Desde Barcelona

UNO Hace calor. Hace mucho calor. Y es la cuarta ola infernal en lo que va del año y (¡hola!) apenas la primera del verano. Y el efecto de altas temperaturas en Rodríguez es incremento en transpiración de grandes dudas existenciales. ¿Cuál es el sentido no de la vida sino de mi vida? ¿Debo realmente preocuparme por el avance de la ultraderecha en Europa? ¿Ya ha comenzado la Tercera Guerra Mundial? ¿Escribiré o al menos comenzaré a escribir este año mi demorada primera novela cuya trama no conozco aún aunque tenga más o menos claro su título? ¿Lo de la Inteligencia Artificial es un peligro auténtico o más bien algo como aquel Efecto 2000? ¿De verdad que tengo que ir a votar el 23 de julio para darle una/otra ayudita a Sánchez y salvar al universo de lo que según él ya se ve, si gana el PP, como "el trailer de una película tenebrosa"? Y acaso lo más importante de todo: ¿Debo ver Indiana Jones y el Dial del Destino?

DOS Porque no es una decisión fácil y el calor no ayuda y... Lo cierto es que Rodríguez --siendo ya hombre de una cierta edad-- duda como se duda cuando los ecos del pasado se dejan oír sobre las voces del presente mientras se intenta dilucidar cómo sonará el futuro inmediato: ¿armónico o estrepitoso o casi inaudible? Por un lado, Rodríguez no puede evitar el volver a sentirse tentado por la llamada de su arqueólogo favorito; por otro, no puede sino el sentirse más que un poco indignado/traicionado porque lo nuevo/último de Indy no esté dirigida por Steven Spielberg. Y, de acuerdo, le gustó lo que hizo su suplente, James Mangold, en Logan. Pero no es lo mismo. Y Mangold ahora prepara biopic de otro súper-héroe mutante aventurero: Bob Dylan; quien en una de sus últimas canciones canta eso de "Soy como Anna Frank, como Indiana Jones" (tal vez se deba a que ambos, cada uno a su manera, se enfrentaron a los nazis). Y o.k.: Steven necesitaba contar divorcio de sus padres y génesis de su vocación. Pero hay asuntos más importantes y urgentes que eso. Así que por eso Rodríguez ahora duda (el título de la película es espantoso; pero, por otra parte, parece que trata del tiempo perdido y del tiempo recobrado) en cuanto a ponerse o no la quinta dosis de Indy.

TRES Y yendo marcha atrás, Rodríguez no la pasó tan mal con la recuerdos-del-futurística Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal (suerte de remix de viejos greatest hits, con la misma densidad y trascendencia que, a no dudarlo, tendrá el próximo disco de los Rolling Stones, también mencionados en esa canción por Dylan); la pasó genial con Indiana Jones y la Última Cruzada (una de las más grandes películas padre-hijo/hijo-padre jamás filmada); le decepcionó mucho Indiana Jones y el Templo Maldito (con ese orientalito insoportable ahora reconsagrado con Oscar en el nombre del Sueño Americano por su actuación en una de las peores películas que jamás vio Rodríguez); y, claro, todavía experimenta lo más parecido al éxtasis cada vez que se cruza en su televisor (donde no vio esa serie de juventud del personaje; porque le alcanzó y sobró con esa fantástica intro con River Phoenix en la tercera) con esa obra maestra: Los Cazadores del Arca Perdida.

