Bertolt Brecht decía que “el peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa. No sabe que el costo de la vida, el precio de las alubias, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios dependen de decisiones políticas. El analfabeto político se enorgullece y se ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los males: la pobreza institucionalizada”. 

Uno se pregunta si no hay un analfabeto político aún más devastador: el desinformado famoso que oficia de tertuliano. El “Kun” Agüero chapotea como nadie en las turbias aguas de la política emocional. Hace unos días manifestaba en “streaming” de ESPN: “ No hay nafta. No se si reírme o llorar..(...)..El chófer que me llevaba me dice, vos sabés porque me fui de Venezuela, porque estuve tres días en el coche esperando cargar nafta. Ese día agarré a mi familia y me fui”. El delantero apunta: “Y hace 30 años que se fue de Venezuela, 30 años loco”. 

En el programa empiezan a hacer números. Los datos no cierran. Enseguida alguien de detrás de la pantalla, lo corrige, el “Kun” gira la cabeza: “Bueno 20 años , no lo sé”. Con 30 años no cerraba el relato. Chavez gana sus primeras elecciones en 1998. Da igual. El Kun sigue adelante, desinforma, corrige: “¿Estaremos tres días algún día sin nafta? No se rían boludos. El país está mal (riéndose), y ustedes se cagan de risa”. Se denomina “poder blando” a la capacidad de influir sin recurrir a la coerción política, sirviéndose de un arma tan inofensiva, en apariencia, como la cultura, el deporte, o la (des) información de entretenimiento. 

Así lo entendió Milei cuando decidió expandir su “performance” política con la virulenta campaña de violencia verbal e insultos contra Maradona: "'#BuenMartes para los fanáticos de Mardedroga...!!!', 'Por mí que se mate'", fueron sólo algunas de sus recomendaciones. Ese odio psicótico que anega todo cerebro. Así saltó a las redes el hashtag imaginario: "#Que Milei se tome la pastilla”, luego de que uno de los “poltergeist” de la política argentina, Luis Juez, manifestara: “Necesitamos que se tranquilice. No me voy a hacer cargo de su pastillero”. Un hombre con barba por dentro, de un odio de clase tan visceral que asusta: "Preparate, Javier, que vas a tener 600 mil negros en la Plaza de Mayo cuando tomes la primera decisión". Que talento analítico. Todos sabemos lo que pasa cuando los vulnerables, los desposeídos, los atomizados, los expulsados de todo interés común, abandonan de pronto, con un aullido, su aparente indiferencia.

El voto celestial de Diego para la segunda vuelta ya lo sabemos. El del “Kun” Agüero también. Los dos salieron de la villa, los dos amasaron grandes fortunas. Uno se “olvidó” de volver. El otro, con el orgullo villero en las tripas, no paró de regresar al lugar del que nunca se fue. Sabemos que la muerte definitiva solo acontece con el olvido. Este país fatigoso te recordará siempre, Diego. En cada sobremesa, en cada alarido ronco, en cada injusticia que se desangre sobre las espaldas de aquellos que sobreviven en los abismos del mundo.

(*) Periodista, ex jugador de Vélez, clubes de España y campeón mundial 1979