Mónica es trabajadora de casas particulares, en algunos de sus empleos está registrada. Su marido es obrero de la carne. Cinco días antes de las generales, ante la pregunta ¿qué vas a votar?, contó que al principio le gustaba Javier Milei, pero luego empezó a escuchar sus propuestas. “El domingo estuvimos hablando con mi hijo, que tira para Milei, y le explicamos que nosotros ya vivimos la desocupación, el hambre, que se va a quedar sin trabajo”, expresó. Mónica votó a Mauricio Macri en 2015, quería un cambio. Ahora, eligió a Sergio Massa. La participación de las mujeres fue fundamental en los resultados electorales del domingo pasado, y así lo dijo el propio candidato, que ahora debe enfrentar un balotaje.

 “Cuando usted mira la composición de mi voto, se va a encontrar con una particularidad similar a la que se dio en España, el promedio, digamos, del 37% que nos acompañó se integra en su gran mayoría por mujeres, sacamos casi 45% entre las mujeres y sacamos un poco menos entre los hombres”, dijo Massa el lunes, ante periodistas extranjeros. Habló de asimetría salarial, del sistema de cuidados. ¿Cuánto tuvo que ver la rápida movilización de los feminismos en la remontada electoral?

“Nos emocionábamos con las compañeras, gran parte del resultado, que se dio por lo que falta y por más democracia, tuvo el gran aporte de las mujeres, de los feminismos. Nos emocionaba mucho saber que en varias escuelas en las que en las PASO habíamos tenido resultados negativos pudimos darlo vuelta. Y en eso tiene que ver mucho la militancia, el boca a boca, discutir con cada una de las vecinas, salir con nuestros hijos e hijas a charlar casa por casa, a escuchar mucho, a discutir lo que falta, a reflexionar colectivamente que no hay posibilidad de vivir sin estado, sin democracia, de la necesidad de ponerle un freno a este fascismo”, expresó Majo Poncino, referente nacional del Frente de Mujeres Evita.

“Los resultados dieron a conocer justamente de que no hay posibilidad de resolver los problemas de nuestro pueblo con la derecha, con el fascismo, sino al contrario. Y creo que ese voto, esa diferencia no solamente fue de las organizaciones feministas, de los movimientos sociales, de los centros de estudiantes y partidos políticos, sino también del común de nuestra ciudadanía, que también vio el peligro en este fascismo que avanzaba y que lo único que hacía  era reproducir discursos de crueldad y de mayor violencia”, agregó la activista.

Las estrategias fueron muchas y la velocidad para reaccionar acertada: y es que mujeres y disidencias sexuales saben en el cuerpo lo que significa el neofascismo.

La organización fue inmediata. A ocho días de las PASO, la asamblea lesbotransfeminista de Rosario empezó a reunirse, y convocó a la manifestación del 28 de septiembre en el Monumento a la Bandera. En Buenos Aires, la Asamblea de Ni Una Menos tuvo que cortar la calle por la masividad de su primera convocatoria para organizar el mismo acto. Hubo pañuelazos en todo el país, en defensa del aborto legal, seguro y gratuito pero algo más, en defensa de los derechos de las mujeres y disidencias sexuales. 

Salir a la calle fue una de las actividades, hubo volanteadas, hubo mesas en distintos lugares, hubo campañas en las redes como “De nosotras depende”, en la que mujeres de diferentes puntos del país y sectores sociales contaron sus miedos concretos, como la falta de atención médica y la desaparición de la ESI. En la Marcha del Orgullo de Rosario, el 7 de octubre, las consignas eran contra Milei y contra Bullrich, se cantaba en las columnas, se bailaba en las carrozas y las boletas de Massa aparecían por todos lados, como invitación a votar. Lo que hubo en la campaña fue una micropolítica capilar, activa, donde mujeres y disidencias hicieron saber en todos sus espacios de socialización que no les daba lo mismo.

