El tema del que más se habló en las últimas horas en los círculos castrenses fue la detención del coronel retirado Guillermo César Viola. El hombre que, desde hace años, es referente de la Unión de Promociones (UP) y desde donde defiende a sus camaradas presos por delitos de lesa humanidad, ahora está detenido a disposición del juez federal Daniel Rafecas, quien lo acusa de haber tenido un rol activo en la masacre de la calle Corro del 29 de septiembre de 1976.

El 30 de noviembre salió el último boletín informativo de la UP –la organización que preside Viola–. En la segunda página de la publicación, contaba 832 procesados. Es probable que en los próximos días, el boletín tenga que actualizarse tras la detención de Viola y nueve compañeros de armas del Grupo de Artillería de Defensa Aérea (GADA) 101, desde donde se organizó el operativo monumental contra la casa del barrio de Villa Luro en la que se llevaba adelante una reunión del secretariado político de Montoneros. En ese operativo, murieron cinco militantes –entre ellos, María Victoria “Vicki” Walsh, hija del periodista Rodolfo Walsh–.

Viola tiene 71 años. Ingresó formalmente al Ejército en 1969, cuando su padre ya se había retirado. Como él, también era artillero. Para 1976, estaba en el GADA 101, con asiento en Ciudadela. Según reconstruyó el juzgado de Rafecas, era oficial educador de la Batería A.

En el GADA, Viola se había ganado el apodo de “Batman” un día que apareció con un cinturón especial. Ese 29 de septiembre de 1976, al mejor estilo del superhéroe en cuestión, Viola trepó por las paredes y caminó por los techos de la casa de la esquina de Corro. Con su arma, disparaba hacia abajo –donde resistían los oficiales montoneros–. El relato surge de los testimonios de exconscriptos que recolectaron Rafecas y la secretaria del juzgado Albertina Caron durante años.

“Recuerdo que Viola salió a matarlos a todos”, declaró un exconscripto que había oficiado de asistente de Viola durante ese año. El muchacho había conducido el jeep en el que viajaba su superior y permaneció en la zona durante el tiempo en que duró el ataque contra la vivienda. “Después del tiroteo estaba contento Viola o agrandado porque había tenido éxito. Estaba contento porque había matado a alguien”.

Según ese exconscripto, la masacre de la calle Corro no fue la única jornada de acción con Viola. Dijo que participaban en operativos para buscar “subversivos”. Recordó uno en el cine “El Progreso” de Villa Lugano, en pizzerías y en hoteles alojamientos.

– Tomábamos la guardia, tomábamos el listado de las habitaciones, golpeábamos la puerta, les dábamos tres segundos, y, si no abrían, tirábamos la puerta abajo– relató en el juzgado– A las señoritas que estaban se las tapaba con las sábanas por respeto y se les pedía identificación–.

Viola estuvo en el GADA 101 hasta enero de 1979. Con el regreso de la democracia, siguió haciendo carrera, aunque para 1985 pidió autorización para estudiar. Logró un ascenso durante el gobierno de Fernando de la Rúa, según recordó la diputada Myriam Bregman, que actúa como abogada querellante en esta causa en representación de Patricia Walsh –hermana de “Vicki”-- y de Lucía Coronel –hija de José Carlos Coronel, otro de los asesinados en el ataque–.

En 1992, terminó la carrera de Ciencia Política en la Universidad Kennedy y, a los tres años, culminó sus estudios en Relaciones Internacionales en la Universidad del Salvador. Fue candidato en dos oportunidades por el Movimiento por la Recuperación de la República (MORERA), un partido que armó el teniente coronel retirado Emilio Nani –que participó de la represión en el regimiento de La Tablada– y que sirvió durante los primeros años del gobierno de Néstor Kirchner para atacar la política de memoria, verdad y justicia.

El 29 de mayo de 2005 –cuando se conmemoraba el día del Ejército– fundaron la UP en la víspera del fallo Simón de la Corte Suprema que iba a declarar la inconstitucionalidad de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. El verdadero propósito de la agrupación fue resistir el avance de los juicios. En mayo de 2006, fue uno de los organizadores de un acto en la Plaza San Martín de reivindicación de lo actuado durante el genocidio. Kirchner y la entonces ministra de Defensa Nilda Garré impulsaron sanciones.

Viola abrigó alguna esperanza con la llegada de Mauricio Macri al gobierno en 2015. “Cuando cambió el gobierno guardábamos alguna reserva en cuanto el presidente actual terminara con el curro de los derechos humanos”, reconoció en una entrevista con un periodista amigo con el que tenía tanta confianza como para definir a los derechos humanos como un “asqueroso negocio”. Durante el macrismo, fue uno de los que presentó pedidos de medidas cautelares ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en favor de sus compañeros presos.

Mencionado desde los primeros años de la democracia por su rol durante los años del terrorismo de Estado por el periodista Alipio Paoletti en su libro Como los nazis, como en Vietnam, a Viola le llegó 45 años después la hora de dar explicaciones.