Junio de 1979, sótano del Casino de Oficiales de la ESMA, la picana y los gritos no paraban, la música a todo volumen no lograba taparlos, y con mí amigo y compañero Daniel Oviedo especulábamos angustiados cuanto tiempo más podía durar el suplicio para ese recién secuestrado.

De golpe, escuchamos el sonido de la pesada puerta de la "huevera" abriéndose, y ahí se vino el torturador, transpirado, agitado, pidiendo que jugáramos una partida de ajedrez, en ese tablero que guardábamos como oro.

No era la primera vez que sucedía, "Palanca", como se hacía llamar en el submundo de los genocidas, interrumpía la tortura que ejercía con refinada brutalidad, para jugar al ajedrez con algún secuestrado en "proceso de recuperación", en este caso con quién esto escribe.

En medio del terror que imponía, el juego evolucionaba "normalmente", hasta que el torturador empezó a pensar en voz alta.

"El hijo de puta me está mintiendo", dijo. "Este montonero de mierda se cree que me va a engañar", bramó a los gritos, y casi al unísono con un fuerte movimiento de su brazo hizo volar piezas y tablero, para volver raudo y violento a la "huevera" a torturar con más saña y bestialidad.

"Palanca" era el seudónimo elegido por el Capitán de Corbeta Juan Carlos Rolón, Jefe de Inteligencia del GT en esos tiempos, quien está condenado a Reclusión Perpetua por múltiples delitos, y que ayer, en un fallo repudiable del Tribunal Oral Federal 5, quedó en libertad ambulatoria.