“Efectivamente hubo una gran movilización y activismo por parte de los feminismos, de las mujeres, del colectivo LGBTI para poner en escena, para hacer visible y audible el perfil antidemocrático y antiderechos, claramente antigénero, que representa La libertad Avanza y el liderazgo de Javier Milei, como manifestaciones de una derecha radicalizada que no ha dejado un solo tema sin tocar y sin manifestarse como una clara reacción y una amenaza a la agenda democratizadora y a la agenda de equidad de género que se logra progresivamente manifestar en políticas específicas”, consideró Mariana Berdondini, doctora en Ciencias Políticas, docente e investigadora de la Universidad Nacional de Rosario, integrante de la Red No Sin Mujeres.

“Al mismo tiempo, entre estrategias más clásicas, como puede ser la de movilización en las calles, en marchas, en redes sociales, yo pondría un gran valor lo que sucedió en este tramo final de la campaña electoral, en la microsociabilidad que sucede en cada uno de los espacios, en la charla diaria, que me parece que eso fue algo súper importante, incluso les pondría más valor que a las mismas redes sociales en este tramo de la campaña electoral. Esa conversación en cada ámbito en el cual nos movilizábamos, nos manifestábamos, trabajábamos, criamos. Estaba también la posibilidad de charlar y de mostrar lo que implica claramente la posibilidad de gobierno de Milei”, siguió su análisis Berdondini.

En ese sentido, la doctora en Ciencias Políticas señala particularmente, en el tramo final de la campaña, lo ocurrido con Lilia Lemoine, “con su posicionamiento fuerte respecto a reiterar cosas que ya habían marcado un freno y un techo para el propio Milei, como es la venta de órganos”. Y señaló la contracción de este discurso libertario, que considera las ideas de la libertad “eficaces y defendibles para la venta de órganos, pero no para el derecho al aborto”. A todo esto, se sumó “un cierre de campaña excesivamente violento, plagado de varones y de micromachismos, que hasta incluso en el mismo episodio de Lemoine se puede visualizar, por cómo se la responsabiliza de haber perdido, de haber no ganado en primera vuelta, por haber presentado esta aberración, este proyecto para renunciar a la paternidad, pero no se responsabiliza a ningún referente varón por decir que hay que romper con el Vaticano o salir a hablar de nuevo por la venta de órganos”. 

Una respuesta desde los feminismos al libre uso de armas.

Hasta en ese episodio, LLA mostró que quiere acabar con las mujeres, incluso con las propias, a menos que le sean muy funcionales. “Claro, no fue la alianza con Barrionuevo, ni cortar relaciones con el Vaticano, ni hablar de vender niños y órganos. La culpa es mía”, twitteó Lemoine tras la andanada de acusaciones que recibió de sus ¿compañeros? por la derrota del candidato libertario. En el acto de fin de campaña en el Movistar Arena, era difícil encontrar mujeres. Ni siquiera con lupa. “Hasta en esto hay un claro sesgo y perfil machista y patriarcal de La Libertad Avanza, y que en este tramo final de la campaña es visualizado y logra hacerse muy audible y muy manifiesto”, siguió Berdondini.

Quedó claro, entonces, que los feminismos no son mala palabra, ni piantavotos, que no hay que esconder a les compañeres feministas debajo de la mesa. Al contrario, el candidato a presidente viene articulando propuestas concretas, al contemplar, por ejemplo, en varios discursos a las “mamás que crían solas”, un horizonte de más de un millón de mujeres que están al frente de hogares monomarentales, con amplias dificultades para compartir las responsabilidades de las crianzas una vez que se terminó el vínculo de pareja con el padre de sus hijes, y sin cuota alimentaria, o con un aporte errático e insuficiente.

