(Atención: Este artículo contiene spoilers sobre “Beyond the Wall”, episodio 6 de la séptima temporada de Game of Thrones)

El domingo por la noche, las reacciones en las redes se repartían entre la tristeza de ver caer a Viserion y un pre-síndrome de abstinencia ante el largo vacío que significará el fin de temporada (¿será cierto que el epílogo de la serie se verá recién en 2019?). La filtración española del penúltimo episodio de Game of Thrones no afectó el parloteo virtual y seguramente tampoco las cifras de rating, que vienen marcando nuevos records ante una serie de capítulos que ha estado a la altura de lo que se esperaba: este año superó la barrera de los diez millones de espectadores en Estados Unidos.

Curiosamente para una temporada signada por la acción, el primer segmento del episodio fue un festival de diálogos entre personajes que nunca se habían juntado en pantalla. Entre ellos, el mejor fue por lejos el de Tormund y The Hound, que no podía sino derivar a Brienne de Tarth. “Haré niños con ella, y serán los monstruos que conquistarán el mundo” se entusiasmó el colorado, un brote de ternura en el salvaje que, como explicó a continuación, ha sobrevivido “porque soy bueno matando gente”. Media hora después, más de uno contuvo la respiración ante la franca posibilidad de perder semejante personaje: "Beyond the Wall” tuvo otra escena épica para agregar a la colección, el primer gran enfrentamiento entre los vivos y el ejército del Night King. Lo cual lleva a un análisis a esta altura necesario: ¿Hasta cuándo, Jon Snow, abusarás de nuestra paciencia?

Que el bastardo-no-tan-bastardo y Daenerys ya se miren con ojos acaramelados da una idea del destino que puede tener el personaje, pero con cada nuevo evento se cimenta la sensación de que el ex comandante de la Guardia de la Noche llegará entero al final siempre por obra y gracia del entorno más que de sus capacidades. Su decisión de meter a los salvajes de este lado del Muro le acarreó una puñalada colectiva, y tuvo que venir Lady Melisandre a devolverle la vida. Su estrategia para la Batalla de los Bastardos fue un desastre de comienzo a fin, y tuvo que venir Lady Sansa con el Ejército del Valle a salvarlo de una (otra) muerte deshonrosa y recuperar Winterfell. Y ahora...

Y ahora el buenazo de Jon ha tenido la peregrina idea de capturar un muerto vivo y mostrárselo a Cersei para dejar claro quién es el verdadero enemigo, y sale del Muro con un equipo de veinte hombres incluyendo a personajes como Tormund, el regresado Jorah, Beric Dondarrion, el Sabueso y Thoros de Myr. Caramba, Snow parece haber olvidado Hardhome. Snow y sus amigos, que por no llevarle la contra no han querido decirle que el plan era algo descabellado, terminan obviamente rodeados de miles de caminantes blancos, varados en una roca que emerge de un lago congelado, esperando una muerte segura. Hasta que aparecen Daenerys y sus dragones y los salvan, pero en el trámite cae Viserion, que luego será transformado en un dragón de ojos azules. Ahora el Rey de la Noche tiene una bestia volante que escupe fuego.

Brillante. Un plan magistral, Jon.

¿Es este el héroe que reserva la historia, el que estará al lado de Khaleesi cuando ocupe el Trono de Hierro? Si es así, va siendo hora de que se calle la boca, se guarde sus maravillosos planes para jugar a los soldaditos en la mesa de Dragonstone y deje que las mujeres, en vez de salvarle las papas cada vez que mete la gamba, tomen las decisiones en primer lugar. Solía repetirlo Ygritte, y tenía razón: no sabés nada, Jon Snow.