Rodríguez se acuerda, Rodríguez jamás lo olvidará: la vio por primera vez en ese adolescente viaje suyo a Buenos Aires (en España fue En busca del Arca Perdida, pero para Rodríguez siempre tendrá el título porteño). Estreno fin/comienzo de añero 81-82, en tiempos en que las películas demoraban lo suyo en llegar desde Estados Unidos (donde se había estrenado seis meses atrás); por lo que ya sabía todo acerca de ella. Que la idea era de George Lucas y que se la comentó a Spielberg y enseguida se pusieron a jugar con la idea de algo que combinase H. Rider Haggard con Ian Fleming; que primero se había pensado en Tom Selleck para el protagónico; y que el nombre del personaje había empezado siendo Indiana Smith; y que... Y lo cierto es que jamás había podido engancharse con lo de Star Wars (aunque sí se emocionó al ver esos jeroglíficos de R2-D2 y C-3PO y Leia en el antiguo egipcio Pozo de las Almas y leyendo ese relato en el que, en una de sus excavaciones, Indy encuentra los restos del Millenium Falcon con los esqueletos de Hans Solo y de Chewbacca en su interior). Así que hacía tanto calor en Buenos Aires y entró a un cine gigantesco llamado Metro en las orillas de --lo que los locales no dejaban de repetirle, con para Rodríguez inexplicable orgullo-- "la avenida más ancha del mundo". Y Rodríguez fue tan feliz viéndola que, al terminar la proyección, salió y volvió a entrar. Dos veces. Luego regresó a verla con su prima Mirta (que se parecía un poco/bastante a Karen Allen) y quien desde entonces, muerta pero inmortal, protagoniza Rodríguez y el Gran Amor de su Vida. Y durante ese verano fuera de lugar la vio varias veces más. Hacía tanto calor y ahí adentro había tanto aire acondicionado y tanta felicidad que hasta pensó en comprarse un sombrero Panamá y, tal vez, un autoflagelante látigo.

CUATRO Después vinieron las secuelas y pasaron los años con relativo éxito de crítica y público Rodríguez y la Agencia Publicitaria del Horror, Rodríguez y el Divorcio Interminable, Rodríguez y el Referéndum Eterno, Rodríguez y la Odisea de Llegar a Fin de Mes, Rodríguez y la Amenaza del Próximo Virus Cualquier Día de Estos... Pero Indy siempre se mantuvo --con justicia-- en lo alto de lista de héroes del American Film Institute: segundo puesto luego del Atticus Finch de Matar a un ruiseñor y por delante de 007 y del Rick de Casablanca. Y, claro, nueva venida del Dr. Henry Walton "Indiana" Jones, Jr. ha vuelto a excavar lo de cada vez que reaparece: si su influencia ha sido positiva en lo que hace a la arqueología; opiniones diversas de profesionales que lo consideran infantilizante; los que entregan orgullosos el Indy Spirits Awards a los mejores en su campo, los/las que lo consideran machista y misógino y elitista y sexista y colonialista; los que lo acusan de "roba-tesoros profesional" y "espantoso como arqueólogo que destroza todo a su paso, pero un gran promotor para nuestra ciencia"; los que concluyen que "lo peor de Indiana Jones es que la mítica Arca de la Alianza acabe en un depósito top-secret en lugar de en un museo". Y antes que nada y después de todo: los que lo consideran culpable de la infantilización de la mente norteamericana-mundial inaugurando la idea del film para niños y adultos y adultos-niños. Rodríguez no va tan lejos, no piensa tanto (hace calor) y noches atrás volvió a verla. Y le encantó el modo en que sus efectos especiales habían envejecido convirtiendo a la alguna vez súper-producción Los Cazadores del Arca Perdida en algo con la misma textura de esos clásicos Clase B a los que homenajeaba y sigue homenajeando pero, ahora, siendo también un clásico.

Así que sí: Rodríguez y la Búsqueda del Aire Acondicionado, entra al cine. Su hijo ya la vio con amigos suyos y no con él (y para Rodríguez eso fue como un pequeño terremoto: ese tiempo perdido que ya no se recobrará) y le dijo que le pareció hmmmpf... y uuuh... y pfff... y no está mal, pero podría haber sido mucho mejor...

Opinión no muy diferente de la que Rodríguez --tenebroso, más indie bajo presupuesto que Indy por todo lo alto-- tiene de sí mismo.

A ver qué desentierra allí dentro y a ver si sale sintiéndose antigüedad irreparable o restaurable divino tesoro.

 

En cualquier caso --seguro, se ruega no tocar--, muy frágil.