Carlos “El Tula” Pascual fue el hincha que representó a Argentina en los premios The Best, en los que el país ganó al premio "Mejor afición" por la hinchada de la Selección

La historia que se repite en los medios es que se trata de un rosarino de 82 años, fanático de Central, que se convirtió en un reconocido personaje popular que acompaña a la Argentina desde el Mundial de Alemania 1974, y que en 2023 dijo presente a su 13º Copa del Mundo consecutiva en Qatar.

Todo eso es conocido, lo que se queda debajo del alfombra es su vinculación política y la financiación para la mayoría de las Copas del Mundo. Es que Tula fue el bombista oficial de Carlos Menem. Se lo vio también con Carlos Ruckauf y con Eduardo Duhalde, entre otros dirigentes. En Rosario dicen que tuvo que dejar la ciudad cuando conducía la barra brava de Central y lo acusaron de pasarle datos a la Policía

Las fuentes de su financiamiento eran un verdadero misterio. Durante años tuvo unos quince músicos y siempre aparecía indefectiblemente cuando, en los noventa, el oficialismo necesitaba un poco de aliento. Un hombre cercano a Carlos Menem lo recordaba con sentimientos encontrados: “A veces venía con el bombo hasta a las conferencias de prensa. No sabíamos cómo sacarlo de encima. Los de Ceremonial se agarraban la cabeza porque dejábamos una imagen impresentable”.

Alguna vez él mismo señaló al empresario Norberto Feldman como su benefactor, del que se saben pocas cosas, pero todas sorprendentes.

  • En los noventa era el centro de una empresa constructora, Comarco, que entre otras cosas hizo una buena parte de las obras de la Biblioteca Nacional. La compañía tuvo innumerables contratos con el Estado.
  • En su momento se hizo famoso por las increíbles fiestas que organizaba en su quinta, llamada Silvia, lindera al Hindú Club de Don Torcuato. Allí acudía lo más granado de la dictadura militar y la Iglesia.
  • Siempre fue afecto a las cirugías y a hacer regalos impresionantes a los funcionarios. Tal vez esa generosidad derivaba en el viaje del Tula.

Lo indudable es que, con su bombo y su singular figura, el Tula siempre le puso color a los partidos de la Selección y al peronismo, sobre todo acompañando a Menem.

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