La Casa de Tucumán es un inmueble colonial histórico que está situado en el centro de la ciudad de San Miguel de Tucumán. Allí, un cuerpo de delegados de las Provincias Unidas del Río de la Plata conformaron un Congreso que proclamó la Declaración de la Independencia en Argentina el 9 de julio de 1816.

En 1814 nació Tucumán como provincia, cuando dejó de depender de la intendencia de Salta. En ese entonces, San Miguel de Tucumán era un modesto pueblo de unos 5.000 habitantes y sus edificios públicos se encontraban en estado deplorable. Aunque las residencias particulares mostraban mejor mantenimiento, casi ninguna resultaba apropiada para ser sede del Congreso.

Una de las pocas propiedades de la ciudad que contaba con las dimensiones apropiadas para dar pie al Congreso pertenecía a la señora Francisca Bazán de Laguna, quien decidió ceder su vivienda, autorizando a que realicen las mejoras y modificaciones necesarias, indican los datos oficiales.

Francisca era madre de Nicolás Valerio de Laguna, quien tuvo participación activa en el Cabildo abierto de junio de 1810 como partidario de la Revolución de Mayo, siendo diputado en la Asamblea del Año XIII y tres veces gobernador de la provincia de Tucumán.

La propiedad, situada en la calle Rey, actual calle Congreso al 141, contaba con varios ambientes, pero el más adecuado para las reuniones era la sala principal, la cual se agrandó demoliendo la pared que la separaba de un ante comedor. De esa manera, quedó un espacio de 15,40 por 5,40 metros, donde luego se declaró la Independencia.

Debido al tiempo que demandaron los arreglos de la casa de los Laguna, las primeras reuniones del Congreso se realizaron en la casa de don Bernabé Aráoz, quien donó varios muebles, entre ellos el escritorio y el sillón presidencial.

La histórica Casa de Tucumán fue utilizada hasta el 17 de enero de 1817, fecha en la que el Congreso se mudó a Buenos Aires. El inmueble fue retornado a sus propietarios y en los años siguientes pasó por herencia a manos de la familia Zavalía.

Recién en 1869 se sancionó la ley que autorizaba al Gobierno a comprar el edificio, adquisición que se concretó en 1874 por la suma de 25 mil pesos fuertes, nombre con el que se conocía a la moneda de plata que se usó en Argentina desde 1826 hasta la reforma monetaria de 1881.

Pese a esta adquisición, no se respetó la conservación del inmueble y se transformó en oficina de Correos y Telégrafos. En 1880, se aprobó un proyecto para restauración de la histórica Casa de Tucumán. Sin embargo, en 1903 el entonces presidente Julio Argentino Roca, tucumano, dispuso la demolición total del edificio, con excepción del salón donde se juró la Independencia.

¿Cómo se logró la restauración de la Casa de Tucumán?

En 1941, la Casa de Tucumán fue declarada Monumento Histórico Nacional y se sancionó una ley para que se reconstruyera la Casa de Tucumán. La tarea recayó en el arquitecto Mario José Buschiezzo, quien se basó en planos realizados en 1874.

A su vez, fue clave en la restauración una foto tomada en 1869 por un fotógrafo italiano, Ángel Paganelli, quien retrató a uno de sus hijos en la puerta de la Casa Histórica sin imaginar que sería la única que mostraría la fachada original de la casa 100 años después. 

“Sobre una ampliación de gran tamaño de la foto, calculando que el ojo observador de la cámara estaría a 1.40 metros del suelo, y buscando los puntos de fuga de la perspectiva, se pudo llegar a reconstruir exactamente el plano frontal de la fachada”, aseguró Buschiezzo.

Para mantener el estilo colonial, se compraron materiales que pertenecieron a la residencia del obispo Piedrabuena, construida por la misma fecha que la Casa Histórica y que iba a ser demolida. Actualmente, la Casa de Tucumán tan solo conserva la estructura original del Salón de la Jura. Una vez concluida la restauración, el edificio fue convertido en Museo y se abrió al público el 24 de septiembre de 1943.