“La salida es colectiva siempre; en este mundo injusto y desigual, ninguna persona se salva sola”, sentenciaba en sus clases, en sus talleres, en su prédica cotidiana, Alfredo Moffatt. Fue psicólogo social y psicodramatista; arquitecto también, su vocación original, la que quedó detrás de la necesidad de trabajar solidariamente por la salud mental de los sectores más desprotegidos de la sociedad. Y por la construcción de espacios donde fuese posible crear herramientas que sirvan para atravesar --o al menos surfear con cierto grado de equilibrio--, la locura, el desamparo y la soledad.

“La salida colectiva” fue su lema. Y sintetiza su legado hoy, cuando se conoce la noticia: “el maestro Moffatt” falleció a los 89 años. Fue en la madrugada del domingo, a las 6:30, en el Hospital Británico de la Ciudad de Buenos Aires por una neumonía, luego de varios días de internación donde "pudimos despedirnos", cuenta su hija Malena.

En la Biblioteca Nacional

Por la tarde, también se despedían de él con palabras emotivas quienes se acercaban a la Sala Cortázar de la Biblioteca Nacional. Allí lo velaron sus amigos, discípulos y compañeros, los alumnos de la escuela de Psicología Social que fundó en los '90 y que hoy dirige Malena Moffatt. Entre ellos se distinguía el pañuelo blanco de “Norita” Cortiñas. Esta Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora, también psicóloga social, fue parte activa del proyecto educativo de Moffatt.

“Toda mi vida la dediqué al trabajo dentro de los hospicios, siempre cerca de la gente que lo necesitaba y entendiendo a los pobres, a los locos, a los más desamparados”, había explicado en una de sus últimas apariciones públicas, en diciembre de 2022, al celebrar el egreso de una nueva camada de psicólogos sociales de su escuela. “No me llené de guita, pero a mis 90 años –se anticipaba--, estoy contento”, agradecía a los invitados entre los que se destacaban Norita y León Gieco.

Malena cuenta que su padre “se la vio venir”. Y comparte con Página/12 que le dijo a los médicos "que se estaba yendo: ya viví, dijo, y fue bueno, porque pudimos despedirnos”, agrega. Mientras estuvo internado recibió cientos de mensajes y videos “de ánimo y de reconocimiento”, repasa la hija. “Uno que escuchó varias veces fue el de León, que le dedica Como la cigarra --de María Elena Walsh--, esa canción siempre nos gustó”, agrega Malena consustanciada con la prédica y el compromiso de vida y obra de su padre.

Desde su escuela Moffatt expandió el trabajo centrado en la dinámica grupal con la que opera la psicología social en el vínculo con los grupos más vulnerables de la sociedad. Fue una construcción heredada del psiquiatra Enrique Pichón Rivière, de quien Moffatt fue uno de sus discípulos predilectos. De esa formación surgen teorías que serán valiosos aportes al ámbito del trabajo comunitario de la psicología y la salud mental.

Para multiplicar su legado, Malena invita a “trabajar en terreno” y “en base a las necesidades de cada comunidad”, refiriéndose a lo que se enseña y se aprende en la escuela. Allí se cultiva la metodología que reúne la teoría y la praxis que Moffatt toma de la dinámica social de Pichón Rivière. Y le suma los aportes del trabajo en Brasil, en terreno, como gustaba decir, con Paulo Freire.

Moffatt considera necesaria la “redistribución de la locura”. En esa línea y en su perfil de ensayista, deja textos como Estrategias para sobrevivir en Buenos Aires (1967), Psicoterapia del oprimido (1974), En caso de angustia, rompa la tapa (2003) y Terapia de crisis: la emergencia psicológica (2007). Y su participación fue importante en tragedias colectivas como la de la disco República de Cromañón, o el incendio del supermercado paraguayo Ycuá Bolaños, ambas en 2004. También la tragedia de Once en 2012.

La escuela de la vida

La Escuela de Psicología Social fundada por Moffatt entró en crisis durante la pandemia de coronavirus porque usaban pocos dispositivos tecnológicos y estuvo a punto de cerrar. Pero atravesó la debacle económica gracias a una campaña de colaboración iniciada por la información publicada en este diario, que dio aviso a quienes habían recibido la ayuda de Moffatt: ahora era el maestro quien necesitaba de la red que solo los lazos sociales solidarios pueden amparar.

El esquema que Moffatt replicó en su escuela despliega la teoría sobre su propia práctica terapéutica, la que sentó las bases para crear en el país dispositivos de intervención comunitaria como los que gestó con convicción, todos ellos mediante autogestión. Entre ellos está la cooperativa Cooperanza, de donde surgió la radio La Colifata con los internos del Hospital Borda. Y el espacio El Bancadero --antesala de la actual escuela de Psicología Social--, una mutual de asistencia psicológica que comenzó a funcionar en 1985 para quienes no podían pagar tratamientos psicológicos. El Bancadero trabajó solidariamente con cientos de psicólogos sociales y psicólogos clínicos. Se estima que han asistido a más de 35.000 personas.

Otro tipo de intervención fue Las Ollitas, en La Matanza, donde la práctica terapéutica se centró en la organización autogestiva de ollas populares para chicos de barrios marginales. Esto se combinó con juegos, música y teatro. Pero quizá el germen de su práctica y su prédica sea el trabajo terapéutico en la Peña Carlos Gardel (1971-1974), donde buscaba rescatar la cultura propia de las personas “enfermas” como forma de ayudarles a reconectarse con su pasado “sano” (sobre todo en adultos mayores) y a validar "sus propios códigos culturales", explicaba al respecto el propio Moffatt.

Alfredo Moffatt nació el 12 de enero de 1934 en el Hospital Rivadavia de CABA. La ceremonia de despedida será este lunes a las 11:30 en el Cementerio de la Chacarita.