El Gobierno habría recibido el visto bueno de parte del Fondo Monetario Internacional (FMI) para que una parte del desembolso extraordinario que realizaría el organismo para compensar las pérdidas que produjo la sequía se pueda utilizar para que el Banco Central y el Tesoro puedan intervenir en el mercado cambiario y de capitales con el objetivo de contener la brecha cambiaria y evitar la devaluación.

De acuerdo a fuentes del Palacio de Hacienda, ahora se discute qué monto estará disponible para que el Gobierno opere en el mercado. Se trata de un punto muy sensible porque se espera que en el actual escenario de muy escasas reservas del BCRA y del ruido político-económico que suponen las PASO y luego las elecciones presidenciales se produzcan episodios de la tensión cambiaria, que tienen impacto en el humor social, la inflación y la sostenibilidad política en general.

Se espera que el equipo liderado por el viceministro Gabriel Rubinstein y el asesor Leonardo Madcur, quienes vienen manteniendo las conservaciones técnicas con sus pares del Fondo, viajen la semana próxima a Washington. Unos días después, el ministro de Economía, Sergio Massa, cerraría formalmente la negociación.

La intransigencia del Fondo para autorizar la intervención en el mercado cambiario, que en esta oportunidad dejaría de lado para apoyar el final de la gestión actual, tuvo consecuencias dramáticas en 2018 y 2019, cuando bajo la administración de Mauricio Macri se dieron varias situaciones de descontrol y pánico cambiario que terminaron en cuantiosas pérdidas de reservas y casi desembocan en un final anticipado de aquel gobierno, que para sobrevivir tuvo que reinstalar el cepo.

Ahora, el visto bueno del Fondo se encuadra en la negociación por el ingreso de dinero fresco, un posible adelanto para afrontar los vencimientos con el organismo, que permita compensar las pérdidas fiscales que está produciendo la sequía.

Recalibración

En los hechos, se trata de un paréntesis en el acuerdo firmado a comienzos del año pasado o una recalibración de aquel convenio. Sucede que las metas comprometidas se incumplieron a raíz del masivo impacto de la sequía en la oferta de divisas y en la recaudación fiscal. Adicionalmente, Massa también incumplió el acuerdo al hacer uso de reservas para intervenir en la última corrida cambiaria.

El apoyo que el Gobierno conseguiría del Fondo está dado en primer lugar por la voluntad política de la administración de Joe Biden de evitar una crisis mayúscula en el país. También se da en medio de un viaje a China de parte de Massa que dejó gusto a poco: a pesar de los anuncios de ampliación del swap, nuevos desembolsos para las represas y el régimen de intercambio comercial en yuanes, herramientas importantes de mediano plazo, el país asiático no tendrá gran injerencia para suavizar el aterrizaje del Gobierno en el proceso electoral de corto plazo.

La situación es muy complicada porque el desastre de la sequía aparece en un cuadro de desembolsos que para este año estaba originalmente previsto que fuera desventajoso para el Estado. A diferencia del año pasado, cuando los desembolsos del FMI superaron a los pagos, ahora la cuenta es inversa: el próximo desembolso que estaba previsto es de casi 4 mil millones de dólares, que es insuficiente para afrontar los pagos de 2680 millones de finales de junio, los 2630 millones de julio y los 787 millones de agosto. Luego, el cobro de 3300 millones en septiembre tampoco alcanzaría para pagar los vencimientos hasta finales de año.

La intención de Massa es que el FMI no solo apruebe el no cumplimiento de las metas a raíz de la sequía, sino que adelante los desembolsos pactados para el resto del año como ayuda ante la emergencia. Adicionalmente se estudia estirar los plazos de pago, para que los fondos sean suficientes para engrosar las reservas. Con todo, si el Fondo accede constituiría una enorme señal de apoyo al gobierno saliente.