Desde la militancia barrial, Poncino también pone eso de relieve. “El feminismo tiene una lectura hace varios años sobre la falta de respuesta de la política. La dirigencia estaba mirando para otro lado, lo pusimos en tensión, eso lo problematizamos, ensayamos respuestas, pero al mismo tiempo enseñamos y empezamos a poner en práctica otra estrategia de reflexión y de discusión con el resto de la sociedad. Fue un error pensar que el feminismo era mufa o que no estaba a la altura de las circunstancias en esta elección general”, consideró la activista, quien llamó a entender que la situación actual “es el piso, no el techo”. Se trata de mejorar las condiciones de vida, de generar nuevas propuestas. 

En esa línea, considera que el eje tiene que estar en las nuevas realidades del trabajo. “Es fundamental discutir la idea de trabajo de manera integral, no solamente en términos formales, sino pensando en cuáles son las violencias permanentes que vivimos, que se expresan en un emergente como es la economía popular, y en una economía feminista que viene discutiendo el valor de los trabajos reproductivos. Hay que poner en valor del trabajo productivo y reproductivo, saliendo del lugar de víctimas y de reproductoras de subsistencia, para ser propositivas y discutir con quienes sostienen familias y espacios comunitarios, qué herramientas tenemos que construir para que ese trabajo sea reconocido”. Para ella, se trata de “discutir un proyecto político de país”. Y ponderó que las mujeres dieron “una batalla cultural” contra “los espejitos de colores” que significaban las propuestas de dolarización de Milei.

Por eso, Berdondini subraya el valor fundamental de los feminismos en la reconfiguración de una elección que tiene una nueva parada difícil con el balotaje. “Los feminismos tuvieron un protagonismo fundamental en términos de movilizar, activar claramente lo que implica. ¿Pero por qué? Quizás viajando un poquito antes, porque hay temas como el aborto, como la educación sexual integral, frente a los cuales la derecha radical se organiza con una retórica basada en la ideología de género y que asocia al avance del marxismo cultural, como le llaman, que es la retórica que usa la derecha a nivel global para reaccionar y amenazar los derechos de género”, historizó Berdondini, quien recordó que la derecha radicalizada eligió al feminismo como “el enemigo adversativo frente al cual posicionarse y frente a los cuales amenazar y frente a los cuales crecer también”.

Ese enemigo elegido por la ultraderecha está diseminado, creció al ritmo de la  inmensa capilarización de los feminismos a partir de 2015, pero también al ritmo de los 36 Encuentros Plurinacionales de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, No Binaries, Intersex. Es una fuerza que forma parte de la vida de los barrios, de los espacios laborales, de las calles. Hay un acumulado de organización, debate, movilización, que no puede ser borrado por las expresiones violentas y las amenazas de LLA. “En esta concatenación de estrategias que los feminismos populares articulan entre la movilización, el activismo, la incidencia en las calles, en las plazas, pero al mismo tiempo en las redes sociales y en la microsociabilidad, hay un andamiaje, un activismo y una articulación epistémica, como llamamos en términos del activismo académico”, considera Berdondini. “Después, los límites siguen siendo, como quizás históricamente son, los tiempos sociales y políticos que marca cada sociedad. Dentro de este repertorio, hay una lectura de Massa que es acertada, en la mesura que encuentra a la hora de leer este resultado electoral, leer el apoyo, y al mismo tiempo ser muy consciente de la concatenación de situaciones y de problemas que el país trae y el lugar que la agenda de género ocupa”.

Lo que viene ahora, en pocos días, es el balotaje. No hay nada ganado, todo lo contrario. Los movimientos de Patricia Bullrich el miércoles, leyendo una serie de puntos que intentan moderar las propuestas de su ahora aliado, no traen nada nuevo: aseguran que respetaran las leyes vigentes, pero las políticas públicas son las que cambian la vida de las personas. Y brillan por su ausencia en las promesas de superávit fiscal. Las asambleas lesbotransfeministas se siguen reuniendo, los volantes se siguen repartiendo, las militantes barriales siguen su tarea diaria. “Se inició otra campaña, es otro momento político y hay que profundizar los debates que venimos dando”, consideró Poncino.