Leticia Obeid es una artista de la palabra, aunque sus obras sean de arte visual. Su trabajo atraviesa la imagen, la rompe, la hace desaparecer y la convierte en texto. El universo de esta artista es un espacio en el que la palabra y la imagen se funden en una misma cosa para poner a la escritura en el centro. La obra de Obeid excede a cualquier nomenclatura, a cualquier definición: es muchas cosas al mismo tiempo. Se trata de un trabajo escurridizo que se escapa, como la arena de una playa cuando se la agarra con la mano, de cualquier intento de catalogación. Es una obra etérea, como esas palabras que se dicen bajito y al oído para que se pierdan en el viento.

Actualmente, Leticia Obeid tiene una muestra individual, en la galería Hache, titulada Tocar el velo y con curaduría de Marcos Kramer. La exhibición contiene una gran instalación, fotografías, materiales sonoros, un video y “dibujos” hechos de copias de textos manuscritos calcados por Obeid. Con esta muestra, la artista presenta nuevos formatos de obras, siendo que hasta entonces su trabajo estaba más enfocado en el video, más allá de su obra como escritora: publicó las novelas Bajo sus pies (Blatt & Ríos,2020), Preparación para el amor (Caballo Negro, 2015), Frente, perfil y llanura (Caballo Negro, 2013) y Se conoce que sí (Blatt & Ríos, 2012).

Xul Solar a Norah Lange, serie Manuscritos, 2020

En una de las salas de la muestra se exhibe una gran instalación construida con distintas hojas de papel vegetal que cuelgan suspendidas del techo hasta el piso. En ellas se pueden ver manuscritos de cartas, borradores de novelas, anotaciones y miles de pequeños textos de distintas escritoras y escritores de la historia de la literatura. Obeid calcó cada uno de esos fragmentos para dar origen a esta pieza coral que funciona como un pequeño archivo de la intimidad de estas personas y también de ella misma: las palabras de estos personajes se mezclan con sus propias notas. Entre los manuscritos se pueden leer los de: Alfonsina Storni, Fernando Pessoa, Ricardo Piglia, Aurora Venturini, Clarice Lispector, Mario Levrero, Franz Kafka, Walter Benjamin, Jorge Luis Borges, Emily Dickinson, Xul Solar, Sylvia Plath y Manuel Puig, entre otros.

La técnica del calcado es lo que le permite a la artista transformar un pedazo de archivo en obra de arte. Nunca está de más recordar que un artista es la única persona en el mundo en convertir cualquier cosa en obra de arte (gracias Duchamp por inventar esta habilidad). Obeid resignifica estos fragmentos de escritura para transformarlos de un objeto menor –como puede ser una carta olvidada o una hoja de una libreta– en un objeto artístico.

Mesas de trabajo

Una pregunta que flota entre estos paneles de papel vegetal gigantes es el interrogante por la copia, la autoría y la capacidad de reproducción de una obra. Este es un tema que ya ha aparecido antes en la historia del arte, por ejemplo: Raúl Lozza, el artista concreto, dejaba diagramas al reverso de sus obras que funcionaban como instrucciones para copiar –o volver a hacer– cada una de sus pinturas. Con este sistema ordenador Lozza quería derribar la idea mítica de que una obra de arte es una pieza única e irrepetible. En la misma línea, Alejandro Kuropatwa defendía a ultranza la posibilidad de copiar una misma imagen al infinito por eso, poco antes de morir, dijo que el verdadero arma de un fotógrafo no era su cámara, sino sus negativos: son lo necesario para poder hacer cientos de copias de cualquier imagen. Más acá en el tiempo, este mismo año de hecho, esta pregunta apareció en la última muestra de Fabio Kacero –reseñada en este mismo diario–, cuando el artista mostró cientos de firmas de artistas que él mismo copió.

Parecería ser que lo que le interesa señalar a Obeid no es la escritura en sí, es decir, lo que importa no es lo que dicen esos textos sino el momento en el que se hicieron: la pregunta es por la práctica, por el hábito de escribir y no por el contenido. Esta es la conexión que une esta gran instalación con la otra sala de la muestra, donde una serie de fotografías muestran capturas de pantallas de diferentes series, cuya particularidad es que en la escena siempre aparece algún personaje escribiendo. Y sobre esas capturas aparece la mano de Obeid, como si la artista tratara de participar de ese momento de escritura que está sucediendo en la ficción.

En este otro espacio también se puede ver un video que registra la creación de las piezas utilizadas en la instalación hecha de papel vegetal. Esta serie de obras fue realizada durante una residencia que hizo Obeid en Nueva York. En el taller que tuvo en esa ciudad, la artista usó la pantalla de su computadora como si fuera una caja de luz para poder calcar los distintos textos manuscritos. Algunos salieron de internet y otros son originales, como un borrador de una novela de César Aira.

La obra que presenta las copias de los manuscritos de Aira surgen de un cuaderno que el escritor le regaló al poeta y editor Damián Ríos. Cuando Obeid se enteró de su existencia fue atrás de ese material para crear una pieza donde las páginas calcadas se superponen. De esta manera, la artista usó un recurso típico del videoarte –la superposición de planos e imágenes–, pero en un formato analógico.

Tocar el velo. Foto Ignacio Iasparra

La pregunta por la escritura recorre todo el trabajo de Obeid. Su obra visual gira en torno de la palabra escrita. Lo que ocurre con esta exhibición es que el mundo de la palabra se expande: aparece el cuerpo de la artista, su voz en las obras auditivas y también su gusto, gracias al recorte que hizo de qué manuscritos mostrar y cuáles no. Además, estas nuevas obras de Obeid trabajan con lo sensorial, con la manera en la que un cuerpo se mueve por una exhibición. Atrás queda la frialdad de mirar una imagen estática o un video proyectado en una pared blanca: recorrer Tocar el velo es como estar flotando un espacio en donde el tiempo parece no transcurrir. Pero en verdad el tiempo sí transcurre, lo que ocurre es que va más despacio, como si se tratara de un sueño donde todo es liviano y frágil.

Tocar el velo de Leticia Obeid, con curaduría de Marcos Kramer, se puede visitar hasta el mes de marzo de 2023 en la galería Hache (Loyola 32) de lunes a viernes de 14 a 19 horas. O coordinando una cita previa escribiendo a: [email protected]