya, la pareja cruzó los Pirineos en medio de una marea humana de mujeres, niños, ancianos y soldados que escapaban de la represión franquista.

Guano pudo optar entonces por ser repatriado, pero, en ese caso, debía abandonar a su compañera y al hijo que venía en camino. ¿Qué puede, más que el amor, sanar las fatigas de la batalla y los pesares de las cárceles fascistas? Después de sortear los "campos de acogida" franceses, la pareja se estableció en Burdeos. 

La "primavera" para ellos, y para toda Europa, duró poco. En setiembre comenzó la II Guerra Mundial, y ya en junio de 1940 el ejército nazi entraba triunfante en París. Francia quedó dividida: una zona ocupada por los alemanes y otra bajo el gobierno colaboracionista de Vichy. Burdeos pertenecía a la zona gobernada por los nazis. Desde principios de 1941 hasta noviembre de 1942 cuando fue detenido, Guano junto a otro argentino, Luis Alberto Quesada, fueron parte de la Resistencia orquestada por españoles republicanos en Burdeos. Participó en distintos actos de sabotaje, desde la distribución de prensa clandestina, a empresas más riesgosas, como el robo de armas y ataques a patrullas nazis.

Detenido en el castillo de Hâ, Guano fue enviado inicialmente al campo de Sachsenhausen, ubicado en Brandeburgo, Alemania. Este campo fue abierto en 1936, y fue el "modelo" para los cientos de fábricas de muertes que construyeron los nazis en la Europa ocupada. 

En tanto, Carmen, a sabiendas que vendrían por ella, abandonó Burdeos y se sumó al maquis, en donde ejerció como enfermera hasta el final de la Guerra. 

En 1944, Guano fue trasladado a Flossenbürg, en Baviera. Alemania iba camino a la derrota; en esa instancia, eran frecuentes los movimientos de deportados de un campo a otro, con el fin de alejarlos de una posible liberación. 

El 20 de abril de 1945, apenas tres días antes de la llegada de los aliados al campo,  Guano fue seleccionado para la que fue la última " marcha de la muerte", que salió del campo. Eran caminatas forzadas a las que eran sometidos los prisioneros, de un campo a otro, con la finalidad de continuar el exterminio y no dejar testigos vivos .

Sobreviviendo a todas las penurias, Guano, el deportado n° 24083, fue liberado pocos días después por el ejército soviético en las proximidades de Leitmeritz (actual República Checa). Recuperaba así su identidad, la libertad ansiada y, finalmente,  también la familia. 

Su rastro se pierde en los documentos franceses en 1953, hasta esa fecha sabemos que residió en Burdeos.  

El Registro Nacional de las Personas, informa que Carlos Guano murió en 1969 en Santa Fe. ¿Había regresado para establecerse de nuevo en Argentina? ¿Murió acaso en un viaje de visitas a familiares? 

El final de su vida parece cubierto con la bruma que envuelve a las existencias anónimas. El único hijo, tambien llamado Carlos y conocido por los afectos como Chiqui, murió sin descendencia.

Quizás esta nota pueda llegar a ser leída por algún familiar o allegado y arrojar luz sobre sus últimos años. En memoria de Guano, de tantos otros argentinos olvidados que combatieron a los fascismos, y de mi padre.

*Profesora de historia.