Quizá ustedes no saben que todos los años me invitan de recónditos lugares del mundo para que explique cómo es ser argentino y no morir en el intento. Justamente estoy preparando un viaje al exterior para participar en un evento literario donde debo hacer quedar bien al gauchaje. No se preocupen, yo me sacrifico por ustedes. Todo sea por la imagen del país.

Aprovechando que unos pesitos extras no vienen mal, y ni hablar de unos euros, aproveché para armar un cursito para viajeros argentinos y latinoamericanos que no son tan viajados como uno, ¿vio? Se llama: “cómo sobrevivir en euros cobrando en pesos y no pasar papelón”. Vayamos entonces al contenido del curso. Papel y lápiz, argentinos, que a las ideas se las lleva el viento como los especuladores al dólar. Como la gente no le va a creer que usted, el Cacho o la Chona, esté de joda en Europa, haga una estupidez como para que lo metan preso y que así quede registro oficial de su paso por la parte cara del mundo. Nada grave: lavarse los sobacos en la Fontana di Trevi o escribir Viva Boca en una pared del Vaticano. Así le van a creer, tenga confianza.

1) Si pernocta en un hotel con buffet abierto en el desayuno (como en casi todos los hoteles finolis; digo esto por si ustedes nunca salieron de sus casas), hay que tener camperas con bolsillos internos grandes para guardarse de incógnito un pedazo de queso o un omelette para los días difíciles. Es menester tener camperas impermeables y elegir quesos no muy olorosos. Desaconsejo afanar yogurt porque cuesta explicar por qué uno anda chorreando al caminar y no queda bien llorar sobre el yogurt derramado; y nunca afane cosas muy calientes porque se le puede derretir la campera de nylon barato. Siempre se puede culpar al calor o al aire acondicionado del hotel. Aunque puede fallar…

2) Lleve un termo grande donde se pueda guardar el café afanado del buffet del hotel o de la casa de algún amigo. El termo también se puede cargar de vino o la bebida espirituosa de ocasión. Para llenarla espere a que todos estén borrachos. De día tome mucho mate, que calma el hambre y queda autóctono.

3) Ande vestido de gaucho en lugares como el Coliseo o el Partenón. Nunca va a falta el yanqui bruto que lo crea un remedo de gladiador o de filósofo griego y le pida una foto que usted cobrará diez euros o tres por quince. Me olvidaba. En caso de duda o desconfianza del entorno, incluido la policía, repita Maradona o Messi sin ton ni son.

4) Como todo está en euros o en dólares, es un buen momento para hacer ayuno alternativo y curarse de los excesos pasados y futuros. Si fuera posible ayunar toda una semana, mejor aún. Trate de no morirse de hambre, claro. Pero su salud se lo va a agradecer y el bolsillo ni les cuento.

5) Visite a todo amigo y amigos de amigos que se crucen en su camino. Eso sí, llegue a la hora de cenar. Acá vale también llevarse el café y las masitas viejas y todo lo que ofrezcan los dueños de casa.

6) No lleve ni traiga regalos desde acá para allá o al vesre. Diga que no le hace el juego al capitalismo o que su compromiso con la ecología no se lo permiten. Eso sí, lleve desde Argentina camisetas de Messi compradas en La Salada a dos mangos y véndalas en euros. Una firma trucha no estaría mal. De ser necesario, pídale a una inteligencia artificial una foto donde esté usted con Messi firmándole la camiseta.

7) De regreso, traiga botellitas de agua supuestamente bendecidas por el Papa, previa selfie en la plaza del Vaticano para reafirmar su autenticidad. No importa si ese día el Papa está en África. Si los creyentes creen en Dios, bien pueden creer que el Papa está en dos lados a la vez.

8) Si tiene uno de esos amigos dispuestos a todo, pídale que se haga el rengo y que después de tomar el agua bendita suya salga bailando. Hay gente que ama este tipo de historias. De lograr eso, el precio se duplica o triplica. Es que en Europa hay una inflación galopante.

9) Sáquese diez fotos seguidas frente a la Torre Eiffel, siempre con ropa diferente. Y cada año dé a conocer una para que la gente diga: “Mirá el Cacho, otra vez en Europa”. Los turistas que salen en las fotos deben ir variando, a menos que sean japoneses o chinos, en ese caso no importa.

10) El consejo más importante. Si quiere volver a Europa y no pagar hotel puede utilizar el siguiente artilugio: averigüe el apellido de la gente que vive en la casa que más le gusta, toque la puerta y diga que es el primo de América que vuelve a visitarlos. Acá la explicación de qué primo es usted debe ser especialmente caótica, mezclando nombres, lugares y épocas moviendo mucho los brazos y abrazando a todos mientras llora. Si le creen, organice ahí mismo la visita del año siguiente. Si no le creen, pruebe en otro pueblo.

Hasta acá llegó la muestra gratis. La siguiente clase es en euros. Chiflen y les mando mi CBU. Y si les interesa una botellita de agua bendecida por zoom por Francisco (tengo fotos) que es capaz de hacerles olvidar el destino latinoamericano al que estamos condenados, hay una promoción de dos por una. Acá no hace plata el que no quiere.

 

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