Sólo desde el aire se alcanza a apreciar la verdadera dimensión de la devastación en Barbuda. La localidad sobre la costa se asemeja a un campo de escombros. Maderas, partes de techos y utensilios domésticos están esparcidos por todo el lugar, mientras que de los árboles ya no cuelga ni una sola hoja, ni una rama, las copas enteras fueron arrancadas. 

Con vientos de casi 300 kilómetros por hora, el huracán Irma golpeó frontalmente a la pequeña isla caribeña. Las sencillas chozas quedaron destruidas por completo, a ras del piso. Un grueso mástil telefónico se volcó como una brizna de hierba. 

En el aeropuerto, la tormenta tropical arrastró pesados contenedores de acero hasta 30 metros por el aire. La isla se encuentra en gran parte bajo el agua, incluso las zonas alejadas de la costa.

“Nuestra casa fue levantada, las puertas y las ventanas arrancadas y debimos salir”, relató Henrietta Hopkins a un canal de televisión. “¿Cómo seguiremos viviendo ahora? Todo está destruido, ya no tenemos casa”, dice una mujer joven con la voz partida. “Toda mi casa se ha desplomado. Le agradezco a dios aún estar con vida”, contó Loreen Baltimore.

“Al menos el 95 por ciento de los edificios resultaron dañados. En algunos casos fueron arrancados los techos, en otros los edificios quedaron completamente destruidos”, se lamenta el primer ministro Gaston Browne, luego de analizar la situación desde un helicóptero.

“Es desgarrador. Toda la isla está bajo agua. En este momento Barbuda es prácticamente inhabitable. Al menos el 60 por ciento de sus habitantes se quedaron sin techo.”

Irma dejó una estela de devastación a su paso por el Caribe. Los expertos miran con preocupación sobre todo al empobrecido Haití. El país más pobre de América aún no se recuperó del terremoto en 2010 ni del huracán Matthew del año pasado y está mal preparado para hacer frente a una tormenta de enormes dimensiones. “Muchos siguen viviendo como antes en moradas precarias y se teme que muchas personas se queden sin techo por Irma”, advierte Lisiane Harten, de la Cruz Roja en la capital haitiana, Puerto Príncipe.

Matthew atravesó Haití en octubre de 2016 y devastó amplias zonas del sur. Más de 540 personas murieron entonces solamente en Haití, decenas de miles perdieron sus pertenencias. Ahora los haitianos tiemblan ante Irma. 

“Este huracán trae lluvias e inundaciones a Haití, donde el sector más pobre de la población aún sufre las consecuencias de la tormenta, entre ellas malnutrición crónica”, alerta Ascensión Martínez, de Save the Children.

Organizaciones humanitarias de todo el mundo ya se pusieron en marcha. “Llevaremos 300 metros cúbicos de víveres y kits de higiene así como utensilios domésticos a la región”, anunció Georg Dörken de la alemana Welthungerhilfe. Un equipo de Oxfam, en tanto, está preparado en Cap-Haïtien e inmediatamente tras el paso del huracán partirá a las zonas más gravemente afectadas.

“Es de esperar que las calles sean intransitables por las caídas de árboles y los deslizamientos de tierra”, analiza Harten, de la Cruz Roja Alemana.